Joel es católico y extraña las misas, incluso la celebración de bautizos y la administración de otros sacramentos en San Dionisio, departamento de Matagalpa, en el norte de Nicaragua. “Por allá (muy ocasionalmente) viene algún padre de otro lugar para celebrar misa”, dice apesarado. Hace un año que esa parroquia se quedó sin sacerdote y únicamente es atendida por un diácono que realiza celebraciones de la Palabra y distribuye la Comunión, pero no tiene facultad para celebrar la eucaristía. El diácono sólo recibe las fórmulas consagradas cuando llega un sacerdote a la parroquia, pero cada vez hay menos disponibles en el clero diocesano
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Ante la persecución y ataques del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Iglesia católica en Nicaragua, el cura de San Dionisio, Carlos Adolfo Zeledón Montenegro, huyó por veredas en enero de 2023, y ahora es uno de por lo menos 97 sacerdotes que, desde 2018, han sido forzados a salir de Nicaragua por destierro, exilio, expulsión, o porque les impidieron ingresar al país después de viajar por estudios, atención médica, visitas familiares, o eventos religiosos, como la Jornada Mundial de la Juventud.
También hay al menos 13 curas fallecidos –incluidos un obispo y un obispo emérito– con lo cual la merma total del clero nicaragüense, con datos verificados por Mosaico CSI al 15 de enero de 2024, es de 110 sacerdotes, que equivalen a un 20% del total del clero registrado a 2020.
Con la iglesia de San Dionisio, que frecuenta Joel, son nueve de 28 parroquias de Matagalpa las que están sin párroco y son atendidas por “curas emergentes”: el Santuario Jesús de la Divina Misericordia en Sébaco; San Francisco, en el municipio de Río Blanco; San Juan Pablo II, en Chagütillo, Sébaco; Santa Lucía, en Ciudad Darío; Nuestra Señora de Fátima, en Rancho Grande; y San José Obrero y Nuestra Señora de Lourdes, ambas en El Tuma-La Dalia. Además, la parroquia San Pedro Apóstol, cuyo templo principal es la catedral de Matagalpa, quedó sin sus dos vicarios.
Matagalpa ha perdido 25 de 60 sacerdotes
La Diócesis de Matagalpa ha perdido 25 de los 60 sacerdotes que tenía en 2020. Es casi un 42%, y la mayoría de ellos ha sido por cárcel y destierro, o el exilio forzado por la persecución política. Entre ellos también hay cuatro presbíteros fallecidos; dos que estaban estudiando y prefirieron quedarse fuera del país; y uno que “colgó los hábitos” y abandonó el sacerdocio.
Mosaico CSI verificó las cifras de encarcelamientos y destierros de sacerdotes y documentó de primera mano los testimonios de curas forzados al exilio, incluyendo algunos casos en que los clérigos prefirieron evitar la publicación.
La información fue complementada con datos del estudio “Nicaragua, ¿Una Iglesia perseguida?”, de la abogada Martha Patricia Molina, y el informe “Ataques a la libertad religiosa con énfasis en las agresiones a la comunidad católica”, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.
Según los datos verificados, un total de 34 sacerdotes han sido desterrados por el régimen Ortega – Murillo. El 9 de febrero de 2023, cinco sacerdotes (junto con un diácono y dos seminaristas) fueron desterrados y enviados a Estados Unidos, entre un total de 222 excarcelados políticos, en el primer destierro masivo ordenado por el régimen orteguista. Luego, el 18 de octubre del mismo año, otros doce sacerdotes encarcelados arbitrariamente fueron desterrados y enviados al Vaticano. Y un tercer grupo, integrado por los obispos de Matagalpa, Rolando Álvarez, e Isidoro Mora, de Siuna, más 15 sacerdotes y dos seminaristas fueron desterrados al Vaticano, el 13 de enero de 2024.
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El equipo de Mosaico CSI también verificó que por lo menos 37 sacerdotes nicaragüenses tuvieron que exiliarse y solicitar refugio en distintas naciones, como Estados Unidos, Costa Rica, Chile, Italia, Honduras y España. Además, han impedido el ingreso al país a por lo menos 21 sacerdotes más, y han expulsado de Nicaragua a cinco sacerdotes extranjeros.
Iglesia ha perdido quinta parte de su clero
La cárcel, el destierro y el exilio han alcanzado a clérigos y laicos. En un primer grupo de desterrados, el 9 de febrero de 2023, iba el diácono Raúl Vega y los seminaristas Darvin Esteyling Leyva Mendoza y Melkin Antonio Centeno Sequeira. Además, los laicos Manuel Obando, Wilberto Artola y Sergio Cárdenas, todos colaboradores de la Diócesis de Matagalpa. Y el 13 de enero fueron desterrados los seminaristas Alester Sáenz y Tonny Palacio.
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Asimismo, otros laicos continúan como presos políticos del régimen por su cercanía con la Iglesia católica. Entre ellos, el grupo de colaboradores de Caritas Estelí; el matagalpino Freylin Axarael Moreno Ponce, preso político desde junio de 2023, y María Asunción Salgado y Salvador Paguaga, colaboradores en los medios de comunicación de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Ocotal, Nueva Segovia, de Diócesis de Estelí, que fueron encarcelados en octubre de 2023.
Menos sacerdotes también en Siuna, Bluefields, Estelí y Managua
La Provincia Eclesiástica de Nicaragua está compuesta por la Arquidiócesis de Managua y ocho diócesis. Según los últimos registros disponibles, con fecha de 2020, en Nicaragua había 546 sacerdotes atendiendo 393 parroquias. Desde entonces a la fecha, ha habido nuevas ordenaciones sacerdotales, como los nueve presbíteros ordenados por el cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano el 6 de enero de 2024, en Managua. Sin embargo, la reducción del clero nicaragüense por los ataques del régimen es mayor.
Después de Matagalpa, las diócesis que han perdido más sacerdotes son: Siuna y Bluefields, donde la cantidad de sacerdotes decreció en 33% y 31%, respectivamente. Luego, Estelí con una disminución del 28%, y la Arquidiócesis de Managua, con un 25%.
Escasean los reemplazos en el clero y “la vida pastoral se debilita”
“El corazón de la vida pastoral en una parroquia es la celebración del Santo Sacrificio en la misa… el que dogmáticamente hace presente a Cristo en el momento de la consagración, y que permite la unidad de los fieles con el Buen Pastor”, dice un sacerdote bajo estricta condición de anonimato. Agrega que la falta de sacerdotes implica que “tampoco hay el sacramento de la reconciliación, que es el que permite a las almas regresar a la Comunión con Cristo y con los hermanos”.
Joel extraña principalmente las misas de los jueves y domingos. Son los días de precepto. “Estuvieron el padre Carlos y un padre Juan que eran primos, pero, uno no supimos para dónde cogió, y el otro dicen que está en Costa Rica; entonces quedamos sin sacerdotes. A veces viene uno que también llega a Susulí (una comunidad rural) y el otro que vino unas veces fue el que estaba de vicario (monseñor Óscar José Escoto), pero a ese lo sacaron al Vaticano con el obispo (Álvarez) y no se sabe cómo iremos a quedar”, explica Joel.
A Paola, de la ciudad de Matagalpa, ir a una iglesia, confesarse y escuchar la misa, le brinda “la confianza en que Dios me ayudará a discernir y enfrentar de mejor manera las dificultades” que afloran en su hogar, dice. “Con un sacerdote, una puede hablar y recibir consejos”, afirma.
Juan, un presbítero exiliado que pide omitir su identidad por temor a represalias contra su familia, asegura que ese “acompañamiento” o “dirección espiritual de un pastor en la vida interior, personal y familiar de las ovejas, que a veces vienen de la reconciliación, hace falta en la comunidad sin sacerdote, entonces las ovejas están agobiadas, sin pastor”.
“Tampoco hay la presencia del pastor que guíe el caminar de la Iglesia. Habrá un diácono sin experiencia y sin poder de decisión en asuntos cruciales, habrá un seminarista o un delegado de la Palabra, pero eso no expresa la madurez y solidez de un buen pastor. De manera que la vida pastoral se debilita”, lamenta el padre Juan.
Sínodo diocesano suspendido en Matagalpa
Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, estuvo 527 días en cautiverio, desde el 4 de agosto de 2022, hasta su destierro al Vaticano, el 13 de enero de 2024. Su encierro y los crecientes ataques del régimen a la Iglesia paralizaron el segundo Sínodo Diocesano, que el obispo abrió oficialmente el 19 de diciembre de 2021.
“Entramos en el corazón de la sinodalidad de la Iglesia universal, cargando sobre nuestros hombros los 97 años de fundación canónica de la Iglesia particular matagalpense que se cumplen en este día”, dijo monseñor Álvarez en esa ocasión.
Dos años después, en la celebración del 99 aniversario de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Mora presidió la misa y en su homilía calificó a la Iglesia matagalpina como una “cantera de la fe”, y dijo que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) estaba unida en oración por monseñor Álvarez. Decirlo, también a él le costó la cárcel y posterior destierro.
Monseñor Mora Ortega fue vicario general de Matagalpa hasta 2021, cuando fue designado como obispo de Siuna. El 20 de diciembre de 2023, él se convirtió en el segundo obispo preso político del régimen, y estuvo encarcelado arbitrariamente durante 24 días, hasta su destierro junto al obispo Álvarez, quince sacerdotes y dos seminaristas.
Esta última lista de desterrados también incluía al vicario general de Matagalpa, Óscar José Escoto. De manera que la Diócesis de Matagalpa inicia el año en que cumplirá su primer centenario (el 19 de diciembre de 2024), con su Sínodo Diocesano suspendido, su obispo y vicario general desterrados, y dos tercios menos en su clero.
Finanzas y obras de la Iglesia afectadas
El régimen Ortega – Murillo también atacó las finanzas eclesiásticas. El 27 de mayo de 2023, ordenó el congelamiento de las cuentas bancarias de la Iglesia católica nicaragüense, acusándola de “lavado de dinero”. La cancelación de la personería jurídica a Cáritas —considerado el brazo social de la Iglesia— también tuvo impactos negativos por la suspensión de distintas obras.
Además, obligó el cierre de proyectos que incluían la donación de paquetes alimenticios y de semillas e insumos para la agricultura en comunidades pobres del llamado Corredor Seco, principalmente en Darío y Terrabona.
Los ataques del régimen a la Iglesia afectaron –solamente en la Diócesis de Matagalpa– a por lo menos una decena de dispensarios médicos.
Asimismo, hay temor por el futuro de los seminarios, principalmente el Seminario Nacional Nuestra Señora de Fátima, donde estudian unos 170 seminaristas. Igualmente, el cierre de radios y canales locales de televisión por cable pertenecientes a la Iglesia, dejaron sin empleo a más de 60 personas en toda la Diócesis de Matagalpa.
Un obispo y el cardenal Brenes en edad límite
Los golpes del régimen orteguista a la Iglesia nicaragüense han socavado sus estructuras. La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) estaba integrada por diez obispos: uno por cada una de las ocho diócesis, y dos en la Arquidiócesis de Managua: el cardenal y arzobispo Leopoldo José Brenes Solórzano, y el obispo auxiliar Silvio José Báez, quien fue forzado a exiliarse en 2019, por amenazas de muerte en su contra.
Ante la renuncia de monseñor Abelardo Mata Guevara, por razones de edad, en julio de 2021, la Diócesis de Estelí quedó en administración apostólica del obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, de 57 años. Pero, este y el obispo de Siuna, monseñor Isidoro Mora Ortega, de 53 años, fueron desterrados el 13 de enero de 2024.
El presidente de la CEN y obispo de Jinotega, fray Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, cumplió 75 años en diciembre de 2023 y, conforme al Derecho Canónico, debió presentar su renuncia, aunque puede permanecer en el cargo hasta que el papa Francisco se la acepte. Otro que cumplirá los 75 años es el mismo cardenal Brenes, el 7 de marzo de 2024.
Los otros obispos son más jóvenes: Jorge Solórzano Pérez, de Granada, tiene 62 años; Francisco José Tigerino Dávila, de Bluefields, tiene 60; Sócrates René Sándigo Jirón, de León, y Marcial Humberto Guzmán Saballos, de Juigalpa, tienen 58.
Mientras monseñor Álvarez estuvo en cautiverio, monseñor Óscar José Escoto Salgado quedó a cargo de las funciones propias del episcopado permitidas por el cargo de vicario general para el gobierno de la Diócesis, incluyendo la administración del Sacramento de la Confirmación en las 28 parroquias de la Matagalpa. Mientras que, en enero de 2023, el Dicasterio para los Obispos del Vaticano designó al padre Frutos Constantino Valle Salmerón como Administrador “ad-Omnia” (a todo) de la Diócesis de Estelí. El último tiene 79 años y hace cuatro que debió presentar su renuncia al presbiterio.
Las estructuras diocesanas de Nicaragua también están socavadas por la persecución política del régimen. Muchas parroquias están atendidas por sacerdotes jóvenes, nuevos en el presbiterio e inexpertos, aunque obligados a un aprendizaje rápido.
Sedes episcopales de Matagalpa, Estelí y Siuna “impedidas”
Los obispos Rolando Álvarez e Isidoro Mora tienen plena potestad para ejercer el episcopado, pero, el destierro impuesto por la dictadura Ortega – Murillo provoca que las Diócesis de Matagalpa, Estelí y Siuna sean consideradas, respectivamente, como “sede episcopal impedida”.
Según el canon 412 del Código de Derecho Canónico: “Se considera impedida la sede episcopal cuando por cautiverio, relegación, destierro o incapacidad, el obispo diocesano se encuentra totalmente imposibilitado para ejercer su función pastoral en la diócesis, de suerte que ni aun por carta pueda comunicarse con sus diocesanos”.
El canon 413 establece que, en el régimen de “sede impedida”, el gobierno de la diócesis recaería “provisionalmente” en una persona que ya se encontrara designada para tal eventualidad y en orden decreciente enumera: obispo coadjutor, obispo auxiliar, vicario general o episcopal, u “otro sacerdote de acuerdo con el orden establecido en una lista que debe confeccionar el obispo diocesano cuanto antes, una vez que haya tomado posesión de la Diócesis”.
El mismo canon agrega que esa lista debe ser renovada “al menos cada tres años” y que será conservada bajo secreto por el canciller de la Diócesis. Y, si no hay designaciones, corresponde al “colegio de consultores” elegir un sacerdote que rija la diócesis.
En Siuna, el actual vicario general es monseñor Flavio Murillo y, en la Diócesis de Estelí, monseñor Frutos Constantino Valle Salmerón mantiene el cargo como Administrador “ad-Omnia”.
Con el destierro de monseñor Óscar Escoto, vicario general de Matagalpa, será el canciller diocesano quien revele, en los días próximos, si monseñor Álvarez tenía actualizada la lista de posibles candidatos a regir la Diócesis, o si el colegio de consultores debe elegir a uno.
El Nuncio Apostólico y cinco sacerdotes extranjeros expulsados
Al menos cinco sacerdotes extranjeros han sido despojados de su residencia nicaragüense y posteriormente expulsados del país, por órdenes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en el contexto de los ataques contra la Iglesia católica, según verificó Mosaico CSI.
Además, el 6 de marzo de 2022, la expulsión también alcanzó al Nuncio Apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag. La decisión unilateral del régimen fue confirmada días más tarde por la Santa Sede, que manifestó recibir la información “con sorpresa y dolor” y reiteró la confianza en su representante. Formalmente el Nuncio Apostólico es el representante de la Santa Sede, y no cuenta como parte del clero nacional. Si se sumara al Nuncio Apostólico, el número de sacerdotes extranjeros expulsados sería de seis.
El primer sacerdote extranjero expulsado fue el colombiano Luis Alirio Carrillo, de la Diócesis de Estelí, a quien también le cancelaron su residencia, en 2020. Luego, en 2021, tuvo que irse fray Boris Tándaric, de San Rafael del Norte, Jinotega.
Otro de los sacerdotes extranjeros expulsados fue el franciscano fray Damián Muratori, rector del Santuario Diocesano El Tepeyac, en San Rafael del Norte, Diócesis de Jinotega, y vicepostulador de la causa de canonización del Siervo de Dios, fray Odorico D’Andrea. Muratori fue extraditado a Italia en febrero de 2023, debido a una causa penal en ese país.
Dos meses más tarde, en abril de 2023, también fue expulsado a Honduras el padre Donaciano Alarcón, misionero claretiano de origen panameño que estaba en Cusmapa, Madriz, Diócesis de Estelí.
Y otro franciscano, fray Domingo Pepe, quien estuvo muchos años como misionero y parte del clero en Río Blanco, Matagalpa, fue despojado de la residencia y forzado a irse de Nicaragua en julio de 2023.
Dos obispos y once sacerdotes fallecidos
En febrero de 2021, el Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina reveló que al sacerdote salvadoreño Julio César Melgar Cruz, con 40 años de labor misionera en Nicaragua, también le cancelaron su residencia. Pero Melgar permaneció en el país y falleció en agosto de ese mismo año como parte del clero en Estelí.
Además del padre Melgar, en la Diócesis de Estelí murieron otros seis miembros del clero en Estelí entre 2020 y 2023: Julio César Videa (en marzo de 2020); Jaime Valdivia Pinell (en julio de 2020); monseñor Humberto Lugo Arguelle (en febrero de 2021); Francisco Valdivia Lazo (en agosto de 2021); Santiago Aguirre Cerros (en abril de 2022), y Martín Antonio Gadea (en abril de 2023).
En la Diócesis de Matagalpa fallecieron los sacerdotes: Pablo Espinoza (julio de 2021); Dámaso Suazo (agosto de 2021); Freddy Zambrana (diciembre de 2021), y Bayardo Zeledón (abril de 2023).
Monseñor David Albin Zywiec Sidor, obispo de Siuna, falleció en enero de 2020 y meses después, en junio del mismo año, murió monseñor César Bosco Vivas Robelo, obispo emérito de León.
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