Allá en Rancho Grande, Matagalpa, los feligreses católicos están en ascuas. Nada saben sobre el paradero del sacerdote Fernando Isaías Calero Rodríguez, a quien llaman el Padre Calerito, párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, secuestrado por policías este 28 de diciembre, cuando iba con un grupo de laicos hacia una comunidad, en labor pastoral.
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“Iba a la comunidad, a la gente que iba con él la bajaron, pero a él se lo llevaron con todo y camioneta”, reveló un habitante de Rancho Grande.
Esa parroquia es parte de la Diócesis de Matagalpa, golpeada con fuerza por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, al punto que ha prohibido que mencionen el nombre del obispo diocesano, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, en las celebraciones litúrgicas.
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El padre Calerito fue ordenado en 2019 y el 30 de julio de 2021 tomó posesión como párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima.
Además del secuestro del padre Calerito, la abogada Martha Patricia Molina, autora del estudio titulado “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?”, denunció la detención, también el 28 de diciembre, de monseñor Marcos Díaz Prado, Vicario de la iglesia Santo Tomás Apóstol del Puerto de Corinto en Chinandega, Diócesis de León.
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En esa misma fecha fueron secuestrados también el sacerdote Héctor Treminio y monseñor Carlos Avilés, este último vicario general de la Arquidiócesis de Matagalpa.
El padre Treminio es párroco de la Parroquia Santo Cristo de Esquipulas, perteneciente a la Arquidiócesis de Managua.
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