A través de una publicación en redes sociales, este 24 de septiembre, el padre Erick Díaz, titular de la Parroquia San José Obrero en El Tuma-La Dalia, confirmó que tuvo que exiliarse para «salvaguardar» tanto su vida como su libertad.
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En ocasión de la Fiesta Patronal de la Diócesis de Matagalpa, el padre Erick señaló que «tuve que exiliarme. No ha sido fácil esta decisión, pero por encima de todo están la vida y los derechos inherentes a cada ser humano que han sido irrespetados. Gracias de corazón. Sé que ustedes los fieles son hombres y mujeres de Dios que están muy cerca de cada pastor y les agradezco su cercanía».
El padre Erick es el segundo religioso de la Diócesis de Matagalpa que confirma su exilio. Antes lo hizo el padre Uriel Vallejos, quien también salió por veredas de Nicaragua y actualmente se encuentra en Europa.
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Hace un mes ocurrió la salida del padre Erick, según el relato que publicó.
Este es el mensaje íntegro publicado por el padre Erick:
El dolor que llevamos en el corazón, todos los que nos ha tocado dejar nuestra patria para salvaguardar nuestra vida y nuestra libertad.
En el día en que celebramos a nuestra patrona, Nuestra Señora de la Merced, hago del conocimiento de quienes han estado preguntando por mí, que tuve que exiliarme. No ha sido fácil esta decisión, pero, por encima de todo está la vida y los derechos inherentes a cada ser humano que han sido irrespetados. Gracias de corazón. Sé que ustedes los fieles son hombres y mujeres de Dios que están muy cerca de cada pastor y les agradezco su cercanía.
Mi único delito fue estar del lado de la verdad, del lado del sufrido pueblo, de la defensa de los derechos de cada ciudadano. La Iglesia nunca ha estado defendiendo ideas, pues no es su cometido. Porque un sacerdote nunca ha deseado (ni deseará) ser alcalde, concejal o diputado. Un obispo nunca ha deseado ser presidente, u otro servicio público, ya que somos pastores y es el mejor regalo que Dios en Jesucristo nos ha dado, ser ministros y embajadores de las cosas del cielo en la tierra. Nosotros defendemos la dignidad humana, sea de donde sea es nuestro deber alzar la voz por el pisoteado, por el marginado, por el indefenso.
Bien lo dijo Monseñor José Antonio Canales, obispo de Danlí, Honduras: ser cristiano y ver que a tu hermano lo están pisoteando, mancillando y hacerme de la vista gorda, para no meterme en problemas, significa cuestionarme sobre qué cristianismo practico. Jesús mismo lo enseñó. El verdadero prójimo es aquel que ve el dolor, la herida de su cercano y lo ayuda, haciendo referencia al buen samaritano.
Como ustedes saben se me prohibió asistir a la misa del congreso Mariano en Matagalpa el 14 de agosto. Pasé encerrado por la policía en la parroquia. Tenía una misa el viernes 19 en una comunidad y por seguridad no fui. Hasta ahí llego la policía en una patrulla. El sábado 20 logré salir, pero unos agentes que cercaban la entrada a la parroquia me lanzaron improperios y tomaron muchas fotografías al vehículo en que me trasladaba. El domingo 21, la misa dominical estuvo visitada por agentes de civil, que fotografiaron y tomaron videos dentro de la misa. Y el martes 23 que se me comunicó, por un buen nicodemo -que por seguridad no puedo revelar-, que debía escapar porque ese día iban por este servidor.
Lo que hoy Nicaragua sufre no tiene precedente semejante, es un dolor muy grande para todos. Sin embargo, auque todo parezca perdido, no lo es. San Juan Pablo II en una ocasión nos dijo: “Jesús en la cruz parecía impotente”, parecía que hasta ahí llegaba todo. Sabemos que ese no fue el final. Había algo mejor y que es la esperanza del cristiano, la resurrección. Hoy Nicaragua está sumida en el dolor, en el miedo, en el terror. Pero de todo ello se construye un nuevo porvenir.
En el día de nuestra madre de la Merced patrona de Matagalpa, y patrona de cautivos, como sacerdote alzo mi voz por la libertad de Mons. Rolando Álvarez, sacerdotes y laicos. Ellos no son delincuentes, sino pastores con olor a ovejas que han estado cercanos al pueblo sufrido. Ellos son inocentes y deben ser puestos en libertad y vueltos a nuestra amada Diócesis, donde todos queremos reunirnos y seguir con nuestra misión que es salvar almas para Jesucristo».
Padre Erick Díaz
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