Matagalpa, la ciudad que este 14 de febrero conmemora su 162 aniversario, se encuentra sumida en un profundo lamento. En sus calles resuena el eco de la tristeza y la añoranza, mientras sus habitantes enfrentan una realidad desgarradora.
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En esta ciudad, icónica en distintas etapas de la historia del país, los pobladores han sido testigos de cómo sus derechos son pisoteados, sus voces silenciadas y sus sueños truncados por la violencia y la persecución política que ha dejado heridas profundas en el tejido social.
La gente que solía abarrotar distintas actividades recreativas y religiosas, ahora se enfrenta al miedo y la incertidumbre.
Uno de los golpes más dolorosos para esta comunidad ha sido el destierro de su líder espiritual, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos. Después de 530 días de cautiverio, 341 de ellos en la cárcel La Modelo, el jerarca católico fue forzado a abandonar su tierra, y junto al obispo de la Diócesis de Siuna, monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega, 15 sacerdotes y dos seminaristas, fueron enviados a Roma el 17 de enero reciente.
Antes, cinco sacerdotes —tres de la Diócesis de Matagalpa, uno originario de Matagalpa pero que estaba incardinado en la Diócesis de Siuna, y uno de la Arquidiócesis de Managua, además de un diácono y dos seminaristas— fueron desterrados y enviados a Estados Unidos el 9 de febrero. Otros 12 curas fueron desterrados en octubre de ese año, para totalizar 34 sacerdotes en el destierro.
El único delito del obispo Álvarez: levantar su voz en defensa de los derechos humanos y la dignidad del pueblo nicaragüense.
Otros matagalpinos, incluyendo laicos que colaboraban con la Iglesia, han sido desterrados. También ciudadanos notables, como la matagalpina Karen Celebertti, ex directora de Miss Nicaragua, y su familia, han sido víctimas de ese delito de lesa humanidad: el destierro.
Asimismo, la emigración se ha convertido en una dolorosa realidad para muchos matagalpinos, quienes ven partir a sus seres queridos en busca de un futuro más seguro y prometedor en otros países. Es un drama nacional. Se estima que, solo en 2023, más de 115,000 nicaragüenses emigraron a distintos países.
Incluso el patrimonio histórico de la ciudad no ha escapado ileso.
La suntuosa Catedral de San Pedro Apóstol, reconocida como Patrimonio Histórico de la Nación, sufre los estragos de la vibración provocada por los parlantes utilizados en las frecuentes ferias y eventos organizados por el oficialismo en su afán de entorpecer las misas en el principal templo católico de Matagalpa. Un símbolo de fe y tradición que se ve amenazado por la indiferencia y el desprecio hacia la historia y la cultura.
Las actividades oficialistas para la ocasión incluyen una diana, al amanecer de este 14 de febrero, por las principales calles de la ciudad. A las 9 de la mañana está previsto un “acto solemne del 162 Aniversario de Matagalpa y Reconocimiento a Ciudadanos Notables de Matagalpa”.
También hay una feria en los alrededores del parque Rubén Darío y a partir de las 4 de la tarde inaugurarán una feria ganadera en el campo Elías Alonso, mientras que, por la noche, tendrán a 5 agrupaciones musicales amenizando la llamada Fiesta de Parque a Parque. Es el propósito del régimen, aparentar “normalidad”.
Sin embargo, en Matagalpa, resuena más la tristeza por la fractura de su comunidad que el bullicio organizado por el oficialismo.
En su aniversario, Matagalpa llora la pérdida de su esencia, la erosión de sus valores y la división de las familias. Pero, su gente guarda la esperanza de cambios, y que la justicia y la libertad sean una realidad.
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