La Alcaldía de Jinotega decretó el 3 de mayo como un día de asueto local a cuenta de vacaciones, con motivo del «319 aniversario de las fiestas tradicionales de la Santa Cruz». Pero, las fiestas no tienen 319 años y la colocación de una cruz en el cerro Chirinagua —referencia del festejo— tampoco.
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Múltiples actividades, extendidas desde este viernes 26 de abril hasta el 5 de mayo, están contempladas en el programa de las fiestas convocadas por la municipalidad y que perdieron el carácter católico que envuelve el día de la Santa Cruz —conmemoración del hallazgo del madero en el que murió Jesucristo por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino— y que antes tenían otra connotación.
Las fiestas que históricamente los jinoteganos han celebrado en el quinto mes del año tienen antecedentes precolombinos, y estaban relacionadas con las ceremonias y rituales de los ancestros de Jinotega para garantizar buenas cosechas.
El término de fiestas tradicionales es usado para separar la fiesta católica de la Santa Cruz de la fiesta patronal católica en honor de San Juan Bautista que es el 24 de junio.
La Cruz en el Chirinagua
El tema de la Cruz en la cúspide del Chirinagua tiene que ver con la llegada a Jinotega de los sacerdotes franciscanos Fray Antonio Margil de Jesús y Fray Rodrigo Betancourt, en el año 1703.
Harlam Oliva Regidor, en el libro San Juan de Jinotega (Editarte 2014), relata que estos clérigos mencionan a Jinotega como un «pueblo de indios con muchas supersticiones».
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En tanto, el libro Vida portentosa del americano septentrional apóstol, el V. P. Antonio Margil de Jesús..., publicado en 1775 por Fray Hermenegildo de Vilaplana, señala que Fray Antonio Margil de Jesús llegó a León a finales de mayo de 1703 y luego «partió hollando atolladeros y pantanos para el Pueblo de Telica, y después de haverlo fecundado con el rocío del Cielo, se encaminó al Partido de Seváco» (sic).
De Vilaplana describe situaciones horrorosas sobre los habitantes de ese territorio: «Los de los Pueblos de Matagalpa, Solingalpa, Molaguina, Ginotega y Muimui, todos de dicho Partido, degollaban cada semana ocho personas grandes, y pequeñas, y sacrificaban su sangre al Diablo, disimulado en sus Ídolos, en una cueva que era retrato del mismo Infierno reservando la carne para horroroso pasto de su brutalidad cruel…”.
Matagalpa, Solingalpa y Molagüina eran las tres parcialidades indígenas que existían a la llegada de los españoles a la actual ciudad de Matagalpa.
Oliva Regidor menciona en su libro que los antepasados de Jinotega realizaban ceremonias y rituales “dedicados al Jaguar Amarillo” en el cerro Chirinagua y, contrarrestar esas prácticas, «fue el motivo principal para colocar una cruz sobre una peña al oeste de la ciudad».
“No obstante, para nuestros antepasados no tuvo mayor significación porque la cruz era el símbolo de Quiateot, el dios cortina de agua, dios de la lluvia, sostenía el maestro H. (Harvey) Wells. Queda entonces en evidencia el trasfondo precolombino de las fiestas de mayo; pero también el sentido mítico de los aborígenes. Los nativos no tuvieron problemas para aceptar el símbolo, pues era un difrasismo de su propia deidad”, agrega Oliva Regidor en su libro San Juan de Jinotega.
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Pero, Simeón Jarquín Blandón, en el libro Jinotega: Recopilación histórica, admite que «no hay una referencia específica sobre la cruz del cerro», y deduce que Fray Margil de Jesús la habría colocado. «Esto debió ocurrir cerca de 1705», presume (página 56).
La cruz de madera fue reemplazada por otra similar cada vez que se deterioraba. El gremio de albañiles de Jinotega la hizo de concreto y es la que persiste.
Fray Margil de Jesús, en 1703, también colocó una cruz de madera en el sector de Cerro Largo, en la vía entre Matagalpa y Sébaco, sobre la cual existe la leyenda de que el viajero debe colocar una piedra en la base para regresar con bien a Matagalpa.
Así era antes el festejo en Jinotega
Los Indígenas de Jinotega siempre practicaron sus rituales para la abundancia de las cosechas.
El veterano periodista jinotegano Jairo Antonio Méndez, en un artículo que compartió en redes sociales en 2019, comenta que «por siglos, hasta la década de 1990, la festividad se conoció como las fiestas de mayo. Poco a poco la iglesia fue introduciendo algunas actividades religiosas para saludar a la Santa Cruz, cuyo día de celebración es el 3 de mayo, pero la gente les llama Fiesta de mayo”.
“Contaba mi padre que después de la abstinencia propia de Semana Santa, los pueblos indígenas de Yanke, Sisle, Sasle, Chaguite Grande, Mancotal, Pantasma y zona seca, entre otros, se preparaban con grandes viandas que consistían en comidas y bebidas base de maíz (chicha bruja y cususa) para viajar a Jinotega a celebrar su fiesta de mayo. Llegaban en grandes caravanas de carretas haladas por bueyes y de caballería, para instalarse en las aceras de la avenida principal durante 2 semanas. La gente del pueblo salía a recibirlos y les brindaba agua y sal. Algunos patios hogareños servían de hotel para los festivos visitantes”, relata Méndez.
Agrega que “en la plaza del pueblo, en el costado sur (lo que llegó a ser Plaza la Unión y ahora Parque Otto Casco), los indios construían su barrera para las corridas de toros, con la madera fina que había traído, edificándola con amarres a base de una corteza conocida como tule. El principal atractivo lo constituía el famoso tope de toros que se celebraba el 1 de mayo con la entrada de los bravíos ejemplares de las fincas campesinas, que entraban a la ciudad por El cuarto paso, en la parte norte y al mejor estilo de la fiesta española de Pamplona, corrían raudos por las angostas calles de la ciudad, en medio de la algarabía, pánico y jolgorio de la gente”.
De acuerdo con Méndez, la fiesta que incluía juegos tradicionales como “chancho encebado” y “el pato ahorcado”, poco a poco fue reemplazada “por los juegos mecánicos y las cantinas y burdeles que llegaban de otras tierras para adueñarse la plaza”.
En la parte religiosa, Oliva Regidor explica a Mosaico CSI que “antes había una fiesta el 3 de mayo. Era la fiesta del Tope de la Cruz, una procesión muy vistosa con una imagen de la Sangre de Cristo, que es una de las imágenes más antiguas en Jinotega, y que está en la iglesia La Sangre de Cristo”.
Más recientemente, a partir del año 2000, el sacerdote Eliar Pineda celebraba una misa al pie de la cruz en el Chirinagua. Pero, esa celebración ya tiene aproximadamente cuatro años sin realizarse y el clérigo fue forzado al exilio en diciembre de 2023.
En su escrito de 2019, el periodista Méndez relata que “nuestros indígenas, excluidos de toda la ‘fiesta moderna’, refugiaron su tradición en la celebración a San Isidro Labrador (el 15 de mayo), sin duda la más vistosa festividad tradicional de Jinotega, que recorre nuestras calles desde el Llano de la Tejera, donde el culto a la fecundidad del mes de mayo sigue siendo la pauta, ofreciendo al Santo los más hermosos frutos del campo”.
“Llegó un momento en que se privatizó la festividad, la cual fue acuartelada en entre las vallas del estadio de beisbol y, por muchos años, el pueblo, en su mayoría citadino, tuvo que pagar para poder acudir a ellas. Erróneamente ahora se llama al pueblo ‘a celebrar un aniversario más de la imposición de la Cruz en la peña’, ¡no hay nada más absurdo! pues no existe registro histórico de que la Cruz haya sido colocada en estas fechas y con ello se borra el registro de la tradicional ‘fiesta de mayo’ nacida desde antes de la llegada del cristianismo a nuestras tierras”, agrega Méndez.
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