La tradición octogenaria en Matagalpa mantenía que Fray Antonio Margil de Jesús fue quien mandó a erigir en 1703 la famosa Cruz de Cerro Largo, que marcaba el punto divisorio entre los pueblos indios de Matagalpa y el de Sébaco, en tiempos de la colonia.
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El secretario del Consejo de Ancianos de la comunidad de Sébaco me refirió, en 1998, que tienen documentos antiguos de la visita de Fray Margil, que dice: “Todo aquel pasante que ponga una piedra en la base de la cruz regresará en gracia a mathagalpa”.
Fray Margil nació en Valencia, España, en 1657, ordenado sacerdote en 1673, se embarcó en Cádiz hacia América en 1683. Llegó como misionero a Sébaco en 1703 con cuatro indios y dos mulatos que le seguían de las haciendas y estancias donde había predicado durante su largo viaje.
En Sébaco luchó por erradicar a brujos que, según él, predicaban hechicería, e hizo labor pastoral en las cañadas de Matagalpa y Jinotega.
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Después de esta misión se dirigió a la ciudad de México, donde le sorprendió la muerte, en 1726.
Quedó como recuerdo La Cruz de Cerro Largo, entre Sébaco y Matagalpa. Con el pasar del tiempo, la cruz de madera se pudría y fue renovada varias veces por distintos párrocos de estas parroquias, el padre Eudoro Reyes fue el último sacerdote que la mandó a reconstruir en madera allá por 1898.
Se había establecido la leyenda que el pasante que pusiera una piedra en su base, que ayudase a mantener la cruz erecta, obtendría la gracia de regresar en buena salud a Matagalpa.
Esta costumbre todavía estaba establecida a principios del siglo XX, de tal manera que hay varias anécdotas de inmigrantes europeos que cumplieron con la tradición y fueron recompensados a volver a estas tierras donde encontraron a su compañera de vida.
ALBERTO VOGL
Entre ellos está el matagalpa Alberto Vogl Baldizón. Cuando lo enviaron de 11 años de edad a estudiar a Alemania en 1909, pasó con sus padres montado a caballo por la Cruz de Cerro Largo, donde su devota madre “Chenda” le pidió que pusiera una piedra en la base, pues anhelaba que volviese ya hombre y preparado.
Así sucedió, al completar sus estudios Alberto sirvió de oficial al lado del Ejército del Imperio Alemán durante la Primera Guerra, estuvo en combates en Italia, y Palestina, sin embargo, regresó por barco a Corinto y a lomo de mula sano y salvo a Matagalpa, en 1919.
KARL HAYN
Otro fue el joven Karl Hayn, enviado a Nicaragua vino en el mismo vapor con Rubén Darío en 1907, fue invitado por la Compañía Comercial de Ultramar a administrar un negocio de exportación de café en Matagalpa, se comprometió allí con Meta Vogl en 1913, luego viajó a Alemania, pero antes puso la piedra en la Cruz, luego se embarcó para hacer preparativos para la boda, estando allá le sorprendió la Primera Guerra, combatió en el frente occidental. Después del Armisticio volvió sano y salvo a Matagalpa en 1921 a cumplir su compromiso matrimonial.
CARLOS JULIO HAYN
Otro Matagalpa, Carlos Julio Hayn (hijo de Karl Hayn), en 1935 le llevaron sus padres ya en carro y ferrocarril a Corinto, pero antes puso la piedra en la Cruz de Cerro Largo, luego partió en barco a Stuttgart, Alemania, a terminar su Liceo.
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Le sorprendió, esta vez la Segunda Guerra Mundial, peleó en el desierto del Sahara al lado del Mariscal Edwin Rommel en el África Korps, luego luchó en Creta y Rusia, al terminar la guerra estuvo un tiempo prisionero de los ingleses, al ser liberado se casó en Alemania en 1946, tuvo su primera hija, luego regresó con ellos a Matagalpa en 1949 felizmente, ellos lo atribuyen a la promesa de la Cruz del Cerro Largo.
ANÉCDOTA DEL INCRÉDULO DOCTOR JOSEFSOHN
Esta otra anécdota es del médico alemán Albert Josefsohn, quien vino a Matagalpa en 1895 invitado por uno de los pioneros del café en Matagalpa, Guillermo Jericho, después de la muerte de este en 1895, a petición de sus amigos se quedó como médico en Matagalpa, el Dr. Josefsohn no se casó, pero visitaba a medio mundo en Matagalpa.
Por ejemplo, él atendió el parto cuando nacieron ciudadanos matagalpinos como Margarita Portillo Arauz de Hawkins y del Dr. Ramón Méndez Tijerino.
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Después de algunos meses le entraba “cabanga” de su tierra, y quería regresar a ella.
Así se despidió en siete ocasiones diferentes, según él, hastiado de lo remoto y sencillo de Matagalpa, yéndose para Europa donde él pensaba que encontraría más felicidad, pero siete veces regresó.
Los primeros viajes, se iba de Corinto a Ciudad Panamá, después en tren cruzando al puerto de Colón donde tomaba el barco a Alemania, y viceversa.
“PONGA LA PIEDRA DOCTOR”
Sus amigos nicas y extranjeros después de cada fiesta de despedida, cuando según el doctor Josefsohn no volvería jamás, le acompañaban montados en caballo hasta Chagüitillo, pero al llegar por la Cruz del Cerro Largo no lo dejaban pasar si no ponía una piedra en su base, lo comprometían a bajarse de su mula, lo que hacía a regañadientes, pues él decía que no creía en esas ridiculeces, que él ni siquiera era católico, pero lo hacía por darle gusto a sus bromistas amigos.
Al cabo de varios meses el incrédulo doctor estaba de regreso hastiado de Alemania donde se quejaba de que todo era agitación y materialismo, y no encontraba el cariño que aquí abundaba. “Las mías sobrinas me cobran el cuarto y la comida y todo favor que me hacían era pagado”, se lamentaba, “mientras que aquí todos me atienden y quieren”, decía regocijado de volver
Murió en 1935 y está enterrado en Nicaragua. La imagen del doctor Josefsohn puede verse en el óleo que está en la pared alta del restaurante del hotel de Montaña Selva Negra. Allí sigue la Cruz, pero ahora es de concreto.
CONSTANTINO LACAYO FIALLOS
Posteriormente cuando pavimentaron la carretera de Sébaco a Matagalpa, allá por 1948, el ministro de Transportes, el ingeniero Constantino Lacayo Fiallos, mandó a reponer la vieja Cruz de Madera que ya se estaba pudriendo por esa Cruz de Concreto que está allí por el kilómetro 112 de la carretera de Managua a Matagalpa, enfrente del conocido Cerro Largo.
ALLÍ ESTÁ TODAVÍA. Ya saben ustedes, si van a viajar lejos y desean volver a algún día, o si tienen un visitante en Matagalpa y desean que regrese, invítenle a poner una piedra en la base de esa cruz, se les garantiza volver y ser felices… Según la tradición de más de 300 años.
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