“Todos están libres, menos el obispo”

El reportero gráfico de la Diócesis de Matagalpa Sergio Cárdenas relata las tensiones y la intimidación a la que fueron sometidos el 4 de agosto de 2022, el día en que comenzó el cautiverio de monseñor Rolando Álvarez

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Recién amanece en la ciudad de Matagalpa, en el centro de Nicaragua. Este 4 de agosto de 2022 no es un jueves cualquiera. Sergio José Cárdenas Flores, el reportero gráfico de la Diócesis de Matagalpa apura el paso porque tiene que trabajar con el obispo, monseñor Rolando José Álvarez Lagos en la Residencia Episcopal, pero se encuentra con una barrera de policías fuertemente armados.

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En los días posteriores, Cárdenas viviría el encierro al que fue sometido monseñor Álvarez en ese momento con 11 personas más, incluidos 4 sacerdotes, 1 diácono, 2 seminaristas, 2 reporteros gráficos, y 2 integrantes del coro, de los cuales, 8 terminaron convertidos en presos políticos del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Camarógrafo de obispo
Sergio Cárdenas, reportero gráfico de la Diócesis de Matagalpa. © MOSAICO CSI | Cortesía

Es la fiesta católica de San Juan María Vianney, patrono de los sacerdotes y particularmente de los párrocos. Álvarez tiene previsto ir a la fiesta patronal de la Parroquia dedicada al Santo Cura de Ars en el barrio La Chispa, al norte de la ciudad. Pero, desde un día antes, la Policía mantiene cordones e impide el paso vehicular o peatonal por la calle norte de la Residencia Episcopal.

Álvarez es un objetivo del régimen porque intentan callar su voz profética. Pero, la persecución contra la Iglesia, dirigida desde la cúpula gubernamental ha implicado el cierre de los medios de comunicación eclesiásticos, la profanación de templos, espionaje, la expulsión del Nuncio Apostólico, acusaciones contra sacerdotes imputándoles supuestos delitos comunes. Terror.

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Monseñor Álvarez, conocido por su carisma y compromiso con su comunidad, que canta, baila y comparte preocupaciones con campesinos del interior del país, aguarda pacientemente la llegada de Cárdenas y los demás colaboradores para iniciar el programa Pastoreo, Comunión y Oración. Un punto de encuentro de la doctrina social de la Iglesia con la crisis nacional que transmitía a través de redes sociales.

Un año después, Cárdenas escribe en su perfil de Facebook: “¿Quién soy yo?”. Para él, el 4 de agosto era un día normal en su trabajo. Nunca imaginó que trabajar para la Iglesia significaría caer preso y ser separado de su familia, pero especialmente de su esposa e hija recién nacida.

Entrevista de Sergio Cárdenas con Mosaico CSI

“Hoy continúo pidiendo Justicia. ¡Justicia Verdadera!… Justicia por Nicaragua. Justicia por la Iglesia Católica. Justicia por monseñor Rolando José Álvarez”, insiste Cárdenas. En un proceso fabricado y sin juicio, el obispo fue condenado a 26 años y 4 meses de prisión el 10 de febrero pasado. Cárdenas fue parte de los 222 presos políticos que Ortega y Murillo mandaron a Estados Unidos un día antes, a los que la “justicia orteguista” declaró traidores de la Patria, despojándolos de la nacionalidad.

Según Ortega, el obispo Álvarez estaba en la lista de quienes serían desterrados, pero se habría rehusado a subir al avión, lo que provocó la sentencia condenatoria del día siguiente.

Obispo y el Santísimo

El 4 de agosto de 2022, ante la prohibición de ingresar o salir de la residencia episcopal, monseñor Álvarez sale a la calle. Alza el Santísimo en una procesión improvisada que llama la atención de todos los presentes. La escena es sobrecogedora: el líder religioso avanzando con solemnidad y hablando con hidalguía ante los uniformados que parecen inexpugnables.

El mensaje del obispo no pasa desapercibido al más alto nivel en la dictadura. Ese mismo día, la vicepresidenta lo ataca sin mencionarlo, critica a “espíritus malévolos” y denuncia una supuesta manipulación de símbolos sagrados. “Cómo hay personajes que se han prestado, a lo largo de la historia, al servilismo, al lacayismo, a la sumisión, al sometimiento, al arrodillamiento ante el yanqui invasor. Es la verdad”, dijo Murillo ese día.

La procesión improvisada dura una hora aproximadamente. Álvarez canta el Himno de la Alegría y la Policía lo rodea de manera intimidatoria. Cargan fusiles, escopetas y armas cortas. El dispositivo incluye la movilización de varias camionetas incluso aquellas con cajas metálicas en las tinas, diseñadas para trasladar técnica canina. Uno de los presentes con el obispo es Cárdenas, quien ese día viste una camisa a cuadros y está siempre detrás del obispo con las manos entrelazadas como en oración.

Sergio-Cardenas
Sergio Cárdenas el 4 de agosto de 2022 estaba con el obispo de Matagalpa. © MOSAICO CSI

La multitud observa en silencio, conmovida. Álvarez lidera a la Iglesia en Matagalpa con fe y fortaleza ante un escenario cada vez más adverso. Tiene convicciones y valores de profundo significado.

Los transeúntes rezan. Algunos sacerdotes como el padre Erick Díaz tratan de acercarse sin éxito al obispo; otros como el padre Ramiro Tijerino y el diácono Raúl Vega logran unirse a monseñor Álvarez en su posición desafiante pero pacífica. La escena se convierte en un símbolo de unidad y resistencia.

El encierro

Más tarde, la Policía permite que el obispo y sus acompañantes ingresen. Cárdenas y todos ellos, excepto el obispo, serían libres, hasta febrero de 2023 cuando fueron desterrados a Estados Unidos.

La Policía eso se los había dejado claro a todos, según el testimonio de Cárdenas. Vigilados, abrazándose a su fe, los religiosos debieron enfrentar amenazas y presiones de la Policía.

Un par de días después, según Cárdenas, los oficiales reaccionaron y les dijeron: “todos están libres, menos el obispo”.

El 8 de agosto de 2022, la Policía sacó de la Residencia Episcopal a Sujín Membreño, y luego, el 16 de agosto, sacó al joven salvadoreño Henry Covera y al camarógrafo Flavio Castro. Cárdenas asegura que fueron intimidados por la Policía que amenazaba a sus familiares.

“Sacan a Henry intimidándolo, lo llamaron por teléfono (diciéndole) que si no se salía, la familia iba a ser deportada y al final lo deportaron, lo sacaron con toda su familia al muchacho del piano”, recuerda. La intimidación también alcanzó a su familia y lamenta que hayan llevado a su esposa a la delegación policial en Matagalpa para amenazarla.

Dentro de la Curia, Álvarez sigue con sus oraciones. Celebró misas, rezó el Rosario y realizó cantatas transmitidas a través de las redes sociales. Cárdenas se dividía entre su fe y sus preocupaciones por su familia.

“Estando adentro de la Curia fue algo muy tenso, pero a la vez, me sentía bien, porque en mi mente me sentía tranquilo, porque lo que hacían era misa, hora santa ahí con el obispo, con otros sacerdotes, y me iba al cuarto a ver televisión, quizás a ver beisbol o futbol o alguna película durante el día y así eso era diario, porque tenía que buscar en qué entretenerme. A veces miraba por la ventana y el montón de policías”, relata Cárdenas.

El reportero gráfico agrega que esos días en la Curia también ayudaba al padre Tijerino a cocinar “lo poquito que teníamos allí”.

Bajo estas circunstancias transcurrieron los 15 días de encierro forzado en la Residencia Episcopal de Matagalpa. El 19 de agosto, tropas especiales de la Policía asaltarían el edificio, cambiando dramáticamente la vida del obispo y sus colaboradores, entre ellos Sergio Cárdenas, el camarógrafo de la Diócesis.

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