Yolanda Rojas Rizo es la cuarta generación de una familia de panaderos de Matagalpa, ella ha ido creciendo junto al negocio familiar que empezó en 1989 con el nombre de Linda Vista 2. La producción inicial fue de seis libras de harina, ahora son una marca reconocida a nivel nacional y está iniciando su propia academia de panaderos.
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Aunque su nombre es Panadería Linda Vista 2, hay matagalpinos que la reconocen como Panadería Don Bladimir, en referencia a su fundador Bladimir Rojas Zeledón, quien junto a su esposa y siguiendo los pasos de su mamá, Blanca Zeledón y de su abuela Teresa Zeledón, emprendió su propio camino, pero imponiendo su propio sello y sabor.
Yolanda es la menor de cinco hermanos y recuerda que todos ellos aprendieron a hacer pan y realizar todo el proceso que implica. Ella tenía cinco años.
“Todos aprendimos hacer pan y siempre fue un trabajo en equipo. En días festivos, cuando los colaboradores estaban libres, a nosotros nos tocaba empacar el pan de la producción del día anterior. Eso permitió que todos valoremos lo importante que es la unión familiar, cumplir metas, cada uno tenía su rol de trabajo diario y de tal manera que aprendimos a ser independientes, decididos, seguros de sí mismos, sociables, compartir ese carisma de servir al cliente con amor”, explica.
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Yolanda cuenta que ella y sus hermanos estudiaron en una universidad privada de Managua “y siempre nos acordamos de que todos llevábamos una cajita de pan para vender a nuestros compañeros de clases y en la cafetería de la universidad. Nuestros padres nos enseñaron el valor del dinero con honradez y humildad”.
La expansión del negocio familiar empezó en 2008 cuando Bladimir Rojas Rizo (q.e.p.d), el hermano mayor, decidió crear rutas de ventas a Nivel Nacional dirigida a supermercados y tiendas de conveniencia. “Al fallecer mi hermano, continuamos con el legado de ventas que él creó, empecé a trabajar en función de esa línea de ventas, actualmente comercializamos en toda la cadena de supermercados La Colonia de todo el país, en tiendas de conveniencia y lugares turísticos del país”, dice.
Incremento en producción de pan
Cuando el papá de Yolanda creo su empresa, inició con una producción de seis libras de harina con las que hacía bizcotelas, galletas de mantequilla y roscas azucaradas. Al darse cuenta de que la venta de los productos fue un éxito, decide subir la producción a tal punto que para el año 1993 ya cuenta con un personal considerable y decide adquirir un vehículo para la distribución del pan.
Ya para 1995 la producción era de 12 quintales de harina, el área de producción se amplía, de un horno pequeño pasan a dos hornos mejorados y ampliados, dejan de trabajar con leña, todo ello con sus ahorros y préstamos en bancos.
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Actualmente la producción en quintales de harina ha mermado hasta un 50 por ciento con respecto al año 1995, sin embargo, se mantiene la misma producción en unidades ajustando la pesa, explica Yolanda, quien agrega que “la calidad se mantiene”.
En 33 años han logrado crecer y posicionarse a nivel nacional, pero las cosas no han sido fáciles, porque aunque el pan es un producto de consumo masivo, el incremento de los costos en la materia prima, la escasez de mano de obra por la migración, los cambios tecnológicos, el alza de los combustibles, la falta de innovación en los emprendedores que copian las ideas de otras empresas, el incremento de la tarifa en la energía eléctrica y el agua potable, dificultan el éxito, pero han encontrado la oportunidad de reinventarse.
Panaderos de Corazón
Actualmente, no solo son una panadería, sino una academia que brinda cursos para tecnificar a otras personas en la rama de la panadería y el emprendedurismo.
“A partir del 2018 empezamos a ver la oportunidad de compartir esta maravillosa labor para que las personas empezaran a emprender en los diferentes municipios. Así surgió la idea de crear Academia Panaderos de Corazón en Matagalpa, brindando cursos de panadería para niños, adolescentes y adultos, y así aportar al desarrollo económico del país”, explica Yolanda.
En la academia enseñan a realizar repostería tradicional con diferentes sabores, pero además están incorporando recetas saludables con panes integrales.
Yolanda destaca que el éxito de una empresa aún en tiempos de crisis es amar lo que hacen. “Ese amor, esa esperanza de querer salir adelante es el principal requisito”, sostiene.
Más de un siglo de tradición
Más de 100 años de tradición son los que acompañan a la familia de Yolanda. De ahí que ella dice que más que un producto “venden historia” y con la academia tratan de “sembrar una semillita para que germine, para que cada quien desarrolle sus talentos y habilidades, porque el pan y el mundo del pan es muy amplio, la idea es sembrar la semillita en cada persona y que tenga la posibilidad de desarrollarse como lo quiera, porque no es una camisa de fuerza, en realidad cada persona tiene una sazón diferente, diferentes gustos”.
La tradición familiar de panaderos inició con la bisabuela de Yolanda, doña Teresa Zeledón (q.e.p.d), quien horneaba y vendía cosa de horno a nivel muy local. Fue su hija Blanca Zeledón (q.e.p.d) quien desarrolló el negocio y fundó la panadería Linda Vista 1, actualmente su nombre y su fama de panadera es un punto de referencia en Matagalpa, después de su fallecimiento en el 2000 una de sus hijas continuo con la labor de hacer pan.
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Yolanda estudió administración de empresas con énfasis en mercadeo con el fin de involucrarse en el negocio familiar, no solo en lo administrativo, sino en cada uno de los procesos internos y externos. “Siempre me ha encantado esto de hornear trozos de amor comestibles. Me encanta ser parte de la tradición familiar”, apunta.
Para Yolanda la situación económica actual es muy difícil, no solo a nivel nacional, sino a nivel mundial, sin embargo, indica que dentro de la crisis siempre hay una oportunidad.
“La creatividad es la clave del éxito y es ahí donde hay que empezar a explorar, descubrir, rediseñar, innovar y a explotar todo lo que se nos ocurra para sobresalir (…) y mantenerse en pie durante la crisis”, afirma.
En su caso indica que han sacado nuevos productos, con diferentes precios, variedades, estilos, diseños, colores, porque no se trata solo de competir, sino irse adaptando a los cambios y “ese es un reto muy grande”.
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