La Policía de Daniel Ortega y Rosario Murillo sigue persiguiendo e intimidando a clérigos y a fieles católicos que colaboran con la Iglesia. En la Diócesis de Matagalpa, un sacerdote fue «retenido» y poco después liberado, sin conocerse más detalles de ese caso registrado este jueves 18 de enero.
Le puede interesar: Los curas desterrados de Nicaragua por el régimen Ortega Murillo
“Conozco al padre y en nada se mete, pero ahí lo retuvieron los policías”, relata Cristina, pidiendo mantener su identidad en reserva por miedo a represalias, porque se identifica como «militante» del Frente Sandinista, pero también como católica, y está en desacuerdo con la ofensiva del régimen contra la Iglesia y de la cual responsabiliza a «la compañera», como se refiere a Murillo, a quien también llama “la Chayo”.
«Creo que ‘la Chayo‘, es la bandida», afirma Cristina, para quien «el ‘comandante’ —como le dice a Ortega— debería de ponerle límites».
Murillo, primera dama, vicepresidenta y vocera del régimen, emitió 30 discursos radiales y televisivos en los que –en al menos siete de ellos– atacó directamente a la Iglesia católica de Nicaragua y a sus sacerdotes. Todo en los últimos 45 días, según un análisis del discurso que hizo Confidencial.
En uno de los discursos, el 27 de diciembre de 2023 recién pasado, Murillo dijo: “Los verdaderos diablos son los que tocaban las campanas para mandar a matar a nuestro pueblo. Los verdaderos diablos son los que andaban sembrando odio y hablando en nombre de Cristo. ¡Qué increíble!”.
También puede leer: Los curas desterrados de Nicaragua por el régimen Ortega Murillo
Sin embargo, un teólogo consultado por Mosaico CSI afirma que el discurso de Murillo “es diabólico, satánico”, porque “claramente se está refiriendo a los clérigos”, y agrega que “si lo analizamos desde otro punto de vista, para no entrar a los síquico, (Murillo) es una persona con una conciencia moral totalmente distorsionada… no tiene claridad para discernir entre el bien y el mal, y eso es lo diabólico, porque el maligno es el mentiroso, el que trastorna…”.
“Lo que objetivamente es bueno, ella dice que es malo, y lo que es malo, ella dice que es bueno, y ella se cree lo que está diciendo”, comenta el experto, insistiendo en que, visto desde lo espiritual, lo de Murillo “es diabólico”, pero, “en otros niveles sería la siquiatría la que tendría que definir qué es lo que hay en ella… hasta dónde ella es consciente de esa doblez… porque en teología moral, es una conciencia moral totalmente distorsionada”.
Perla es católica y sigue llegando a su parroquia, porque considera que “la oración y la fe son nuestras armas contra el maligno. Tenemos que persistir en la oración”.
Intimidar a católicos
Uriel Pineda, experto en derechos humanos y forzado al exilio, considera que la persecución religiosa en Nicaragua, además de silenciar al obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos —desterrado junto a otros 18 clérigos el 13 de enero reciente— tiene un “mensaje persuasivo a otros sacerdotes que intenten cuestionar de alguna manera la conducción política del país”.
También, señala Pineda, por el mismo ambiente represivo, buscan intimidar a la feligresía.
Suscríbase a nuestro Canal de YouTube
Debido principalmente a la represión, la Iglesia en Nicaragua ha perdido por lo menos a la quinta parte del clero que tenía registrado en 2020, por destierro, exilio, expulsiones y negativas de ingreso al país, después de algún viaje. Además, han fallecido por lo menos 13 sacerdotes, incluyendo a un obispo y a un obispo emérito, revela el reportaje de Mosaico CSI Clero diezmado, fieles agobiados y la Iglesia nicaragüense a la buena de Dios, publicado este viernes 19 de enero.
Por esas causas, la Diócesis de Matagalpa ha perdido al 40 por ciento de los sacerdotes, incluyendo al obispo y al vicario general. Eso no amedrenta a la feligresía que, de acuerdo con la observación de Ana María, «sigue llegando a los templos».
«Siento que la gente sigue llegando igual a las misas. A veces se llena la iglesia a veces no», dice Ana María.
Para Joel, un feligrés de San Dionisio, “nunca es igual una iglesia sin un padre», y asegura que en San Dionisio es un diácono el que está a cargo de la Parroquia.
Este feligrés “nichano” considera que la asistencia a la Iglesia «puede ser que esté igual, (pero), en las fiestas grandes sí se ve diferente, porque casi no se ve gente». Joel ejemplifica con la reciente celebración del llamado Cristo Negro, en el Santuario Diocesano Nuestro Señor de Esquipulas, en Esquipulas, Matagalpa, con una participación muy reducida en comparación con los festejos todavía vistos en 2020, meses antes de que la Covid-19 forzara la suspensión de las aglomeraciones y antes de que el régimen Ortega Murillo criminalizara las procesiones y otros eventos religiosos, principalmente católicos.
“Este año pasaron varios grupos pequeños, de cuatro o cinco peregrinos a Esquipulas, pero es que no es fácil, si la Policía ahí anda hostigando a medio mundo”, relata Joel.
La última celebración que reunió a más de 30,000 feligreses en Esquipulas fue en 2020. Ese año, la peregrinación fue el propio 15 de enero y, una vez en el Santuario, monseñor Álvarez aseguró que la Iglesia seguiría defendiendo los derechos humanos de los nicaragüenses.
Alberto es otro feligrés y coincide con Ana Cristina en que la asistencia a las misas posiblemente sea igual que antes, pero, él cree que sí hay afectaciones en los grupos y movimientos eclesiales.
“No es lo mismo reunirte con un grupo o movimiento, entonces hay algunos que han dejado de ir a estos grupos por miedo a represalias, pero también una buena cantidad de gente ha salido del país… también hay mucha cautela en las prédicas, no vivís la fe a plenitud, porque la Escritura es bien clara en cuanto a la denuncia de la injusticia, pero es difícil predicar porque ahí están vigilando”, señala Alberto.
Además, la Policía está exigiendo a los sacerdotes que entreguen las planificaciones anuales de las actividades, desde retiros hasta las actividades previstas por los grupos y movimientos eclesiales.
Los niveles de vigilancia incluyen toma de fotografías a las placas de los vehículos estacionados afuera de la Iglesia. Incluso, para celebrar la Purísima, familias de Darío, Sébaco y Terrabona debían pedir permiso a la Policía.
“A la Iglesia sí la han golpeado, sí está maltratada, pero sigue firme en el tema de la fe”, ratifica Alberto.
Facebook Comments