María Esperanza Sánchez García estuvo presa tres años y dos semanas en las cárceles del orteguismo, hasta que, junto a otros 221 presos políticos, fue desterrada este 9 de febrero hacia Estados Unidos. Las torturas y todo el sufrimiento, afirma la mujer originaria de Matagalpa, “por mi patria ha valido la pena”.
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Hasta un día después, el viernes 10, Sánchez pudo comunicarse con sus familiares en Nicaragua. “Ha sido difícil, pero aquí estamos, agradecida por el apoyo recibido”, comenta en Estados Unidos.
Ha sido una reconocida opositora al régimen de Daniel Ortega y se destacó por participar en marchas y protestas desde 2018 hasta que la apresaron el 26 de enero del 2020. La procesaron junto a Víctor Manuel Soza Herrera y ambos fueron sentenciados a 10 años de prisión y 500 días multa, equivalentes a 31,190 córdobas, por el supuesto tráfico de estupefacientes.
Sánchez dice que sí conocía a Soza. Pero a él lo detuvieron en Matagalpa y a ella en una casa de seguridad en Managua. “Se me llevan unas banderas y unas camisetas, porque anduve en la misa y después hicimos un piquete (de protesta) cuando llegó la imagen de la Virgen de Fátima”, recuerda.
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Cuando la apresaron la golpearon tanto que Sánchez todavía tiene lesiones en la columna.
“Me hacían interrogatorios, querían que les diera nombres de personas, pero como no les decía empezaron a agredirme, a golpearme. Me sacaron muchas veces en las noches a esos interrogatorios y después de eso sufrí mucho maltrato sicológico. Pero, aquí estoy. Sí pienso que por mi patria ha valido la pena, por ver que mis nietos puedan vivir en una Nicaragua libre”, afirma Sánchez.
Los verdugos siempre le preguntaban por qué ella nunca cubrió su rostro, mientras andaba en protestas y ella daba siempre la misma respuesta: “Solo ejerzo mi derecho, porque supuestamente vivimos en un país libre”.
Santos Sánchez, conocido con el seudónimo de “El Camarada” y padre de Sánchez García, fue un reconocido e incansable luchador contra las injusticias sociales, de manera que la dictadura de Somoza y también la del primer periodo de Daniel Ortega en la década de 1980, lo encarcelaron en múltiples ocasiones.
“Yo sí volvería a protestar, claro que sí lo haría… lo llevo en mi sangre. Mi padre fue un luchador y dio su vida por nosotros. Yo lo haría otra vez”, afirma Sánchez.
El destierro
Sánchez cuenta que tenían muchos días en un régimen carcelario en el que no les permitían salir al patio para tomar el sol. Solo una vez, media hora, separadas (las presas políticas) y siempre con custodia”.
El 9 de febrero estaba dormida, cerca de las 10:30 p.m. cuando llegaron a despertarla. “Fui la primera”, recuerda.
Agrega que las sacaron de las celdas para llevarlas primero a la cárcel La Modelo y de allí al lugar donde estaba un avión.
“Nada sabíamos, ni para dónde nos llevaban. El miedo era que nos trasladaran a Cuba o a Venezuela. Es que eso fue feo, traumático”, dice Sánchez.
Ahora está en Estados Unidos, desterrada y según el régimen de Daniel Ortega, sin nacionalidad.
Sánchez aprovechó esta entrevista para agradecer a todos los que estuvieron pendientes de ella. “Agradezco mucho y les digo que sí valió la pena. No sé en cuanto tiempo volveré a mi patria, pero espero no morirme fuera de mi patria. Algún día va a caer esa dictadura”.
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