Monseñor Báez insta a mantener la esperanza encendida

Desde el exilio forzado, el obispo auxiliar de Managua recordó que “en lo más oscuro de cada noche nos espera un rostro sonriente y un abrazo amoroso”

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Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua. © Mosaico CSI

El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, a la luz del Evangelio de este domingo 12 de noviembre, invitó a preservar la esperanza “para construir un futuro diferente”, aun cuando haya noches de decepción, impotencia y desencanto, una prédica de aliento en medio de la difícil situación que enfrenta Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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En su homilía de este domingo 12 de noviembre en la Iglesia Santa Agatha, en Miami, Florida, Estados Unidos, donde está exiliado, monseñor Báez retomó la parábola de diez jóvenes que debían esperar al esposo con lámparas en mano para acompañarlo a la fiesta de bodas. La mitad de ellas, despreocupadas e insensatas, no llevaban suficiente aceite para mantener sus lámparas encendidas durante la larga espera. Las otras cinco sí llevaron aceite.

Monseñor Báez advirtió del riesgo de perder la ilusión y la esperanza cuando lo esperado tarda en llegar. Una tácita comparación de la larga espera del esposo en la parábola con la lucha del pueblo nicaragüense por un cambio.

“Como las muchachas de la parábola también nosotros corremos el riesgo de cansarnos y dormirnos. Cuando lo que esperamos tarda en llegar, cuando no ocurre lo que deseamos, cuando la noche se alarga, nos cansamos y podemos perder la ilusión. Cuando no llega aquello por lo que hemos luchado tanto, se desvanece el entusiasmo y dejamos de esperar”, dijo el obispo auxiliar de Managua.

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El verdadero dilema, según el obispo, surge cuando, en medio de la noche, todas las jóvenes son despertadas con la noticia de la llegada del esposo. “En la parábola, el problema no es estar despierto o dormido, sino estar preparados”, dijo.

Agregó que, “aunque pase el tiempo, aunque la noche se vuelva oscura y parezca que ya no hay nada que hacer, hay que estar preparados con nuestras lámparas llenas de aceite”.

Aplicable a luchas sociales

Para monseñor Báez, el mensaje se extiende más allá de la esfera personal y es aplicable a las luchas sociales. Sin embargo, reconoce que los sueños de construir una sociedad justa y libre pueden apagarse con el tiempo.

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“… Lo que no podemos hacer es dejar que se acabe el aceite que desde dentro ilumina nuestra vida. El aceite es discreto, nadie lo ve, va dentro de la lámpara, pero es tan importante, sin el aceite no hay luz”, expresó el obispo, añadiendo que «hay momentos en la vida en que esa noche se hace más densa. Debemos estar preparados y cuidar el aceite (…) Debemos estar abiertos al amor de Señor, debemos cuidar nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestras ideas, prestar atención a nuestra vida interior, aprender a hacer silencio, a hablar con nosotros y con Dios, no dejar la oración, y no dejar que se apague la esperanza…”.

“Llega la noche de la decepción cuando todo parece oscuro e inútil, la noche de nuestros errores y de la impotencia ante el poder opresor, la noche de la ignorancia de ya no saber qué más hacer, la noche del desencanto y la desconfianza ante los líderes y hasta la noche de las confrontaciones inútiles entre los que comparten el mismo ideal de una nueva sociedad”, refirió.

El problema, según monseñor Báez, no es cansarse, dudar o querer retroceder en medio de la noche, sino si, mientras atraviesan estas noches oscuras, los nicaragüenses están cuidando el «aceite» de la vida, la mente y el corazón para luchar y prepararse para un futuro diferente.

Para el obispo, el aceite necesario para construir un futuro distinto “va por dentro” y es el del optimismo y la valentía, el verdadero amor por la gente, por el pueblo, sobre todo de quienes más sufren, el aceite de la transparencia y de la honestidad, el aceite de la humildad política, el aceite de la capacidad de colaborar unos con otros por lograr un objetivo común, el aceite de la lucidez y de la organización.

“La pregunta es: ¿estamos preparados? ¿estamos cuidando el aceite o estamos preocupados solo por la lámpara?”, cuestionó.

“Tener aceite en la lámpara es creer que lo mejor está siempre por llegar y que en lo más oscuro de cada noche nos espera un rostro sonriente y un abrazo amoroso”, dijo monseñor Báez.

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