Ni la lluvia, ni la distancia que separa las provincias de Cartago y San José fue impedimento para que miles de feligreses asistieran a la romería anual hacia el Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica, demostrando que puede más la fe y las intenciones que llevan cada uno de los devotos que recorren alrededor de 24 kilómetros a pie para rendirle tributo a esta advocación mariana.
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También hubo personas que caminaron más distancia, ya que vienen de diferentes zonas alejadas del país como Talamanca, Coto Brus, Hojancha, entre otros lugares de distintas provincias.
Millares asisten a la Basílica de los Ángeles, ya sea en solitario, en familia, con amigos o en grupos, desde diversos puntos del país para agradecer o pedir bendiciones a “la Negrita” como se le dicen también a Nuestra Señora de los Ángeles.
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Es la conmemoración de la aparición de la imagen de la Virgen el 2 de agosto de 1635.
Cada año, según cifras oficiales, alrededor de dos millones de personas llegan hasta el santuario. Ante la gran afluencia de devotos, autoridades gubernamentales de emergencia, de salud y la fuerza pública de Costa Rica unen esfuerzos para garantizar el cuidado y seguridad de quienes recorren el país hasta llegar a la Basílica declarada en 1999 Patrimonio Arquitectónico de la ciudad.
A la celebración también llegaron nicaragüenses en romería e incluso se realizó una jornada de oración en el sector de Curridabat, quienes en sus intenciones han incluido oraciones por la liberación de monseñor Rolando José Álvarez Lagos, el obispo de Matagalpa encarcelado con cargos inventados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo; el cese del hostigamiento y persecución a la Iglesia Católica, la liberación de presos políticos y la libertad de Nicaragua.
La Iglesia Católica rechazó la violencia con la que el régimen reprimió las protestas sociales de 2018, dio refugio en sus iglesias a los manifestantes que huían de la represión policial y paramilitar y dicha acción fue tomada por Ortega como una traición, lo cual ha desencadenado una ola de represión que incluye la ruptura de relaciones con la Santa Sede, confiscaciones a medios de comunicación en Matagalpa y el encarcelamiento del obispo Álvarez y varios sacerdotes.
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