Es bueno que los nicaragüenses conozcamos nuestra historia para enseñar a nuestros hijos, y turistas. Aquí en el norte de Nicaragua tenemos algunas particularidades que no se hallan en el resto del país, por ejemplo, la “Cerámica Negra”, la cual trataremos en un artículo separado en otra oportunidad. Lo otro son los antiguos molinos de trigo (en Matagalpa y Jinotega).
“MOLINOS DE TRIGO PARA HARINA”
Estas son dos enormes piedras cilíndricas de basalto que giran en sentido opuesto para machacar al trigo que se pone en su paso.
¿Cómo llegaron por acá?
Sucede que, a mediados del siglo XVIII con las Reformas liberales de los Borbones en el reino español, eso dio lugar a una fuerte emigración de gente ausburga del País Vasco hacia estas colonias en Centro América.
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En Nicaragua ellos buscaron partes altas por su clima templado, así llegaron a estas tierras del norte.
Los primeros paraderos eran Terrabona y Metapa.
Eran mayormente vascos que llegaron a Nicaragua vía Guatemala durante la colonia tardía, a comienzos del siglo XVIII.
Todavía quedan en estas regiones, como: Terrabona. Matagalpa, Jinotega y San Rafael del Norte apellidos vascos como: Zelaya, Aráuz, Araquistaín, Alburquerque, Zeledón, Uriarte, Morraz, etc.
Como a ellos no les gustaba la tortilla de maíz como bastimento, entonces sembraron trigo para hacer harina y hornear pan.
Para molerla construyeron molinos movidos por enormes ruedas de agua. Agua que canalizaban desde un riachuelo hasta llevar a la parte superior una enorme rueda de madera con guacales que con el peso del agua la hacía girar.
Esos molinos los construían en fincas o poblados que estaban entre 4 o 5 leguas, que es la distancia que puede recorrerse a caballo en un día, ida y vuelta.
Por esa razón allí en Terrabona empiezan a verse los molinos de piedra, con los de los Morraz, Castillo, Lara, García, Leiva, Velázquez.
Luego en Metapa con los Orozco, Treminio, Rojas, Pastora, Matamoros.
En Metapa (Ciudad Darío) y en Molino Sur, Sébaco, los López, Tórrez, Escorcia, Diaz, y Salgado.
Hay que notar que en esos pueblos los españoles también cultivaron la uva para hacer vino, hasta que lo prohibió la Corona.
Esos molinos de piedra para moler trigo y hacer harina, y de allí el pan, y la semita, continuaban en Sébaco Viejo con los Escorcia y los Velázquez.
En Matagalpa con los Vega, Arrieta, Cantarero, Arnesto y Alburquerque; en Molino Norte con los Castiblanco, los López.
En San Ramón los Rojas, Cantarero.
En Jinotega, Tomatoya y San Marcos con los Zelaya, Pineda, Gadea.
En San Rafael del Norte con los Zelaya, Úbeda, Aráuz
Llegan hasta en La Concordia, con los Rodríguez, Zeledón y Tinoco.
Allí parecen terminar esos molinos para trigo, tal vez porque más al norte y oeste comienzan los que ellos llaman “tierras calientes”.
Todavía pueden verse remanentes de esos molinos españoles.
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