Cada vez empeora la imagen del río Grande de Matagalpa, el mismo que fue protagonista de románticas leyendas, escenario de múltiples anécdotas y testigo silente de siglos de historia en región donde nacía su otrora imponente caudal.

Poca agua escurre entre las rocas y en algunas partes solo quedan charcas con basura y maleza.
ES UN DESASTRE AMBIENTAL
El panorama es similar en el resto de pequeños afluentes que bajan de los cerros que bordean la ciudad.
Del Ucumulalí (que en lengua matagalpa significa río de los guapotes dorados, como le llamaban los primeros pobladores de Matagalpa), la historia registra que Cristóbal Colón —en 1502— le llamó Río del Desastre, porque en su desembocadura en el Caribe nicaragüense, el caudal volcó una lancha en la que marineros que acompañaban al almirante, murieron buscando agua potable y leña, refiere el historiador Eddy Kühl Aráuz.
“Colón lo llamó Río del Desastre por lo grande y poderoso… nosotros le llamamos ‘desastre’ por lo pobre y descuidado”, lamenta el prolífico escritor matagalpino.
PIEDRAS Y CHARCOS SUCIOS
Además de los efectos del cambio climático que incluyen prolongados períodos sin lluvias, la deforestación y avances de la frontera agrícola inciden en la agonía del segundo río más largo del país.
“Cada año está peor y es lamentable que perdamos este río, mire lo que hacen”, señala el ciudadano Leonel Zeledón, apuntando hacia unos hombres que introdujeron un camión al cauce seco del río para extraer arena, cerca del Recinto Universitario Mariano Fiallos Gil de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.
Jimmy Jarquín Espinoza, habitante del barrio Francisco Moreno, dice que “este río era precioso, pero ha cambiado demasiado por lo que no cuidamos las fuentes y últimamente vamos a quedar sin agua porque ya tenemos problemas con el agua y es porque nosotros mismos fregamos la naturaleza”.

SE SECAN LOS AFLUENTES
El río Grande de Matagalpa nace de las confluencias de los ríos Molino Norte y San Francisco. Del primero, es abastecida con agua potable casi la mitad de los cien mil habitantes de la ciudad.
Pero, según datos oficiales, en los últimos años el caudal del Molino Norte ha decrecido en aproximadamente el 65 por ciento y es insuficiente para el abastecimiento, por lo que la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (Enacal) ha tenido que bombear agua potable desde la subcuenca de Aranjuez —más al norte— y suplir la demanda de la población.
El año pasado, Enacal tuvo que racionar la prestación del servicio porque, además, en el campo de pozos en el valle Chagüitillo, del municipio de Sébaco, desde donde es abastecida la otra mitad de la población de Matagalpa, “los niveles de los pozos han bajado aproximadamente dos metros”, confió una fuente de esa empresa, previendo que este año también habrá racionamientos.
Miguel Duarte, habitante del barrio El Cementerio, considera que “es una lástima ver esa incertidumbre, la sequedad, si aquí antes la neblina era permanente, pero los mismos habitantes nos hemos encargado de destruir. Ves que los estudiantes van a los cerros a sembrar arbolitos, pero apenas crecen un poco, ya llega la gente a robárselos para leña”.
AQUEL GRAN RÍO
El río Grande de Matagalpa drena una cuenca de 18,445 kilómetros cuadrados y tiene una longitud de 465 kilómetros lineales, es el segundo río más largo del país (tras el río Coco).
Los afluentes y sus cuencas han sido afectados por el avance de la frontera agrícola y la deforestación de los bosques aledaños.
De igual manera, miles de viviendas desaguan sus desechos a los cauces naturales por donde antes corrían las aguas cristalinas del río, de modo que sus aguas superficiales y sus reservas están contaminadas en gran parte de su recorrido.
Luis Eduardo Martínez M., LA PRENSA, 18 de febrero de 2016
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