A medida que la expansión del zancudo se hace mayor, los países comenzaron a incorporar nuevas alternativas, además de la fumigación, la limpieza y la concientización de la población, para poder combatir al transmisor del zika, el dengue y la chicungunya.
En El Salvador, por ejemplo, unos peces devoradores de larvas han logrado establecer un control biológico del Aedes aegypti. El caso específico es de la playa San Diego, sobre la costa del Pacífico, en una experiencia iniciada en el año 2012, la cual se ha replicado en más de 20 poblados del país.
Según detalló Marielos Sosa, encargada del proyecto, a la agencia de noticias AFP: «Todos colaboran, los jóvenes me ayudan a pescar los pececillos en el estero para reproducirlos y luego liberarlos, y los adultos vigilan en sus casas los depósitos con agua».
Esta iniciativa hace que los peces «ataquen» al mosquito en su fase de larva, por lo que se anticipa a tener que combatirlo con fumigaciones una vez que sea adulto.
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Ese método «tiene un impacto político por ser algo visualmente llamativo, pero no estamos seguros de que realmente sea efectivo en combatir el mosquito Aedes aegypti», señaló Carissa Etienne, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Otro método, el cual fue aprobado por la Organización Mundial de la Salud, data de 1992, es la utilización de un larvicida natural creado en Perú a base de coco, mandioca, espárrago y papa, el cual mata a las larvas del Aedes aegypti y otros vectores como el Anopheles, que transmite la malaria.
El insecticida creado por la bióloga Palmira Ventosilla es una de las aplicaciones que volvió a cobrar importancia, ya que se ha aplicado con éxito en Guyana, Honduras y en varias ciudades al norte de Perú. Ahora es requerido por Uganda y Mozambique.
Del mismo modo se ha trabajado en Brasil y Panamá, donde se modificaron genéticamente a los mosquitos machos para que su descendencia muera en estado larvario.
Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales de la Universidad de Antioquia, explicó que el objetivo no es «erradicar el zancudo», sino que lo que se quiere lograr es «mantener las poblaciones a unos niveles tan bajos que no transmitan la enfermedad», explicó Vélez.
El virus del zika apareció en América Latina en 2015 y se propagó rápidamente en la región, con casos aislados en el resto del mundo. Brasil es el país más afectado con 1,5 millón de pacientes, seguido por Colombia, con 22.600.
En apariencia inofensivo, el zika causa fiebre, erupciones en la piel y dolores articulares. No obstante, se sospecha de una relación causal entre este virus y un anormal aumento de casos de microcefalia en neonatos y de enfermos por el síndrome Guillain-Barré, un mal neurológico paralizante.
Fuente: Infobae
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