Destacando que “la pequeñez es el signo de la grandeza del Evangelio”, el obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, exhortó a los nicaragüenses a “alejarse de las ambiciones de los poderosos, de las ambiciones del soberbio…” y que sean “sensibles al sufrimiento y al dolor de los otros”.
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En la homilía de la misa que presidió este domingo 5 de diciembre, Segundo Domingo de Adviento, en la catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, el obispo clamó por la sensibilidad ante el sufrimiento, principalmente, “de los más débiles, de los más vulnerables, de los que no tienen voz o se les ha silenciado la voz”.
A criterio de monseñor Álvarez, la pequeñez “entra en el espíritu de la humildad y la caridad” y, citando a San Pablo en su carta a los Filipenses, aseguró que “la justicia tiene que estar al lado de los más débiles”.
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“La justicia es principio fundamental de la existencia de los hombres, de las comunidades humanas, de las sociedades y los pueblos. Tiene un significado fundamental en el orden moral, entre los hombres, en las relaciones sociales. Puede decirse que el sentido mismo de la existencia del hombre sobre la tierra, está vinculado a la justicia y, por lo tanto, está íntimamente relacionada a la satisfacción de los bienes sociales que permiten el mejoramiento de las oportunidades de todas las personas, y particularmente de las más débiles”, aseguró monseñor Álvarez.
Agregó que “la justicia debe ser uno de los pilares de la sociedad que garantice la libertad y la distribución de la riqueza, de manera tal, que asegure la igualdad de oportunidades. En este sentido, la posibilidad del desarrollo económico y social depende de cómo están estructuradas las instituciones públicas que organizan a la sociedad, entre las que destaca la justicia independiente, autónoma e imparcial, sin la cual, la comunidad carece de un verdadero rumbo”.
“Un aspecto fundamental de la justicia en un estado de derecho radica en el principio general que toda, toda actuación del Estado debe ser calculable y previsible. Solo puede existir seguridad jurídica allí donde los ciudadanos saben con exactitud qué es lo que el Estado puede hacer y lo que el Estado no puede hacer”, continuó el obispo.
Monseñor Álvarez explicó que la justicia es un mecanismo para el mejoramiento de la calidad de vida.
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Además, dijo el obispo de Matagalpa, “la justicia debe ser respetuosa de los Derechos Humanos. La pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades de estudio, de salud, de carencias económicas, el no acceso a los servicios públicos, la corrupción, la intolerancia o el exceso de intervención de los estados arbitrarios favorecen la injusticia”.
“Todo lo contrario, la idea de una justicia con rostro humano, cercana a los desposeídos, a los débiles, a los más pobres, es la del desarrollo integral, humano, social, económico, político, institucional y de plena libertad. De aquí que el desarrollo, la justicia y la libertad, se entrelazan y retroalimentan, y de esto depende el avance o el retroceso, la pobreza, la ignorancia, la marginación, la exclusión y por lo tanto el decrecimiento o el florecimiento de un país”, apuntó monseñor Álvarez.
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