El 23 de abril de cada año es el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, fijado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) –a propuesta de la Unión Internacional de Editores– como homenaje a la literatura y sus autores, pero con el principal propósito de fomentar la lectura.
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Para la catedrática Azucena Matamoros, de la católica Universidad San Juan Pablo II en Matagalpa, uno de los pilares fundamentales para que los estudiantes tomen gusto por la lectura es “que se les enseñe en casa”.
“Hay estudiantes que son autodidactas, sin necesidad de que el maestro le indique, leen un libro, te dicen: ‘profe, fíjese que estoy leyendo este libro, o cómo lo mira usted, es interesante’, talvez porque miran a su abuelito que lee, a su papa que lee…”, refiere Matamoros.
Sin embargo, este tipo de estudiante que gusta de la lectura apenas representa uno de cada diez, enfatiza Matamoros sobre la relación de los estudiantes que ella atiende, y esto “quiere decir que (es) muy poco, (que) en literatura estamos muy mal”, señala.
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Matamoros considera que, si no se lee en familia, la area también se dificulta para los maestros, porque “si el padre de familia no tiene ese hábito en casa de leer un periódico, leer una revista, es difícil exigirle ese hábito al hijo”.
De acuerdo con Matamoros, el actual diseño curricular de la educación secundaria del Ministerio de Educación tiene la debilidad de no exigir que los estudiantes lean alguna obra completa.
“A cuarto año no le pide leer ningún libro, más que trabajar el ensayo como tal y, si es en quinto año, está enmarcado prácticamente en la investigación documental, la literatura no está obligada”, dice Matamoros.
Sin embargo, agrega que, para redactar una investigación documental o un ensayo, los estudiantes necesitan leer: “Si yo leo, mi vocabulario se amplía, mi vocabulario se enriquece más, no solamente el lenguaje oral, sino el escrito”.
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Por su parte, Juan José Blandón, de la Biblioteca Vicente Vita, del Banco Central de Nicaragua en Matagalpa, estima que la lectura por hábito es muy baja en este centro público. Sin embargo, la mínima cantidad de lectores que acude a la biblioteca, lo hace por la lectura de un género en particular que puede ser el romántico, el de ciencia ficción o el de criminalística.
La maestra Matamoros señala que, en parte, la tecnología influye mucho en los bajos índices de lectura, porque ya los estudiantes se dedican a los videojuegos o a estar en las redes sociales, y el problema se hace mayor si lo que están leyendo tiene un mal contenido: “si tienen mala ortografía, quién va a aprender eso”.
Mientras tanto, la estudiante universitaria María Inmaculada Pastora Bonilla dice preferir la lectura digital, buscando libros en internet, debido a que le resulta más económico este tipo de lecturas, ya que evita comprar el impreso. Entre sus lecturas favoritas está la saga en línea de Harry Potter.
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