
El obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, aseguró que los nicaragüenses están “cansados” de “pasiones desordenadas” y evitan escuchar a quienes “quisieran echarnos a pelear”, exhortando además a que los líderes en el país sean humildes y misericordiosos, eviten descalificarse y que todos puedan trabajar por reconstruir la institucionalidad de Nicaragua.
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En la solemnidad de Todos los Santos y con una asistencia limitada de feligreses, por el protocolo sanitario para evitar contagios de coronavirus, monseñor Álvarez disertó en su homilía de este domingo 1 de noviembre, sobre las bienaventuranzas del Evangelio, proponiendo la práctica de la humildad, la misericordia y la justicia.
“Dichosos los que lloran, porque de ellos es el reino de los cielos”, es una de las bienaventuranzas que explicó el obispo, considerando que muchas veces es bueno y necesario “llorar con el que está llorando”, como un signo de sensibilidad, y los nicaragüenses “muy probablemente ya estamos habituados a llorar”.
“Es muy difícil”, dijo el obispo, hallar a un nicaragüense que no haya llorado en 2018, también en este 2020 con la pandemia de la Covid-19, y las “muertes causadas por el virus y que han sido muertes anónimas”.
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“Pienso en cuánta gente pobre, cuánta gente campesina han vivido calladitos sus sufrimientos”, dijo el jerarca católico, recordando que, con la pandemia, hubo quienes “corrían” buscando “una camarita de oxígeno”. Incluso, contó que la semana pasada una religiosa advirtió de una familia en la que, exceptuando a la mamá, que enfermó de gravedad, todos murieron, sin precisar en qué lugar habría ocurrido.
El obispo de Matagalpa consideró, además, que el pueblo nicaragüense “se ha experimentado en el llanto, pero es un llanto que no es infecundo… es el llanto de los bienaventurados”.
Más adelante, monseñor Álvarez se preguntó: “¿Cuánta humildad nos falta a los nicaragüenses? Sólo Dios y cada uno de nosotros lo sabe. Sin embargo, cuando se observa el panorama sociopolítico de nuestra flagelada Patria, me pregunto si ¿en esos ‘tiras y encoges’, en esas disputas, en esos protagonismos, en esas búsquedas de intereses personales o grupales, en esa sed de protagonizar, en esas salpicaduras de ofensas, de agresiones de posturas, se podrá hablar de humildad?”.
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“Si me permiten expresarles, no basta con decir o salir en un vídeo o en una foto, en una viñeta radial o spot televisivo hablando de solidaridad con los que padecen alguna tribulación. No. Es necesario realmente llorar con el que llora, para reír con el que ríe, sufrir con el que sufre para alegrarse con el que se alegra, tener hambre y sed de justicia para entonces entender realmente al que sufre la injusticia y además ponerse en su lugar y luchar por él y con él”, agregó.
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El obispo llamó a los líderes a que sean “misericordiosos entre ustedes. Sólo así podrán ser misericordiosos con el pueblo, porque nadie da lo que no tiene. ¿Cómo va a creer el pueblo en un líder misericordioso con los pobres, con los campesinos, si cuando saltan a la palestra pública o en sus reuniones se debaten muchas veces inmisericordemente? Es imposible. Aunque a algunos no les sonarían estas palabras, tenemos que decirlo: es necesaria la pureza del corazón para escuchar al otro y no descalificarlo; escucharlo buscando cómo descubrir en sus palabras una verdad, una virtud”, expresó monseñor Álvarez.
Continuó: “Pero, también la pureza del corazón es necesaria cuando se habla, para construir y no destruir, para edificar y no desedificar o descalificar. Es necesario trabajar por la paz, la paz con justicia, con verdad y sin venganza. Los nicaragüenses hemos de desterrar de una vez para siempre de nuestros corazones cualquier sed de venganza. La venganza como la violencia, destruye. Y estoy convencido que el pueblo no escucha, sea a quien sea y venga de donde venga, al que quisiera echarnos a pelear, a quienes atizan el fuego de las pasiones desordenadas como la venganza y el odio. Estamos realmente cansados de eso. Queremos una nueva Nicaragua, no nos cansaremos de decirlo, donde reine la paz, la justicia, la libertad. Donde todos, juntos, podamos transparentemente trabajar incansablemente por reconstruir los pilares de la institucionalidad y la paz. Una Nicaragua así, sí es posible”.
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