Durante el tradicional viacrucis de penitencia, este Viernes Santo en la ciudad de Matagalpa, miles de católicos conmemoraron la pasión y muerte de Cristo, la que asociaron con el sufrimiento de los nicaragüenses debido a la crisis sociopolítica que cumplió un año en el país y, en algunos casos, ofrecieron sus oraciones por una “Nicaragua libre”.
Fervorosos, algunos fieles caminaron descalzos y algunos recorrieron de rodillas el trayecto de pocas cuadras desde la iglesia San Felipe de Molagüina hasta la catedral San Pedro Apóstol, ofreciendo penitencias por su salud y en otros casos por milagros recibidos.

Entre la multitud hubo quienes vestían de azul y blanco, otros más desafiantes usaron playeras con la Bandera Nacional estampada; y otros portaban orgullosos el pabellón bicolor.
Erick Martínez, vistiendo su hábito rojo y blanco de monaguillo, alzaba una bandera de Nicaragua, pero llevaba las manos atadas con una cuerda y los ojos vendados. “Es una manera de penitencia pidiéndole a Dios que Nicaragua pronto sea libre, que viva en democracia”, explicó el joven acólito, indicando que sus oraciones también eran por la liberación de los presos políticos y “para que no sea pecado ni delito alzar nuestra bandera”.
En tanto, Jorge Rodríguez, con camisa blanca, pantalón azul y una pañoleta al cuello con los mismos colores, portaba la bandera en cuyas franjas azules escribió: “Nicaragua resucitará”, una frase reciente del obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, fuerte crítico del orteguismo.
“Hago mías las palabras de monseñor Báez, pienso que Nicaragua va a resucitar de esta situación en que la tienen postrada, secuestrada, crucificada… este mensaje hoy es más válido que nunca”, señaló Rodríguez.
Nicaragua experimenta “una de sus heridas más profundas”
Al comenzar la procesión, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, reflexionó que el viacrucis ha sido hecho por los pecados personales y sociales, por el egoísmo, ambición, prepotencia, corrupción y “a costa del hambre, del dolor y del desempleo de nuestro pueblo”.
Después de rezar la primera estación del viacrucis, el obispo habló con periodistas ante quienes reiteró que Nicaragua “tiene un año de estar experimentando una de sus heridas más profundas y dramáticas en su historia”.
“Y nosotros estamos asociando el dolor de tantos nicaragüenses a la pasión de Cristo y viviendo, aun indignamente, ese dolor y horror que nuestro Señor padeció en Getsemaní, cuando recordamos que hay muchas madres, muchas familias que están recordando con mucho dolor y angustia la ausencia física, la pérdida de un hijo, de una hija, de un muchachito, de alguien que no merecía la muerte, que no debía haber muerto, pero que una bala criminal lo alcanzó y le robó el futuro”, aseguró monseñor Álvarez.
Recordó además que muchas familias nicaragüenses experimentan el dolor de tener a algún preso político, algún exiliado, personas que, según el obispo, estarían “viviendo un segundo destierro en las últimas décadas”, y “todo esto implica uno de los dolores morales más grandes que le puede dar al alma de un pueblo que es la desintegración de la familia”.
Monseñor Álvarez advirtió que además de los exiliados forzados, que muchas veces padecen el desprecio, también está latente “el dolor del desempleo, el dolor del hambre que ya cienes, miles de nicaragüenses están experimentando”, y apuntó que estos “son sufrimientos que se asocian a la pasión del Señor”.
A un año de la crisis en el país, el obispo de Matagalpa también lamentó que “se sigan irrespetando los derechos constitucionales de los nicaragüenses”. “Hemos sabido que en estos últimos días se ha adoptado una manera peculiar de detención, porque se apresa a la gente y entendemos que se les lleva después a sus casas, pero también hemos sabido que hay personas que en ese trayecto han sido golpeadas. Hemos sabido que, cuando hay una expresión pacífica, cívica de algunos sectores que manifiestan su lucha por la paz y la justicia, inmediatamente y de forma desmedida se acercan fuerzas armadas y hasta rodean parques, lugares públicos e incluso templos de la iglesia, y todo eso en una sociedad de libertad y de respeto a los derechos constitucionales no debería de existir”, dijo Álvarez.
Asedian iglesia en Sébaco
Justamente, la noche del Jueves Santo, después de la Procesión del silencio, un fuerte dispositivo policial mantuvo rodeada la capilla Divino Niño, así como la casa cural e instalaciones de la radio, el canal local de televisión católica y el colegio San Luis, por lo que el sacerdote Uriel Vallejos hizo sonar las campanas del templo y una multitud de feligreses acudió al llamado, por lo que los policías tuvieron que irse.
“No pude interactuar con ellos y la incógnita está en por qué a estas horas de la noche se aparecieron a rodear la capilla y el colegio”, dijo el padre Vallejos al Canal Católico, invitando a la población “a no tener miedo”, porque “la voz profética que el Señor nos ha concedido, jamás va a ser opacada por la fuerza del hombre”.
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