5:50 p.m. La tarde cae y un día después de la masacre del Día de la Madre, Managua parece un pueblo azotado por los más duros huracanes. No hay gente en las calles. Ha sido un día gris, silencioso; de esos en los que la palabra se ausenta de nuestro “yo” más ruidoso, pues el temor, el dolor y la desesperanza solo se entienden desde dentro…en silencio. Abordo un taxi en Galerías Santo Domingo.
-“¿Qué tal? ¿Cómo le va? ¿Cómo ve la Ciudad?”, le pregunto al taxista.
“Pues fíjese amigo, que hay una aparente paz que nadie se cree; lo que pasa es que ya desnudamos a Daniel, ya se le cayó la careta”, me responde.
Raúl es un nombre, tiene más de 15 años de recorrer Managua todos los días en su taxi y 55 años de vivir en esta capital de Nicaragua. Dice estar en contra del gobierno del presidente Ortega y describe cómo desde el 18 de abril “económicamente no se hace nada. Únicamente hago 300 córdobas de gasolina y 200 de comida. Estamos a un paso de llegar al nivel de Venezuela. No hay humildad en ninguna de las partes; ni de la derecha ni de la izquierda. Vea lo que he ganado hasta ahorita (me muestra 200 córdobas)”.
Avanzamos. Mientras pasamos por el sector de Metrocentro, nos detenemos esperando circundar la rotonda Rubén Darío. La enorme bandera de Nicaragua colocada a la mitad del asta, hondea tenuemente, mientras en la radio que Raúl lleva encendida escuchamos la canción Honesty, del compositor y pianista estadounidense Billy Joel.
Quizá ambos pensemos en que lo que menos tiene este Gobierno es honestidad. A semejanza de Raúl, en los primeros días de junio otros taxistas me han comentado que “están fregados económicamente” y señalan que la raíz de la actual crisis sociopolítica que viven los nicaragüenses se debe a la represión gubernamental.
“La gente es por eso que se ha levantado. La gente reaccionó. ¿De qué vale todo lo que ha hecho Daniel? ¿Y los muertos? La vida vale más. Los nicaragüenses están dolidos. Defender a Daniel es no defender a tus hermanos. Daniel debe pedirle perdón al pueblo de Nicaragua”, comenta Enoc, otro taxista capitalino.
Sin embargo, así como hay taxistas abiertamente “vandálicos” que no temen expresar su descontento por la muerte de los más de 130 jóvenes asesinados en el contexto de las protestas pacíficas, en diferentes puntos de la geografía patria, hay un sector que intenta mantenerse al margen de la situación. Unos evitan tocar el tema y me comentan sobre el Mundial de Futbol que se acerca, o elevan el volumen de la radio para evitar que entablemos conversación.
Uno de ellos me comentó lo siguiente: “Frente a esta situación yo creo que no se trata de favorecer a uno o al otro. Se trata de vernos de frente y darnos cuenta de que somos nicaragüenses; y ya no queremos más violencia”.
Luego de más de 50 días en los que –frente a la no circulación de las unidades del transporte urbano colectivo en Managua-, me ha tocado movilizarme en taxis, perdí la cuenta de lo que he gastado, “pues se te ha ido el salario en esos taxis”, me dice una amiga.
Sin embargo, hablar con Raúl, Enoc y tantos taxistas más, me ha permitido conocer cómo este sector repudia el autoritarismo y las agresiones del gobierno del presidente Ortega, exigen su salida, denuncian y condenan el asesinato de los jóvenes, se solidarizan con los estudiantes atrincherados, denuncian el incremento del combustible, rechazan toda manifestación de violencia y no ven voluntad para encontrar un camino que enrumbe a Nicaragua hacia un nuevo período histórico.
Domingo. Cerca del mediodía abordo un taxi en el sector de Plaza Inter. Cuando pasamos cerca de la rotonda Hugo Chávez, el taxista la señala con el dedo y me dice: “Mire amigo, se quejan de los tranques que los autoconvocados mantienen en el país, pero no denuncian este tranque que tienen aquí en la rotonda; como tampoco dicen nada del otro gran tranque que tienen en El Carmen”.
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