Luis Eduardo Martínez M., LA PRENSA, 31 de octubre de 2015
Trozos de zinc corroído más algunas tablas y pedazos de plástico negro sirven de casa y techo a la joven mujer de 36 años y sus tres hijos adolescentes, quienes aspiran a terminar de construir una vivienda en la que dejarían de dormir hacinados y de mojarse cuando llueve.
Ahí, en una loma del llamado barrio Sadrach Zeledón –nombre del alcalde orteguista del municipio– al norte de la ciudad de Matagalpa, Ana del Carmen Herrera Díaz empezó hace dos años a recoger botellas de plástico para llenarlas con arena y hace un año, cuando reunió suficientes, empezó la construcción de la casa.
Pero, el avance de la obra ha sido lento y “tenemos más de un mes que el proyecto está parqueado”, lamenta Herrera, indicando que le falta dinero para obtener cemento.
La casa tiene un particular diseño circular y entre los materiales sustituye ladrillos o bloques por las botellas rellenas con arena bien compactada.
Herrera dice que la obra fue idea de Juan Carlos Rizo, un constructor que le apoya con la mano de obra; mientras que un comerciante de Matagalpa le donó el cemento ya usado en la construcción, pero todavía le falta conseguir más.
“Quisiera me apoyaran para poder terminar la casa pronto”, expresa la mujer que se gana la vida cuidando al niño de una vecina, explicando que “antes iba a buscar trabajo, lavando y cocinando, pero tengo problemas en un pie y casi no salgo… me quedo y cuido al niño ajeno, pero gano poco”.
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