Unidad: un clamor que también llegó en video

Madre de víctima de la represión y exdiplomática argentina llaman a la unidad real de la oposición nicaragüense

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Representantes de distintas organizaciones que promueven la unidad opositora nicaragüense en el exilio. © Mosaico CSI

El salón no era particularmente grande. Pero cuando en pantalla apareció la imagen de Lizeth Dávila, madre de Alvarito, el adolescente asesinado por una bala de la represión, todo se detuvo. Las conversaciones cesaron, los desacuerdos quedaron en pausa, y la atención de los presentes fue por completo en sus palabras. Su voz, serena pero firme, atravesó la sala con la convicción de quien no ha dejado de luchar desde entonces.

No podemos olvidar ni perdonar la masacre ocurrida ese año por parte de la dictadura Ortega Murillo hacia nuestros jóvenes, niños, obreros y estudiantes asesinados ese día”, dijo Dávila, refiriéndose a lo ocurrido el 30 de mayo de 2018, fecha que en Nicaragua debería ser de celebración por el Día de las Madres, pero que se transformó en una jornada de luto nacional tras la masacre ejecutada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra manifestantes en Managua.

Dávila es madre de Álvaro Manuel Conrado Dávila, un estudiante de 15 años que el 20 de abril de 2018 fue herido de bala mientras llevaba botellas de agua a los manifestantes. El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) concluyó que, además, el adolescente también fue víctima de negación de atención médica en hospitales públicos.

Dávila hablaba desde un rincón del exilio, lejos de las calles donde vio a su hijo caer, y desde donde aún hoy sostiene la memoria como antorcha.

Para los 28 representantes de más de 40 organizaciones opositoras reunidas en un salón de la Universidad Internacional de Florida (FIU) en Miami, el 30 de mayo no era un día cualquiera. Habían llegado al encuentro convocado por el sacerdote Benito Martínez Gamboa buscando construir un camino de unidad. El mensaje de Dávila, sin embargo, les recordó por qué esa unidad importa.

No dejamos de luchar y mantener viva la memoria, concientizando que necesitamos cambios y una verdadera unidad, porque solo así lograremos la libertad”, insistió.

Nadie en la sala interrumpió. Cada palabra de la madre que perdió a su hijo por llevar agua a los manifestantes caía como un golpe en la mesa. Su llamado —“Nuestros hijos merecen justicia. ¡No a la impunidad!”— resonó más que cualquier discurso político. Era la verdad dicha sin cálculo.

Luego, la pantalla mostró a otra mujer. Esta vez no una madre doliente, sino una diplomática de trayectoria: Paula María Bertol, exrepresentante de Argentina ante la OEA. Desde Madrid y antes de volver a su país, habló con la claridad de quien ha aprendido a no rendirse.

Ustedes mejores que nadie saben lo que significa alzar la voz y pagar por ello”, les dijo a los exiliados nicaragüenses. No usó frases solemnes. Habló de la tristeza, de la ausencia, del olor de la tierra que se extraña.

Han sufrido la enorme tristeza de no ver a sus seres queridos, de estar fuera de su país, extrañando hasta los olores más íntimos”, dijo Bertol.

Consciente de las fracturas que atraviesan a la oposición, Bertol los animó a no minimizar lo alcanzado: “Valoren lo que se pudo lograr y proyecten hacia adelante cómo crecer cada vez más en la unidad e ir hacia la libertad”.

El intento de unidad, reconoció ella misma, apenas comienza, pero insistió en que el paso dado en ese encuentro debía ser valorado como punto de partida. “¡Que se rinda tu madre!”, soltó inesperadamente.

El 31 de mayo, al finalizar el segundo día de reuniones, las organizaciones presentes, entre ellas la Plataforma de Pueblos Indígenas, la Gran Coalición Opositora Nicaragüense, el Movimiento Eddy Montes Praslín, la Plataforma de la Unidad por la Democracia (Pude), Movimiento Campesino, entre otras, suscribieron el pronunciamiento “Todos seamos uno”.

El texto reafirma el compromiso con la unidad como una estrategia viva y en movimiento, que busca articular acciones de resistencia cívica, tender puentes con las bases ciudadanas y mantener abiertas las puertas a quienes aún no se suman.

Además de rechazar la impunidad y exigir justicia, el documento plantea una agenda que incluye la promoción de sanciones al Ejército y al Frente Sandinista, el impulso al desconocimiento del régimen ante gobiernos democráticos y el fortalecimiento de redes de articulación internacional. Según el texto, no se trata únicamente de salir de una dictadura, sino de sembrar “las bases de una nueva nación donde la verdad, la justicia y la libertad sean inquebrantables”.

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