La participación de monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa, en la misa de toma de posesión del Papa León XIV como obispo de Roma, celebrada este 25 de mayo en la Basílica de San Juan de Letrán, ha sido interpretada como una señal clara de cercanía entre el nuevo Pontífice y la Iglesia católica nicaragüense.
Monseñor José Antonio Canales Motiño, obispo de la diócesis de Danlí en Honduras y Secretario general del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), coincide plenamente con esa percepción: “No tengo ninguna duda que esa interpretación sea correcta. Claro que sí”.
Monseñor Canales, quien mantiene una comunicación constante con monseñor Álvarez desde que este fue desterrado, explicó que el Papa no es ajeno a lo que ocurre en Nicaragua.
“El Papa ha vivido en América Latina. El Papa conoce punto por punto todo el Viacrucis de la Iglesia nicaragüense. De eso no tenga usted ni la menor duda”, afirmó.
Agregó: “Usted no crea que al Papa le dicen: ‘Ah, la Iglesia en Nicaragua… ¿dónde está ese país?, cuéntenme qué ha pasado allá’. Nunca”.
Esa familiaridad no le sorprende a monseñor Canales. Recordó que antes de ser elegido Papa, León XIV trabajaba en el Dicasterio para los Obispos en Roma. “Estoy casi seguro de que antes de haber sido elegido Papa, ya ellos tuvieron más de algún encuentro, pero eso lo presumo precisamente por el cargo que tenía el que ahora es el Papa León XIV, ¿verdad?”.
“Entonces, toda la problemática de ver cómo se puede continuar con la Iglesia en Nicaragua… los obispos, no solamente monseñor Rolando, seguramente también el Papa se encontró con los otros obispos que también fueron desterrados, ¿verdad? Porque ese era su trabajo”, continuó monseñor Canales.
En enero de 2024, monseñor Álvarez fue desterrado a Roma tras haber estado encarcelado. Desde entonces, monseñor Canales ha tenido un contacto frecuente con él, tanto en persona durante sus visitas a Roma como mediante mensajes.
“Esta mañana (lunes 26 de mayo) tuve un intercambio con él vía WhatsApp”, relató el obispo de Danlí.
“(Monseñor Álvarez) Ha superado bastante… ha superado mucho”, insistió.
Pero el obispo hondureño aclaró que el proceso no está cerrado: “Claro que el hecho de que continúe fuera de su país, que continúe fuera de su diócesis, pues a cualquiera le hace revivir lo que aconteció, porque es que no se ha solucionado”.
Para monseñor Canales, la situación que atraviesa el obispo de Matagalpa no puede verse como superada. “Una cosa es que usted viva una experiencia amarga, por decirlo así, y que se solucionó finalmente… Entonces usted cuenta ahora qué difícil fue todo aquello, pero que gracias a Dios ya pues las cosas han cambiado completamente y ya valió la pena todo lo que he sufrido, podríamos decir. Pero en el caso de monseñor Álvarez es que la herida está abierta”.
El mismo diagnóstico comparte respecto a monseñor Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y obispo de Jinotega.
Monseñor Canales lo vio recientemente en Guatemala, donde el obispo de Jinotega fue desterrado. “Está muy bien. Gracias al Señor”, dijo.

“Anímicamente, pues (monseñor Herrera) está con sus hermanos franciscanos en Guatemala, en una parroquia muy bonita en el centro de la capital… Es normal, igual que lo que dije de monseñor Rolando Álvarez. Es que la herida está abierta, no se ha cerrado… pero está tranquilo, está físicamente bien, y ahí está, ¿verdad? Pues haciendo lo que puede hacer como sacerdote”, señaló el obispo de Danlí.
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El obispo hondureño considera que el contexto actual en Nicaragua no tiene precedentes en la región.
“Lo de Nicaragua es un proyecto que no ha existido antes en América Latina. Es un proyecto totalitario de aislamiento total de la comunidad internacional”, advirtió.
“Mire, es tan fuerte que ni siquiera en Cuba, porque a Cuba se le aisló. Pero en el caso de Nicaragua es que el mismo gobierno quiere aislar al país porque no quiere opiniones exteriores. No quiere que nadie se entrometa en su proyecto. Pues ya todo el mundo sabe que es el estilo de Corea del Norte”, consideró monseñor Canales.
Ante ese escenario, advirtió con contundencia: “Allá en Nicaragua solamente hay dos caminos para la Iglesia: desaparecer como institución o someterse. Esos son los dos caminos que tiene claro la Iglesia de Nicaragua. Aunque admitió una tercera vía espiritual: “La Iglesia subsiste en el corazón de la gente”.
Y en ese corazón, asegura, la dictadura no puede penetrar: “Se pueden invadir universidades de la Iglesia, se pueden confiscar emisoras, se pueden robar curias episcopales… Bueno, se pueden hacer mil cosas contra la Iglesia, pero donde no puede entrar el gobierno de Nicaragua es en el corazón de los nicaragüenses católicos. Ahí no pueden entrar. Ellos pueden entrar a todas partes. La Policía puede entrar a donde le dé la gana, pero no pueden entrar en el corazón católico de los nicaragüenses. Ahí nunca podrán entrar”.
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