La posibilidad de que el cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano llegue al Vaticano para participar en el Cónclave que elegirá al nuevo Papa está en manos del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que en los últimos años ha emprendido una ofensiva sistemática contra la Iglesia católica en Nicaragua.
Brenes, de 75 años y actual arzobispo de Managua, forma parte del grupo de 135 cardenales con derecho a voto en el proceso que, según la normativa vaticana Universi Dominici Gregis, debe comenzar entre el 6 y el 11 de mayo, tras el fallecimiento del Papa Francisco. Es, además, uno de los dos únicos cardenales centroamericanos que podrían participar en la elección. El otro es Álvaro Ramazzini, obispo de Huehuetenango, en Guatemala.
Pero su eventual salida del país —y su posible regreso— están rodeados de incertidumbre. Aunque el gobierno nicaragüense envió un breve mensaje lamentando la muerte del pontífice, ha sostenido durante años un discurso de confrontación contra la jerarquía católica, a la que ha acusado de “golpismo” y calificado como parte de una “mafia”.
Sin embargo, hasta el momento, el cardenal Brenes no ha hecho ninguna declaración pública sobre su eventual participación en el Cónclave.
La Arquidiócesis de Managua únicamente publicó una nota de duelo la mañana de este lunes 21 de abril, en la que lamenta el fallecimiento del Papa y convoca a una eucaristía por su eterno descanso.
La nota de duelo menciona que el cardenal Brenes recibió con profundo dolor la noticia de la muerte del Pontífice y se dirigió inmediatamente a orar en su capilla privada. Además, presidió una misa en la Catedral de Managua al mediodía. Pero no hay mención alguna sobre un posible viaje a Roma para asistir al Cónclave.
En Nicaragua, la represión no ha sido solo retórica. Procesiones han sido prohibidas, templos y seminarios ocupados, canales católicos sacados del aire, y al menos cuatro obispos fueron obligados a abandonar el país.
Uno de ellos, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, fue condenado a 26 años y cuatro meses de prisión en 2023 y luego desterrado en enero de 2024, en el mismo vuelo en el que viajaban el obispo de Siuna, monseñor Isidoro Mora, 15 sacerdotes y 2 seminaristas. En noviembre del mismo año, el obispo de Jinotega, monseñor Carlos Herrera, también fue desterrado. A ellos se suma monseñor Silvio Báez, exiliado desde 2019 tras recibir amenazas de muerte.
Suscríbase a nuestro Canal de YouTube
En este contexto, incluso la figura del cardenal Brenes —que ha evitado confrontaciones abiertas con el régimen— podría enfrentar obstáculos para viajar a Roma. Y si se le permite asistir al Cónclave, sigue abierta la pregunta de si se le permitiría regresar al país.
La participación de Brenes en la elección del próximo Papa sería un hecho histórico para la Iglesia nicaragüense. Pero también se convertiría en una nueva prueba del grado de control que el régimen ejerce sobre la fe y la libertad de movimiento de los líderes religiosos en el país.
Facebook Comments