Este Sábado de Gloria, las parroquias de la Diócesis de Matagalpa celebran la Vigilia Pascual más temprano de lo habitual en un ambiente de vigilancia policial y paramilitar, además de las restricciones impuestas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
En años anteriores, muchas comunidades iniciaban esta liturgia a las 10 de la noche del Sábado de Gloria para concluirla en las primeras horas de la madrugada del Domingo de Resurrección.
Durante el Triduo Pascual, la presencia policial ha sido notoria en los alrededores de los templos. Patrullas permanecieron estacionadas cerca de algunas parroquias, y en otras zonas circularon grupos de motociclistas vestidos de civil. “Esos son los paramilitares que juramentaron como policías voluntarios”, comentó una feligrés que prefirió no identificarse.
Asimismo, la Semana Santa en la Diócesis de Matagalpa ha estado marcada por la ausencia de actividades centrales ante el destierro de su obispo, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, quien permanece en Roma.
Al inicio de la semana, no hubo viacrucis infantil en las calles. Tampoco fue realizado el tradicional viacrucis juvenil del Martes Santo, en el que grupos de jóvenes caminaban desde el centro diocesano de pastoral La Cartuja hasta la catedral San Pedro Apóstol.
La Cartuja fue confiscada por el régimen a inicios de 2025 y ahora funciona como extensión de la Universidad Nacional Agraria.
Sin Misa Crismal
La Diócesis tampoco celebró la Misa Crismal, uno de los ritos litúrgicos más importantes del calendario católico.
Esta misa permite al obispo consagrar el santo crisma y bendecir los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, elementos fundamentales para la vida sacramental de las parroquias. Además, representa un momento clave para el clero, que renueva públicamente sus promesas y su obediencia. Sin esa celebración, la diócesis queda sin los signos sagrados que acompañan los sacramentos de iniciación.
El año pasado, monseñor Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, presidió esa liturgia en Matagalpa en Miércoles Santo.
Pero monseñor Herrera también fue desterrado en noviembre de 2024, junto con otros religiosos. Este año, sin obispos presentes, las Diócesis de Matagalpa, Estelí, Siuna y Jinotega no incluyeron la Misa Crismal en su calendario de Semana Santa.
Aun así, la participación ha sido masiva. En Jinotega, el Domingo de Ramos, la cantidad de personas superó la capacidad de la catedral San Juan Bautista y muchos no lograron ingresar.

En Matagalpa, el Jueves Santo, las parroquias celebraron la Misa de la Cena del Señor dentro de los templos o en patios cerrados. Esa liturgia recuerda la última cena de Jesús con sus discípulos y la institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal.
Dos sacerdotes más impedidos de volver
La persecución también ha alcanzado a sacerdotes que se encontraban fuera del país. En este mes de abril, el régimen impidió el retorno del presbítero Jalder Hernández, quien había salido en misión pastoral a Estados Unidos.


“Dictadura sandinista impide el ingreso a Nicaragua al sacerdote Jalder Hernández. Durante 2018, el presbítero fue agredido en el atrio de la parroquia Santiago en Jinotepe”, denunció la abogada Martha Patricia Molina en su cuenta de X el pasado 14 de abril. Otro sacerdote en igual situación decidió mantenerse en el anonimato.
Mientras tanto, desde Roma, el Papa Francisco dirigió un mensaje al clero en ocasión del Jueves Santo. La homilía fue leída en su nombre por el cardenal italiano Domenico Calcagno, quien presidió la Misa del Crisma en la Basílica de San Pedro. En el texto, el Papa exhortó a los sacerdotes a “salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza”.
En Matagalpa, esa esperanza persiste entre restricciones, vigilancia y ausencia episcopal. La Semana Santa aún no concluye, pero ya ha dejado claro que ni la confiscación de espacios sagrados, ni la vigilancia estatal, ni la falta de óleos han logrado detener la fe de un pueblo que sigue caminando hacia la Pascua.
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