Han pasado ya 14 años desde aquel día memorable, cuando Matagalpa —Nicaragua entera— se volcó a las calles, llena de júbilo, para recibir con los brazos abiertos al nuevo obispo: monseñor Rolando José Álvarez Lagos.
Aquel día no fue solo una ceremonia eclesial, sino el inicio de una misión profunda de amor, entrega y fidelidad a Dios y a su pueblo. “Si me equivoco, ustedes me enseñarán”, dijo con humildad en sus primeras palabras, dejando claro desde entonces que venía como un servidor, no como un superior.
Desde su llegada, monseñor Rolando no se quedó en los muros del obispado. Cruzó ríos y montañas, caminó junto al campesino, abrazó al niño, escuchó a la mujer, dialogó con el joven, orientó al profesional. Su presencia era una constante en todos los rincones de la diócesis, siendo un pastor con olor a oveja, como pide el Papa y el Evangelio, cercano, humano, profético.
Su palabra valiente y clara nunca buscó el conflicto, sino la verdad. Su mensaje tocó corazones y despertó conciencias. No tardó en ganarse el amor del pueblo entero. Su compromiso con la justicia, la dignidad y la libertad lo llevó a enfrentar grandes sufrimientos, incluyendo el encierro injusto que soportó con entereza y con fe inquebrantable.
En el silencio de la cárcel, su voz no se apagó. Su testimonio se convirtió en luz para muchos, y su entrega quedó grabada en el corazón de quienes lo aman y esperan su regreso, con esperanza firme en Dios.
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Hoy, por voluntad divina y del Santo Padre, Francisco, sigue siendo el obispo de esta iglesia viva, y su legado sigue creciendo, no solo en Matagalpa, sino más allá de sus fronteras.
Es el noveno obispo, sí, pero también un gran profeta de nuestros tiempos, testigo del Evangelio con su vida.
A 14 años de su toma de posesión, celebramos no solo su ministerio, sino su valentía, su fidelidad y su amor por la verdad. Que su ejemplo siga inspirando a generaciones, y que su retorno, en el tiempo de Dios, sea motivo de nueva esperanza para este pueblo que no deja de orar por él.
Monseñor Rolando Álvarez: pastor, profeta, mártir del amor y la verdad el pueblo ora siempre por usted.
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