El 7 de diciembre, día en que Nicaragua se llena de fervor con la tradicional Gritería, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa y Administrador Apostólico de Estelí conmemora tres décadas de vida sacerdotal.
Este aniversario, sin embargo, lo encuentra lejos de su tierra natal, desterrado desde enero de 2024, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo envió junto a otros clérigos a Roma.
El año pasado, al cumplir 29 años como sacerdote, monseñor Álvarez estaba encarcelado. Ahora, aunque en libertad, el silencio envuelve su figura.
Poco se sabe de él: en mayo apareció en la ordenación de un sacerdote en Roma, en junio en Sevilla, España, y en octubre fue uno de los invitados al Sínodo de la Sinodalidad en el Vaticano. En los próximos días, se espera que presida al menos una misa en Sevilla.
La ausencia del obispo es notable en Matagalpa, donde su cercanía y dinamismo dejaron una huella profunda en la feligresía.
Con un estilo pastoral único, monseñor Álvarez se destacaba por su interacción con todas las edades: desde quebrar piñatas con niños hasta participar en eventos deportivos y bailes con jóvenes.
Su compromiso con la comunidad trascendía el ámbito religioso, consolidándose como una figura querida y respetada.
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Su lema episcopal, Fiat mihi secundum verbum tuum («Hágase en mí según tu voluntad»), guio su labor desde su ordenación sacerdotal en 1994.
Su formación académica, que incluyó estudios en Guatemala y en prestigiosas universidades romanas como la Lateranense y la Gregoriana, lo preparó para asumir roles de liderazgo en la iglesia.
En 2011, el Papa Benedicto XVI lo nombró obispo de Matagalpa, cargo que asumió el 2 de abril de ese año en una ceremonia memorable en la catedral San Pedro Apóstol.
Como obispo, monseñor Álvarez fue un defensor de la comunicación y la evangelización mediante medios digitales. Su iniciativa, Diócesis Media, logró fortalecer los medios diocesanos hasta 2022, cuando el régimen Ortega Murillo cerró todas las radios y canales católicos en Matagalpa.
El 4 de agosto de 2022 fue sometido a un encierro en la Residencia Episcopal de Matagalpa junto a 12 personas. Tras un descomunal operativo policial, el 19 de agosto, monseñor Álvarez fue trasladado a Managua, donde permaneció bajo arresto domiciliario hasta que, el 9 de febrero de 2023, fue encarcelado en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro, conocido como La Modelo. Un día después, fue condenado sin juicio a 26 años y 4 meses de prisión.
Tras 338 días en La Modelo, monseñor Álvarez fue finalmente desterrado el 13 de enero de 2024, junto a otros clérigos. En Roma, la imagen del obispo celebrando misa, apenas un día después de su llegada, contrastaba con el silencio que desde entonces ha marcado su vida pública.
Hoy, su destierro resuena en Nicaragua en medio de la represión que enfrentan la iglesia y otros sectores críticos del régimen. Su nombre, sin embargo, sigue vivo en las oraciones de quienes, desde Matagalpa, esperan su regreso.
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