El tranquilo poblado de Muy Muy, en el departamento de Matagalpa, el nombre de Tania María López Membreño resuena con tristeza y desconcierto. A sus 23 años, esta joven, madre de un niño de cuatro, enfrenta una realidad que pocos en su tierra natal logran comprender: hace meses la han visto deambulando como indigente por Sevilla, España, mientras su familia en Nicaragua lucha por traerla de vuelta.
En la casa de madera frente al estadio del barrio El Plantel en Muy Muy, Gloria Amparo Blandón Ríos, su madre adoptiva, vive con la angustia como compañera diaria. Sus ojos reflejan la fatiga de quien no ha dejado de rezar y buscar soluciones.
“Lo único que quiero es que ella vuelva, no importa que no traiga nada. Solo quiero que regrese a casa y que me ayuden a que mi hijita vuelva a Muy Muy”, dice mientras mira con ternura a su nieto, Rayder Jared, quien aún no entiende por qué su mamá no está.
La vida de Tania estuvo marcada por el esfuerzo. Gloria la crio desde que tenía un año y medio, cuando se casó con Genaro José López Urbina, el papá de Tania.
“Aunque no la haya parido, es mi hija”, asegura Gloria con la voz llena de amor, y contando que Tania estudiaba en el Instituto Padre José Bartocci. Cuando quedó embarazada empezó a estudiar en la modalidad sabatina, y trabajaba en tiendas del mercado de Muy Muy para aportar al hogar.
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Pero las limitaciones económicas pesaban sobre la familia. Gloria, enferma y a la espera de una operación de riñón, y Genaro, su esposo, quien trabaja como destazador, apenas lograban cubrir los gastos.
En noviembre de 2022, Tania tomó una decisión que parecía la mejor para todos: viajar a España, trabajar y enviar ayuda.
“Honestamente no tenemos donde vivir y ella dijo que se iba a ir por un sacrificio por nosotros, trabajar y ganar para darle algo al bebé”, recuerda Gloria.
Una amiga de la familia que vive en Sevilla facilitó el viaje, comprando los boletos para que Tania pudiera buscar viajar y buscar empleo.
Poco después, Tania consiguió trabajo en un bar cercano a donde residía. Sin embargo, con el tiempo, algo cambió.
Gloria narra que su hija comenzó a quedarse encerrada en su cuarto. Sospechan que consumía drogas. “Era una muchacha cristiana, instruida en los caminos de Dios, y nunca anduvo en cosas así. Bien educada. Por eso el pueblo de Muy Muy está asustado, se preguntan cómo pudo llegar a eso”.
Hace más de diez meses que Gloria perdió comunicación con Tania. A través de personas que la conocen, supo que su hija vive en las calles y que tiene problemas de adicción.
En su hogar, mientras cuida a su nieto, Gloria no deja de pedir ayuda. Ha abierto una cuenta bancaria con la esperanza de recaudar fondos que les permitan buscar a Tania en España.
Mientras tanto, el niño crece entre las ausencias de su madre y el amor incondicional de sus abuelos. Gloria trata de mantener la esperanza viva, aferrándose a su fe y al anhelo de ver regresar a su hija. Cada día, su oración es la misma: que Tania vuelva al lugar donde el amor de su familia sigue intacto, esperándola.
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