El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) manifestó preocupación y solidaridad con la Iglesia nicaragüense, tras el destierro de monseñor Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, enviado forzadamente a Guatemala por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
En una carta dirigida al arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano, quien es además el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, el CELAM expresó su apoyo fraterno y reiteró su compromiso con la Iglesia nicaragüense en estos momentos de crisis.
“Desde el Consejo Episcopal Latinoamericano seguimos con dolor los acontecimientos que afligen a la Iglesia que peregrina en Nicaragua, y particularmente la situación que están atravesando varios obispos y sus diócesis”, expresa la carta firmada por la presidencia del CELAM, encabezada por el arzobispo de Porto Alegre, Jaime Spengler, y otros altos representantes eclesiásticos de América Latina. La misiva fue emitida el 15 de noviembre desde Bogotá, Colombia.
El CELAM hizo un llamado especial a la solidaridad y a la oración por monseñor Herrera, desterrado sin justificación oficial, en lo que se considera un acto represivo y de hostigamiento por parte del régimen de Nicaragua hacia la Iglesia católica.
“Nos solidarizamos con él y rezamos para que esta situación se solucione pronto y pueda regresar a su Patria”, añadió el CELAM en su misiva.
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El documento también reafirma el acompañamiento del CELAM a toda la Iglesia en Nicaragua, destacando su “cercanía y disponibilidad fraterna” para apoyar a los obispos y a los fieles nicaragüenses, quienes, “con la fortaleza de la fe, son testimonio de fidelidad al Señor que resplandece hacia todo el continente”.
Además, encomiendan a Nicaragua a la intercesión de la Purísima, patrona del país.
El destierro del obispo de Jinotega es parte de una serie de medidas represivas que el régimen Ortega Murillo ha desatado en contra de la Iglesia católica en los últimos años.
Este acto se produjo apenas unos días después de que monseñor Herrera criticara públicamente las frecuentes interrupciones de las misas en la catedral en Jinotega, en lo que describió como un “sacrilegio”.
El abogado de derechos humanos Yáder Valdivia, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, afirmó que el destierro de monseñor Herrera es una prueba más de las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen Ortega Murillo, las cuales han sido denunciadas internacionalmente como crímenes de lesa humanidad.
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