Berta Adelma Valle Otero, comunicadora social y defensora de derechos humanos, ha dedicado su vida a la lucha por la justicia, desde su infancia en Darío, hasta el exilio, inspirada por su compromiso con la democracia y los derechos fundamentales.
«Desde muy joven, siempre he estado interesada en los temas sociales y siempre he procurado promover derechos. Particularmente como comunicadora, creo que ese fue uno de los principales aportes que traté de dejar en los medios, era siempre poner contenido basado en derechos», explica Valle a Mosaico CSI.
Con una trayectoria de más de ocho años como presentadora de televisión, el compromiso temprano con el ejercicio de los derechos fundamentales se manifestó en la participación de Valle en organizaciones comunitarias.
Según explica, “fui voluntaria por muchos años de una organización que hacía reforestación. También era voluntaria del Centro de Aprendizaje Sol, que básicamente era un centro que trabajaba con niños, donde los niños llegaban, se leía con ellos, se hacían manualidades, había actividades artísticas”.
Valle y su activismo tomaron un mayor sentido a partir de la detención arbitraria de su esposo, Félix Maradiaga.
«Mi compromiso parte como una respuesta al dolor y de hecho ha sido para mí como un proceso de sanación de todo lo vivido», reflexiona.
«Con la detención arbitraria de mi esposo, yo experimenté de primera mano el dolor de ser perseguido, simplemente por buscar la libertad y la democracia”, recuerda.
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Como madre y activista, Valle ha aprendido a equilibrar sus distintos roles, priorizando el ser madre sobre todas sus responsabilidades. Sobre esto, comparte una anécdota reveladora:
«Alejandra me dijo un día, ‘mamá, ahora que vas a buscar nuevos trabajos, yo quiero que vos digas que sos full time mom, and party time activist’, en otras palabras, ella quería que yo me presentara como mamá tiempo completo y activista por los derechos humanos de medio tiempo», sonríe al relatar el diálogo con su pequeña.
«Para mí está claro que mi primer rol es ser mamá y luego soy activista, y soy obviamente comunicadora o defensora de derechos humanos, pero para mí la familia debe estar al centro», expresó con suma convicción.
La resiliencia se ha convertido en un elemento fundamental en su trabajo, para su día a día y, para ella es una herramienta que debe enseñarse en todas las familias.
Su historia personal de resiliencia comenzó temprano: «Estoy en el exilio en este momento, pero este no es mi primer exilio. Yo ya tuve un primer exilio cuando tenía 10 meses de nacida, mi madre me tomó entre sus brazos y se vino ilegal aquí a Estados Unidos,» comparte Valle, destacando cómo esta experiencia temprana la preparó para los desafíos futuros.
«Para mí la resiliencia es esta capacidad que tenemos de seguir adelante a pesar de la adversidad. Es esta fuerza interior que nos permite superar cualquier trauma, cualquier dolor, cualquier incertidumbre y utilizar eso para reconstruirnos y para seguir avanzando», explica.
Valle expresa su admiración por otras mujeres, muchas de ellas son su referente de fuerza y valentía, es por esto por lo que dedicó un mensaje alentador a las mujeres nicaragüenses, en especial, a las matagalpinas, enfatizando en mantener viva la llama de la esperanza y la fe.
«Quiero decirles a las mujeres que no importa la situación de represión en la que estén, no subestimen el poder de su voz y el valor de su historia. Quizás en este momento no se ve salida, pero tenemos que perseverar en nuestra fe sabiendo que nuestro Padre Celestial también está con nosotras y nos ayuda», dice.
Para esta defensora, madre, esposa y profesional, cada pequeña acción cuenta en la lucha por los derechos humanos: «Cada acción por más pequeña que parezca contribuye al cambio que buscamos y por eso es importante resistir viendo siempre hacia la dignidad humana que para mí es lo que tiene que prevalecer».
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