Ruth Quirós Hernández, una psicóloga clínica costarricense, ha dedicado más de una década a atender la salud mental de nicaragüenses exiliados en Costa Rica, marcando una diferencia significativa en la vida de quienes han sido forzados a dejar su país.
Su compromiso con esta causa no es solo profesional, sino profundamente personal. “Siento un amor irracional por Nicaragua”, confiesa, revelando el fuerte vínculo emocional que ha desarrollado con el país y su gente a lo largo de los años.
Quirós es una mujer multifacética, madre, esposa, hija y hermana. Su vida está marcada por la empatía y el cuidado de los demás.
En su tiempo libre, encuentra consuelo y paz en su pequeño huerto, donde cultiva tomates, lechugas, chiles picantes y hierbas medicinales; pero, también es apasionada con la costura, por lo que tiene una máquina de coser en la que hace “cositas”, como describe las ropas que hace. Estas actividades le ayudan a desconectar y encontrar equilibrio en medio de las historias de sufrimiento que escucha a diario.

Su enfoque hacia la psicología es cercano y humanizado. Lejos de adoptar una postura distante o fría, Quirós se involucra con las personas que atiende y con una sonrisa muy expresiva menciona, “no sé cuántas personas he atendido y a veces bromeo de que yo conozco todo el exilio (nicaragüense)”.
Lleva más de once años atendiendo la salud mental de migrantes nicaragüenses en Costa Rica y, desde 2018, su trabajo se ha enfocado particularmente en personas desplazadas forzosamente de Nicaragua.
Cada historia que escucha refleja la crudeza de un régimen represivo que ha dejado una profunda huella emocional en sus víctimas.
El trauma del exilio, según Quirós, es devastador. Ella explica que muchas de las personas que atiende han sido sometidas a situaciones extremas.
El trauma que experimentan los nicaragüenses al huir de su país es particularmente agudo. “Estamos hablando de personas que salen en una situación de riesgo, protegiendo su vida”, explica Quirós, quien actualmente colabora con el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.

Según la especialista, el principal diagnóstico entre los migrantes es el trastorno de estrés postraumático, acompañado de depresión y ansiedad. Los desafíos que enfrentan estas personas son multifacéticos y profundos.
Quirós detalla: “Tenemos pensamientos irracionales, son pensamientos intrusivos, invasivos, pensamientos que de verdad afectan no solo la parte emocional, sino la parte física también”.
Estos problemas se manifiestan en una variedad de síntomas, desde conductas autodestructivas, pasando por enfermedades que surgen sin razón aparente, hasta dificultades en las relaciones interpersonales y laborales.
“Somatizamos, nos enfermamos cuando no somos capaces de expresar todo lo que estamos experimentando”, añade Quirós.
“Se me está cayendo el cabello, tengo una alergia inexplicable, tengo gastritis, tengo colitis, tengo diabetes, tengo hipertensión… Todo este tipo de enfermedades son enfermedades somáticas”, explicó en esta entrevista exclusiva para Mosaico CSI.
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A pesar de la gravedad de estos problemas, el acceso a la atención de salud mental en Costa Rica es limitado, especialmente para los migrantes.
“Es difícil que te atiendan en un hospital cuando tienes todo este malestar y tienes que aprender a aguantártelo”, señala Quirós.
Esta situación se ve agravada por el estigma que aún rodea a la salud mental y la tendencia a normalizar los síntomas del trauma.
“Tenemos los síntomas, resulta que yo paso todo el tiempo llorando, tengo pensamientos negativos, he intentado suicidarme un par de veces, pero creo que esto se me va a pasar”, ejemplifica Quirós, ilustrando cómo muchas personas minimizan sus problemas de salud mental.
Frente a estos desafíos, Quirós enfatiza la importancia de un enfoque integral que incluya tanto la psicoeducación como la estabilización emocional.
“Vamos a crear recursos interiores, vamos a estabilizar en positivo, siempre trabajando desde lo positivo”, afirma.
Este proceso implica ayudar a las personas a entender sus síntomas, reconocer la importancia de la salud mental y desarrollar estrategias de afrontamiento positivas.

La creación de redes de apoyo seguras es otro elemento crucial en este proceso, pero enfatiza en que los nicaragüenses son expertos en buscarse, pero las redes deben ser seguras y de apoyo, no solo un espacio de encuentro.
“No solo es crear la red, sino crearla de una manera consciente para que esta red sea un espacio seguro, un espacio de cuidado, de protección, donde nos podamos escuchar, donde nos podamos cuidar verdaderamente”, explica Quirós.
El trabajo de Quirós también pone de manifiesto la intersección entre el trauma individual y colectivo. “La población nicaragüense ha vivido en dictadura por demasiadas décadas”, reflexiona.
Agrega que “ha vivido en violencia por muchísimo tiempo y hay una consecuencia por eso. También ahí hablamos de un trauma colectivo”.
En este contexto, el autocuidado se vuelve fundamental, no solo para los migrantes, sino también para quienes trabajan con ellos.
“Hay que aprender a desligarse de las situaciones que nosotras no podemos cambiar”, aconseja Quirós a otros profesionales y activistas.
A medida que la crisis en Nicaragua continúa, el trabajo de profesionales como Ruth Quirós se vuelve cada vez más crucial.
Su labor no solo ayuda a sanar las heridas invisibles del desplazamiento, sino que también contribuye a construir comunidades más resilientes y empáticas en el exilio.
“Creo que es importante crear espacios donde se pueda hacer una especie de psicoeducación, donde las personas comprendan sus síntomas, los entiendan como tal, que puedan reconocer la importancia de la salud mental”, dice.
Pero no todo en su vida gira en torno al sufrimiento. La pasión de Quirós por la costura refleja su habilidad para crear y reconstruir, tanto en su vida personal como en su profesión. Con su máquina de coser, crea vestidos y faldas, y de la misma manera, en su consulta, ayuda a las personas a tejer nuevas narrativas y reconstruir sus vidas.
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