La Laguna de Tiscapa, en el centro de Managua, no es solo un paraje natural de belleza singular, sino también un lugar lleno de mitos y leyendas que han sido contadas por generaciones. Este cuerpo de agua de origen volcánico ha inspirado relatos que combinan misterio, rituales ancestrales y eventos geológicos de gran magnitud.
Según una publicación de La Prensa, el nombre antiguo de la laguna, Uticapa, tiene un significado en náhualt que evoca un pasado ritual: «en el agua de la piedra de los sacrificios».
De acuerdo con esta tradición, se creía que en tiempos prehistóricos el lugar era utilizado para llevar a cabo sacrificios humanos.
Otra leyenda que ha perdurado a lo largo de los siglos es la de una gigantesca serpiente que se cree habita en las profundidades de la laguna. Esta criatura, según la misma publicación de La Prensa, emerge solo durante la Semana Santa y, quienes deseen verla, deben ocultarse en la montaña circundante, ya que, si se deja ver, la serpiente se sumerge rápidamente en las aguas de Tiscapa.
El misticismo de la Laguna de Tiscapa no se limita solo a los antiguos relatos prehispánicos. Según se detalla en el libro Español 2, publicado por el Ministerio de Educación (MED), la laguna también ha sido el escenario de otras leyendas populares, contadas de generación en generación.
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Uno de los relatos más difundidos cuenta que, en ciertas noches, brujas convertidas en monas emergen de la laguna para repartir maleficios entre los habitantes de la ciudad. Estas brujas serían, según las creencias locales, las almas errantes de personas que murieron ahogadas en sus aguas.
Además, el libro del MED narra que una gigantesca serpiente que vive en las profundidades de la laguna despierta una vez al año, provocando movimientos en las aguas y grandes olas. Este fenómeno es interpretado como una señal de que la criatura exige carne humana.
El romance detrás de la laguna robada
En tanto, otra leyenda, recogida por cronistas y narrada en La Prensa, relata cómo la Laguna de Tiscapa fue, supuestamente, «robada» por amor. Antes de la llegada de los españoles, la princesa Xincalt, hija del cacique del Reino de Cuzcatlán, se enamoró de un joven llamado Nahoa. Al saber que su padre no permitiría su unión, la pareja decidió huir, y para ello Nahoa, utilizando un conjuro mágico, redujo una laguna entera a un pequeño charco, que luego guardó en un huevo de guajolote.
El viaje de los amantes los llevó al actual sitio de la Laguna de Tiscapa, donde, por accidente, el huevo cayó por el precipicio de un cráter volcánico y liberó su contenido, llenando el cráter hasta formar la laguna que hoy conocemos.
Esta romántica historia no solo añade un elemento de magia a la formación de Tiscapa, sino que ilustra cómo los mitos han sido parte integral del paisaje y la cultura local.
La conexión geológica de Tiscapa
Más allá de las leyendas, la Laguna de Tiscapa tiene una relevancia científica crucial, ya que está situada sobre la Falla de Tiscapa, una de las fallas geológicas más activas de Managua.
Según informes del Instituto de Estudios Territoriales (Ineter), esta falla fue responsable de la devastación causada por los terremotos de 1931 y 1972. Estos eventos sísmicos, que activaron múltiples fallas en la capital nicaragüense, como la Falla Estadio y la Falla Los Bancos, han sido objeto de numerosos estudios geológicos por su impacto en la historia reciente de la ciudad.
El sismo de 1972, en particular, rompió cuatro fallas en dirección norte-noreste, con desplazamientos oblicuos, lo que provocó la destrucción masiva de Managua.
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