Cuando monseñor José Antonio Canales pudo reencontrarse en Roma, Italia, con su amigo de años, el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, lo notó diferente. No era el hombre alegre y espontáneo que recordaba, sino más reservado, debido a las secuelas del encarcelamiento y la tortura psicológica a la que fue sometido por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Sin embargo, monseñor Canales, obispo de la Diócesis de Danlí, en Honduras, y secretario general del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), considera que monseñor Álvarez, perseguido y maltratado en Nicaragua, sigue siendo “un obispo valioso para la Iglesia universal”.
Amigo desde hace varios años del obispo de Matagalpa, monseñor Canales siempre alzó su voz por la liberación de monseñor Álvarez, a quien el régimen Ortega Murillo mantuvo primero en un “arresto domiciliar” y luego encarcelado en La Modelo, sentenciado sin juicio a 26 años y cuatro meses de prisión, antes de desterrarlo a Roma junto a 18 clérigos y dos seminaristas, el 13 de enero de este año.
Monseñor Canales pudo reencontrarse con el obispo de Matagalpa el 22 de mayo pasado, pero es hasta ahora en esta entrevista con Mosaico CSI, que el obispo de Danlí ofrece una mirada íntima sobre ese reencuentro y los cambios que percibió en su amigo, de quien dice era distinto al que conocía. También se refiere a las posibles razones detrás de esos cambios en monseñor Álvarez y el significado de que el Papa Francisco haya incluido al obispo de Matagalpa entre los invitados pontificios para el próximo Sínodo de la Sinodalidad, a desarrollarse en Roma del 2 al 27 de octubre próximo.
Contando cómo se conocieron y sin descartar que monseñor Álvarez pueda ser un próximo cardenal, porque “solo Dios lo sabe”, monseñor Canales también lamenta que “nunca nadie en la historia de Nicaragua persiguió a la iglesia de una forma tan aborrecible como lo están haciendo los actuales mandatarios”.
Monseñor Canales, usted ha sido amigo desde antes de Monseñor Álvarez y pudo verlo en Roma
Sí, claro
¿Podría compartirnos qué sensaciones experimentó al reencontrarse con él después de tanto tiempo, especialmente considerando las circunstancias de su destierro?
Mire, el encuentro era muy esperado por él y por mí porque, como bien lo dice, nosotros ya nos conocíamos de antes, a pesar de que yo soy un obispo más nuevo que él (…) nos conocimos cuando la reunión Centroamericana de obispos fue aquí en Tegucigalpa (Honduras), entonces ellos cruzaron la frontera, un grupo de obispos de allá (Nicaragua), y yo fui el primero que les recibió aquí en Danlí, pues un poquito les mostré la Catedral, y como ellos no sabían cómo llegar al centro del encuentro, pues yo fui el guía hasta llevarlos allá al lugar.
Allí platicamos, en el camino les invite a almorzar, porque ya llegaba la hora del almuerzo. Yo era el anfitrión. Yo era el del país. Entonces ellos eran prácticamente mi visita, ahí coincidimos mucho. También coincidimos mucho porque somos de la misma generación con monseñor Rolando. Creo que le llevo dos o tres años (en diferencia de edad) … seguidamente yo fui a Nicaragua, estuve almorzando con él en el obispado de Matagalpa, un día que fuimos a hablar sobre un sacerdote nicaragüense que iba a venir para hacer misión aquí en Danlí, en aquel tiempo cuando las cosas no se habían puesto tan terribles.
Hice un recorrido por Nicaragua, algo que nunca había hecho, porque siempre iba puntualmente a algo y en esta ocasión pude ver lo bonito de sus ciudades. Imagínate que fue como una despedida, una llegada a conocer a Nicaragua y una despedida, porque no volví a ir allá, las cosas se fueron tensando y yo, claro, pues pasé a ser conocido allá (en Nicaragua) por mis posturas.
Entonces era largamente esperado (el reencuentro). Después de lo que había pasado monseñor Rolando en prisión, a él mucha gente le contó mi actitud y mi campaña para que se respetara su integridad y exigiendo la libertad de él.
Pues él me dice: ‘todo mundo me ha contado lo que usted hizo’, y le digo, bueno, pues eso es normal en el cristiano, acordarnos de un hermano que está sufriendo. Entonces, pues sí, claro que en ese momento recién había él salido de Nicaragua y todavía tenía secuelas de lo que significa estar en esa situación en la que él estuvo. Entonces, sí, no lo noté que fuera el hombre alegre y tan espontáneo que yo siempre había visto en él, pero entendí que seguramente todo ser humano, después de estar sometido a ese tipo de presiones, tiene que recuperarse. Pero fue un encuentro muy cordial, muy fraterno, y de verdad estábamos contentos de vernos allá a finales de mayo de este año.
Monseñor, pero las sensaciones particulares en usted, ¿qué sintió, hubo algún momento o detalle de ese encuentro que le impactó de manera especial?
Yo creo que lo que más me impactó fue el silencio de monseñor Rolando, incluso conmigo mismo, porque él seguía impactado de lo que había vivido. Entonces, el hombre espontáneo, abierto, bromista, no lo encontré yo en mayo. Estaba más reservado, y a tu pregunta de qué fue lo que más me impactó, quizá fue eso: no encontré a la persona abierta, espontánea, bromista, que siempre había visto en él. Eso fue lo que más me impactó, pero, repito, entendí que no se puede ser igual después de haber vivido la experiencia que él vivió, y que quizás volvemos a serlo, pero recuperándonos poco a poco en la vida.
Monseñor, tal vez él no le contó sobre su encierro, pero, recientemente hubo 135 presos políticos que desterraron a Guatemala, y uno de ellos (Pedro Gutiérrez) estaba en una celda frente a la de Monseñor Álvarez, y dice que al obispo lo mantenían sedado. ¿Usted cree que eso que usted vio, corresponde a este tipo de torturas?
Bueno, como yo pues no soy médico, verdad, pienso que sedar a una persona sin necesidad, pues yo creo que sí debe tener algún impacto físico, porque está bien cuando a una persona por necesidad se le seda, pero cuando no es por necesidad debe haber un impacto en el cuerpo, porque no hay razón, y repito, no soy médico, pero también puede influir en lo que dijo esta persona si eso es cierto, de que a monseñor (lo sedaban).
Ahora, a mí sí hay algo que nunca me gustó y siempre lo dije en las redes, o sea, que no estoy diciendo nada nuevo. A mí siempre me llamó la atención la constante visión que hacía el régimen de las revisiones médicas a monseñor Rolando, eso siempre no me olió bien, porque por qué con tanta frecuencia estaban mostrándolo en camilla, por qué con tanta frecuencia estaban mostrando imágenes de que lo estaban chequeando, como decimos en Centroamérica, revisando.
No entendía yo por qué tanta frecuencia de mostrarlo que le estaban dando atenciones médicas. Creo que, si querían mostrar que estaba bien, bastaban pues unas fotografías donde estaba caminando por el lugar donde estaba prisionero, pero esa constante del régimen de presentarlo que lo estaban revisando, nunca me olió bien eso, eso es lo que puedo decir.
Monseñor, se ha conocido que el Papa Francisco ha incluido a Monseñor Álvarez para participar en el Sínodo de la Sinodalidad, ¿cómo percibió usted esta noticia?
Pues con mucha alegría (…) yo he estado en un Sínodo, en el Sínodo de la Juventud, en el 2018, y puedo decirte que, para un obispo, estar en un Sínodo es un regalo, y en ese sentido yo sé lo que es estar en un Sínodo, repito, participé en el 2018, y uno comparte con obispos de todo el mundo, y yo sé que monseñor Rolando va a tener la oportunidad de, bueno, en las mesas de trabajo que hay, en los momentos de fraternidad, de poder compartir con sus hermanos obispos su propia situación, la esperanza que él siempre refleja de que las cosas puedan dar otro giro, entonces, sí estoy contento por él.
Como ha sido un hombre tan apreciado en la Conferencia Episcopal nicaragüense, dudo que este sea su primer Sínodo. Yo creo que él ya ha estado en otros Sínodos, porque siempre destacó en la Conferencia (…) estoy seguro que él no quiere hablar (sobre su experiencia en la cárcel, pero es impensable que los demás obispos no le quieran hacer preguntas sobre lo que ha pasado, entonces yo creo que va a ser un buen momento también para compartir y para tener esa experiencia de participar en el Sínodo de la Sinodalidad desde su propia experiencia, desde su propio sufrimiento como pastor de la iglesia en estas circunstancias como la de Nicaragua.
Monseñor Álvarez es nombrado directamente por el Papa, ¿qué mensaje cree que está enviando el Papa Francisco al incluir a monseñor Álvarez entre los nombramientos Pontificios para este evento?
Sí, normalmente los obispos que participan en el Sínodo son los que eligen las Conferencias Episcopales, normalmente, pero siempre el Papa tiene la potestad de invitar a quien él quiera, y en esta categoría entra monseñor Rolando. Repito los obispos, la inmensa mayoría de los que vamos a un Sínodo, es porque nos eligió la conferencia propia, la Conferencia Episcopal de cada país, pero el Papa tiene una libertad abierta, plena, de invitar a quien él quiera, y entonces él siempre hace una lista de personas que quieren estar, entonces yo estoy súper contento de que sea monseñor Rolando el que el Papa haya invitado, entre otros…
Pero ¿qué mensaje cree que está enviando el Papa, considerando el contexto en Nicaragua y su reciente mensaje en el que mencionó a Nicaragua?
Bueno, el mensaje es que monseñor Rolando Álvarez sigue siendo obispo, es valioso y que el Papa le tiene en estima. Yo creo que ese es el mensaje, que desterrado, despreciado y tan golpeado en su propio país, el hombre sigue siendo de gran valía para la Iglesia universal, y eso es lo que el Papa está mostrando, su simpatía, su cercanía y lo valioso que ha sido monseñor Álvarez como ejemplo en la historia de la Iglesia de hoy, la historia que se está haciendo hoy de la Iglesia, en estos primeros años del siglo XXI.
Los Sínodos generalmente tienen su agenda, pero ¿cree usted que la situación de persecución religiosa en Nicaragua sea incluida en las discusiones de este evento?
Directamente no, porque es difícil que en un Sínodo se traten los problemas de cada iglesia particular. Nicaragua no es el único país del mundo en el que la Iglesia tiene serios problemas, no es el único, tristemente. Es uno de los países donde la Iglesia está sufriendo, pero hay otros también, entonces, el Sínodo de la Sinodalidad de lo que habla esencialmente es de cómo caminar juntos en todas las circunstancias, en todas, en países donde la libertad religiosa es plena, donde la Iglesia avanza tranquilamente solucionando sus dificultades pero en libertad, en una situación donde nadie la va a atropellar, y también los casos donde la Iglesia camina con grandes desafíos no solo a nivel estatal, sino también a nivel de la misma población.
Hay países donde el hecho de ser cristiano ya te pone en riesgo la vida, entonces, pues se trata de la sinodalidad, cómo caminar juntos, porque la palabra Sínodo viene del griego que significa caminar juntos, entonces caminar juntos en todas las circunstancias, repito, en las que la Iglesia tiene que vivir.
Usted hablaba de la estima que está mostrando el Papa a monseñor Álvarez, ¿estaremos frente a un posible nuevo cardenal de la Iglesia Católica?
Solo Dios sabe, estoy seguro de que monseñor Rolando Álvarez no piensa en estas cosas, verdad, de hecho, los títulos en la Iglesia nos ponen más cargas. Contrario al mundo, donde los títulos te hacen más importante, en la Iglesia no, en la iglesia los títulos te hacen más servidor. Por ejemplo, yo antes era un sencillo párroco donde tenía que solucionar los problemas que ahora miro pequeños de la vida parroquial, pero, ahora ya como obispo, pues tengo que ver cómo once parroquias de mi diócesis, cada una con sus dificultades, son también dificultades mías, entonces, el cardenalato es un honor que la Iglesia otorga, pero es un honor que va acompañado de serios compromisos para la Iglesia universal.
En ese sentido, (a) monseñor Rolando nunca le he escuchado yo ni he visto actitudes de buscar puestos y títulos. Yo creo que el título más importante que monseñor Rolando Álvarez tiene y él es el que más ama es el ser obispo de Matagalpa. Ese es el título que más ama monseñor Rolando Álvarez, y claro, lamentando no poder ser el pastor que debía de ser en medio de su pueblo en la diócesis de Matagalpa.
A propósito, monseñor, ¿qué mensaje de solidaridad y esperanza le gustaría transmitir a los feligreses de Matagalpa, a aquellos que siguen de cerca la situación de Monseñor Álvarez y su labor pastoral, así como la de los demás clérigos que han sido desterrados y los que están exiliados de esta diócesis?
Sí, yo sé que la Iglesia en Nicaragua nunca se imaginó lo que está viviendo ahora, porque Nicaragua, igual que el resto de Centroamérica, pues hemos vivido dictaduras, todos nuestros países han vivido este tipo de situaciones, unos más, otros menos. Nicaragua tiene una historia más fuerte en cuanto a familias que se quieren apoderar del país, creo que es ahí donde ha habido un poquito más de este sufrimiento tan grande, y yo sé pues que la Iglesia nunca se imaginó algo así, porque a veces la gente es normal que haga comparaciones, y nunca nadie en la historia de Nicaragua persiguió a la iglesia de una forma tan aborrecible como lo están haciendo los actuales en mandatarios.
A mí me encantó el último mensaje que dio el Papa, de aliento a Nicaragua, me encantó, yo lo compartí mucho. Les dijo que no olvidaran que el Espíritu Santo guía la historia hacia proyectos más altos. Eso a mí me impactó, toda la semana estuve pensando en ese mensaje como que fuera para mí, el Papa diciendo. ‘nicaragüenses, pues sigan adelante, porque el Espíritu Santo guía la historia hacia proyectos más altos’. Yo creo que no hay que ser muy letrado para entender el mensaje del Papa y es al que me uno en esta ocasión para recordarles a los matagalpenses, a toda la Diócesis, estas palabras del Papa que son de oro.
Bueno, quedan menos, pero ¿qué mensaje le daría a los obispos y a los sacerdotes que están en Nicaragua en una situación de permanente amenaza, sobre todo ahora mismo, por ejemplo, que ha iniciado el novenario a Nuestra Señora de La Merced que es la Patrona de la Diócesis de Matagalpa?
Es que la Iglesia ha sido sacudida desde todos los flancos, la han golpeado de una manera fuerte… nada pasa sin que deje huellas profundas en la vida de una persona y en la vida de una comunidad también.
Una vez, recuerdo que escuché esta frase: ‘Dios escribe recto en renglones torcidos’. Bueno, en estos renglones torcidos de la actuación de estos gobernantes en Nicaragua, Dios escribirá recto la historia de la Iglesia, la historia de la evangelización en Nicaragua.
Monseñor agradeciéndole, si tiene algo que agregarnos a esta charla que hemos tenido.
Bueno, que nosotros estamos permanentemente orando por la Iglesia en Nicaragua, sobre todo yo que soy su vecino más cercano, Nicaragua está a 35 minutos de donde estoy hablando yo ahora, en mi obispado, aquí en la casa episcopal. Tardo más en llegar a la capital de Honduras que en llegar a Nicaragua, aquí a 35 minutos. Que mi cercanía no solamente es física, sino también espiritual, y que sepan que este hermano y amigo les ama y sufre, de cada noticia, yo me quedo sufriendo también, eso no lo puedo quitar y no quiero quitarlo tampoco, porque tengo que ser solidario. Y digo esta frase también: ‘los países tienen fronteras, los países tienen aduanas, pero la Iglesia no, entonces, a mí me duele lo que pasa allá como que estuviera pasando aquí, porque en la Iglesia no hay fronteras.
Facebook Comments