Freylin Axarael Moreno Ponce, un joven originario de Matagalpa, Nicaragua, llegó este jueves 5 de septiembre a Guatemala junto a otros 134 presos políticos nicaragüenses excarcelados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Él había sido arrestado el 2 de junio de 2023 por expresar su apoyo al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, y denunciar en redes sociales la represión contra la Iglesia.
Desde entonces, su vida cambió drásticamente. Este es su testimonio de cómo pasó de ser un trabajador universitario para convertirse en preso político y, posteriormente, en otro nicaragüense desterrado.
Moreno Ponce tenía solo 9 meses trabajando como cajero en la Universidad San Juan Pablo II en Matagalpa, una institución educativa católica que fue clausurada en marzo de 2023 por el régimen Ortega Murillo. “Trabajé allí desde junio de 2022 a marzo de 2023, cuando la cerraron estos individuos”, recuerda.
Era miembro de la pastoral de liturgia y también del coro en la parroquia Santa María de Guadalupe, en el barrio Guanuca de Matagalpa. Su secuestro, según le dijeron mientras lo procesaban en Managua (sin que trascendiera el expediente), se debió a sus publicaciones en Facebook, que hacían referencia a Monseñor Rolando, la congelación de cuentas bancarias y otros ataques a la Iglesia.
Según relata, tras el secuestro, fue trasladado inmediatamente a los juzgados de Managua, la capital nicaragüense. Allí, enfrentó cargos por supuestos ciberdelitos y por «menoscabo de la integridad nacional», una acusación comúnmente utilizada por el régimen para silenciar a sus críticos.
«Primero me hicieron una audiencia preliminar y luego fijaron la audiencia inicial para el 21 de junio. Mi juicio fue el 22 de agosto», explica.
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Aunque fue declarado culpable, nunca le leyeron una sentencia formal; sin embargo, la Fiscalía había pedido ocho años de prisión y 500 días multa, mientras que el abogado que le impusieron como defensa solicitó cinco años y la mitad de los días multa.
Tras la audiencia preliminar, Moreno Ponce fue enviado al Distrito 3 de la Policía, donde pasó nueve días sin comunicación con su familia.
«Ninguno de los 31 que estábamos allí tuvo comunicación oficial con su familia», comenta.
Luego, fue trasladado a la Cárcel La Modelo, el principal centro penitenciario de máxima seguridad en Nicaragua, conocido por las denuncias de violaciones de derechos humanos que ahí cometen los carceleros.
En La Modelo, Moreno Ponce experimentó tortura psicológica. «Maltrato físico, al menos para los que estábamos en esas galeras, no. Sí, más que todo es psicológico: los gritos, las amenazas… El hacer cosas que te indican que vas a salir, que nos van a soltar, pero al final se ve como una burla de ellos», cuenta.
También menciona el uso de grilletes durante los traslados a consultas médicas y audiencias judiciales como parte de las tácticas de intimidación del régimen.
La crueldad del encarcelamiento se amplificó con la noticia de la muerte de su hermano César Augusto Moreno Ponce en noviembre de 2023, mientras él estaba encarcelado. «Eso me derrumbó», confiesa Freylin.
A pesar de solicitar un permiso para que le permitieran ir a la vela o al funeral de su hermano, para despedirse, se lo negaron.
A principios de 2024, después de la liberación y destierro del obispo Rolando Álvarez, los carceleros comenzaron a preparar a los presos para un posible destierro.
«Nos sacaban a rasurar seguido. Después de enero en adelante, las afeitadas eran día de por medio», recuerda Freylin.
Las señales se intensificaron en las semanas previas a su salida. “Los patio sol eran lunes, miércoles y viernes, y ya en las últimas semanas nos dieron domingo, lunes, martes y miércoles patio sol, y lógicamente teníamos que estar afeitados, entonces era como un indicio, y ya el miércoles (4 de septiembre) nos llegaron a decir: ‘tienen cinco minutos para bañarse, no pregunten nada’, y ya comenzó el movimiento de salida”.
El traslado al aeropuerto de Managua ocurrió en la madrugada. Los presos fueron subidos a un avión que los llevó a Guatemala, sin ninguna explicación adicional.
Al llegar a Guatemala, los excarcelados fueron recibidos por representantes de organizaciones locales y por la Embajada de Estados Unidos.
Freylin comenta que, hasta ahora, el trato ha sido «excelente, humanitario».
«Gracias a Dios ya hablé con mi familia, mis amigos, y el trato por parte de los organismos y de las personas acá en Guatemala ha sido excelente», dice.
Los excarcelados están distribuidos en distintos hoteles de la ciudad, donde reciben alojamiento, alimentación, ropa, y artículos de primera necesidad. No obstante, la incertidumbre persiste sobre su futuro. Las opciones que se les han planteado incluyen solicitar refugio en Estados Unidos, asilo en Guatemala, o viajar a otro país donde tengan familiares. «Es una evaluación personal con cada uno de los presos», explica Freylin.
Freylin concluye con un mensaje de gratitud hacia aquellos que apoyaron su excarcelación y a quienes estuvieron al lado de su familia en los momentos más difíciles: «Les agradezco mucho. Y más que todo desearles que Dios les bendiga, les acompañe y que no permita que ninguno de ellos pueda pasar la situación que pasamos los que estábamos encarcelados”.
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