La Costa Caribe de Nicaragua, hogar ancestral de comunidades indígenas, se ha convertido en escenario de un alarmante despojo territorial y violencia sistemática contra sus habitantes, con un impacto particularmente devastador en las mujeres indígenas.
Según Brisa Bucardo, periodista Miskitu y activista, «solo en el primer semestre de este año (2024), las organizaciones indígenas documentaron 643 violaciones a sus derechos y el asesinato de 5 personas, elevando a 75 el número total de indígenas asesinados por colonos desde 2013.»
Por su parte el último informe del Observatorio de pueblos indígenas y afrodescendientes de Nicaragua (OPIA), refleja que, del total de denuncias recibidas por las invasiones, “un 3% de denuncias están relacionadas con la violencia de género que afecta a mujeres y niñas”.
“La zona está prácticamente invadida por los terceros, una vez que realizan carriles nadie se cruza a la zona, porque ellos dejan mensajes escritos en rótulos que nadie cruce aquí, y si se cruzan mueren. Son palabras que a nosotras como mujeres nos intimidan y tenemos mucho miedo a que hagan algo a nuestros hijos, a nuestros esposos, por eso preferimos quedarnos en la casa, no nos atrevemos a ir más en nuestras áreas de cultivos. Solo nos resta quedar en casa y aguantar hambre”, detalla un testimonio recopilado por el observatorio en la zona de Hatakuas, a 10 kilómetros de la comunidad de Panua, en el territorio Twi Yahbra, municipio de Puerto Cabezas.
Las mujeres indígenas se encuentran en el epicentro de este conflicto señala Bucardo, » enfrentando una combinación devastadora de violencia estructural, discriminación y marginación».
Desplazamiento forzado por las estrategias de despojo
Se han identificado patrones alarmantes de violencia contra las mujeres indígenas como estrategia de invasión territorial.
La periodista Bucardo revela que «entre los patrones de invasión, se han destacado prácticas de explotación y abuso sexual de niñas y adolescentes como una estrategia para incitar la violencia y justificar asesinatos de integrantes de la comunidad”.
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La violencia y el despojo afectan profundamente la vida diaria de las mujeres indígenas, afirma Bucardo, añadiendo que «las consecuencias de la violencia sexual, el desplazamiento forzado y la pérdida de recursos tienen un impacto profundo en la salud mental y física de las mujeres indígenas».
Desde la perspectiva de OPIA, “los casos de violencia contra mujeres y niñas son particularmente preocupantes, ya que las comunidades parecen estar desprotegidas y las autoridades no están investigando y sancionando adecuadamente a los perpetradores”, detalla
La situación ha llevado a un desplazamiento masivo expresa Bucardo, ya que «frente a la falta de acción estatal y la creciente violencia derivada de la invasión, las mujeres se ven obligadas a desplazarse no solo dentro de su propio territorio, sino también hacia otros territorios e incluso a otros países».
Para Bucardo, «es imperativo abordar la problemática del despojo y la violencia contra las mujeres indígenas desde múltiples frentes, sin caer en la revictimización. Este enfoque integral debe involucrar a distintos sectores de la sociedad, incluidos los gobiernos, las organizaciones internacionales, las comunidades académicas y la sociedad civil».
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