¿Sabías que en Nicaragua existe la leyenda de un barco fantasma? Es la leyenda de “El Barco Negro”.
Al mejor estilo de Piratas del Caribe, es una leyenda nacida muy probablemente durante el siglo XVI en la ciudad colonial de Granada. La historia cuenta sobre la lección que tuvieron el capitán de un barco y su tripulación por no ayudar a personas que lo necesitaban.
La historia oficialmente conocida, y compartida en redes sociales, fue contada por una mujer de la Isla Zapatera —situada dentro del Gran Lago de Nicaragua o Cocibolca— al poeta y ensayista Pablo Antonio Cuadra en el año de 1930. Cuadra recogió la historia y la publicó en el libro Muestrario del Folklore Nicaragüense de 1978.
La historia es así:
El Barco Negro
Cuentan que hace mucho tiempo, ¡tiempales hace! cruzaba una lancha de Granada a San Carlos y cuando viraba cerca de la Isla Redonda le hicieron señas con una sábana.
Cuando los de la lancha bajaron a tierra sólo ayes oyeron. Las dos familias que vivían en la isla, desde los viejos hasta las criaturas, se estaban muriendo envenenadas. Se habían comido una res muerta picada de toboba.
¡Llévennos a Granada!, les dijeron. Y el Capitán — preguntó: —¿Quién paga el viaje?
—No tenemos centavos, dijeron los envenenados, pero pagamos con leña, pagamos con plátanos.
—¿Quién corta la leña? ¿Quién corta los plátanos?, dijeron los marineros. —Llevo un viaje de chanchos a Los Chiles y si me entretengo se me mueren sofocados, dijo el Capitán.
—Pero nosotros somos gentes, dijeron los moribundos.
—También nosotros, contestaron los lancheros; con esto nos ganamos la vida.
—¡Por diosito!, gritó entonces el más viejo de la isla; ¿no ven que si nos dejan nos dan la muerte?
—Tenemos compromiso, dijo el Capitán. Y se volvió con los marineros y ni porque estaban retorciéndose tuvieron lástima. Ahí los dejaron. Pero la abuela se levantó del tapesco y a como le dio la voz les echó la maldición: —¡A como se les cerró el corazón se les cierre el lago!
La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya no vieron nunca tierra. Ni los cerros ven, ni las estrellas. Tienen años, dicen que tienen siglos de andar perdidos. Ya el barco está negro, ya tiene las velas podridas y las jarcias rotas. Mucha gente del lago los ha visto. Se topan en las aguas altas con el barco negro, y los marinos barbudos y andrajosos les gritan: —¿Dónde queda San Jorge? ¿Dónde queda Granada?… pero el viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.
Pablo Antonio Cuadra escribió una nota en la que menciona: —Juan de Dios Mora, viejo marino del Lago me dio otra versión de la leyenda. En vez de un barco eran «tres barcos negros» los que navegaban juntos, perdidos y malditos sin ver nunca tierra hasta el fin del mundo. Y la causa de la maldición fue que se hicieron a la vela un Viernes Santo en la Isla de Ometepe.
La historia del Barco Negro impactó tanto a Pablo Antonio Cuadra, que el escritor dedicó un poema homónimo publicado en su libro Cantos de Cifar y la Mar Dulce de 1985:
De igual manera, en su ensayo, Mitos y Leyendas publicado en enero de 2019 en la Revista de Temas Nicaragüenses por el historiador José Mejía Lacayo, la leyenda de El Barco Negro es calificada por el mismo como “una fábula moralista”.
“… probablemente creada en Granada, que castiga a los marineros que no tuvieron compasión de las personas que iban a morir envenenadas con el veneno de la toboba. El barco navega “buscando San Carlos, ya no arriban a tierra. No divisan cerros ni estrellas. Tienen años de estar perdidos. Ya el barco está negro, con las velas podridas y las jarcias rotas. Mucha gente del lago los ha visto. Los marineros les gritan: ¿Dónde queda San Jorge? ¿Dónde Granada?”
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