Eudoxia Espinoza Pineda (1925-2022). Con cariño, conocida como maestra Dochita o niña Dochita. En su juventud tenía cabellos largos y ondulados. De piel blanca y levemente sonrosada, su rostro estaba limpio de todo rubor.
Una sublime medalla de oro de la Inmaculada adornaba su pecho primaveral. Educada con los modales de su padre, un hombre piadoso que tenía una caligrafía admirable y que fue una especie de copista medieval.
Después de su estancia en Costa Rica y Guatemala como religiosa Bethlemita, con la pedagogía del amor educó a cientos de niños en las aulas de nuestro terruño, dibujando sueños, tejiendo deseos y escribiendo rondas.
En su familia se formó una especie de genealogía de maestros: su tía Dochita Pineda fundó el colegio Santa Teresita en 1954; su hermano Francisco Luis, sacerdote, educador y mártir, fundó en 1961 el colegio Calasanz en Costa Rica, y en Estelí, como Hermano Marista, fundó el Instituto Nacional en 1966 y la Escuela de Agricultura y Ganadería en 1986.
Suscríbase a nuestro Canal de YouTube
Mientras tanto, la maestra Dochita, de admirable sencillez y humildad, fue distinguida como la Mejor Maestra en 1967. Su figura grácil, menuda y ligera no pasaba desapercibida donde estuviera. Se ganó todo el respeto de su pueblo y la honró en vida en varias ocasiones.
La maestra Dochita fue subdirectora de la Escuela Gabriela Mistral y gestora de la construcción de un nuevo plantel. Luego ocupó cargos importantes dentro del Ministerio de Educación, mientras el maestro Harvey Wells se desempeñaba como delegado departamental.
La digitalización tecnológica no había llegado a nuestros lares, así que transcribía a mano las estadísticas regionales de Matagalpa y Jinotega. Libros completos salieron de sus manos, que se encallecieron de tanto trabajo. Cumpliendo su servicio a la patria, fue jubilada, y junto a un grupo de distinguidas maestras se hicieron partícipes de la vida sociocultural de esta ciudad. Educaron con tenacidad, abnegación, pero, sobre todo, con su ejemplo.
¡Aquella adorable viejecita, con sus trajes largos de flores glaucas y delicadas, de cabello canoso! Era protagonista de una época y comprendía – lo recuerdo muy bien – los cambios de los paradigmas de su tiempo. Gracias a su impecable labor como coleccionista, testificó aquel pasado solemne, enigmático, mítico y lejano de quienes nos precedieron.
La maestra Dochita Espinoza vivió 97 años y fue entre nosotros no solo una hábil pedagoga, sino una maestra venerable por su testimonio de amor, entrega, dedicación y su admirable don de servicio.
Facebook Comments