Pablo Palacios, un talentoso pintor matagalpino está feliz. La pintura ha sido su arte y pasión y hace unos días inauguró su primera exposición, titulada “Expo Augurio”, en el municipio de Bollullos Par del Condado en la Provincia de Huelva, en Andalucía, España, donde lleva residiendo un poco más de dos años.
Esta muestra ha sido muy significativa para él, no solo por ser su debut internacional, sino también por ser su primera exposición en solitario, pues en Nicaragua solo tuvo oportunidad de exposiciones colectivas junto a otros artistas.
“Todo ha sido muy bonito”, resume Palacios en entrevista con Mosaico CSI, señalando los múltiples elogios que ha recibido del público en su exposición que se desarrolla desde el 7 hasta el 18 de junio en el Espacio Cultural Laureano Jiménez Carrión en Bollullos Par del Condado.
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Aunque admite que “soy desconocido” en ese país, su talento y dedicación han generado un impacto notable entre los espectadores. A pesar de una modesta campaña publicitaria, la inauguración de la exposición fue un éxito inesperado, con la presencia de medios locales y una recepción positiva por parte del público.
“Mucha gente me escribe mensajes bonitos, de que es increíble lo que hago”, cuenta el pintor matagalpino. Añade: “Es mi primera experiencia y quiero luchar por cumplir mi sueño y el objetivo de vivir del arte”.
Sus obras cautivan y provocan reflexión. Una de las series destacadas en la exposición, titulada «Tocando las puertas del cielo», refleja sus propias experiencias y emociones, explorando temas de soledad, lucha y superación.
Palacios nació en un entorno rural. Su mamá, Alejandra Guido, trabajaba recolectando café en una finca de El Tuma-La Dalia. “Con mi mamá estuve hasta los seis o siete añitos, porque después viví con mi abuelita paterna, Adelayda Chavarría, para estudiar en Matagalpa…”.
Siempre fue aplicado en los estudios, lo que corrobora con múltiples reconocimientos de la escuela Emmanuel Mongalo en Guanuca, donde cursó la primaria, y del Instituto Nacional Eliseo Picado, donde estudió la secundaria. Además, en la sede de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León, se graduó como economista, complementando su formación académica con su creciente interés y dedicación a la pintura.
Su pasión por el arte surgió desde niño, alrededor de los 12 años, cuando comenzó a dibujar animales y figuras con lápiz. Luego estuvo aprendiendo unos meses en la Casa de la Cultura de Matagalpa y posteriormente en la Academia Alaniz Rayo Arte, donde bajo la tutela de Elvin Alaniz, desarrolló y perfeccionó su talento.
A pesar de enfrentar dificultades económicas y personales, Pablo ha logrado consolidar su carrera como pintor. Su estilo artístico es una fusión de realismo y surrealismo, complementada por elementos de arte expresivo. Sus obras destacan por su atención al detalle y su capacidad para transmitir emociones profundas y complejas.
Hace dos años, Palacios se trasladó a España en busca de nuevas oportunidades. Desde su llegada tuvo que trabajar en plantaciones agrícolas como recolector de naranjas, patatas y cebollas, y también como “cuidador de un abuelito”.
En España conoció a Mireya María Sauci, su novia. “Ella me ha apoyado mucho y me hizo el ‘conecte’ para exponer aquí”, sostiene el pintor matagalpino.
A pesar de los desafíos que ha enfrentado en su vida, Pablo encuentra inspiración en su país de origen, Nicaragua, y en sus raíces culturales. Ha pintado a Rubén Darío, Andrés Castro y a la Miss Universo Sheynnis Palacios Cornejo, este último un óleo sobre lino de 50×60 centímetros. La reina de belleza le escribió a través de redes sociales, agradeciéndole y felicitándole.
“… Me encanta el trabajo que realizaste, quiero felicitarte por tu trabajo, dedicación y gran talento…”, escribió la primera nicaragüense y primera centroamericana en ganar la corona de Miss Universo.
Palacios confiesa que su inspiración proviene tanto de su propia vida como de la literatura y la poesía. La poeta jinotegana Albert Hernández ha influenciado parte de su obra.
Para él, cada obra de arte es una expresión de su identidad y un medio para transmitir sus emociones más profundas. Con cada pincelada, el pintor matagalpino busca trascender fronteras y dejar una huella perdurable en el corazón de quienes aprecian su trabajo.
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