Los caminos de tres jóvenes originarios de Matagalpa, al centro de Nicaragua, se entrelazan en una lucha compartida por la supervivencia y la esperanza, mientras enfrentan diversos desafíos y se adaptan a nuevas realidades desde el exilio forzado en distintos puntos de San José, la capital de Costa Rica.
José López Aráuz, Heyling Marenco y «Cristina» —quien de último momento solicitó reservar su identidad porque su familia es asediada— , cada uno con sus sueños y aspiraciones, vieron sus vidas sacudidas por la turbulencia política que envolvía a Nicaragua en 2018 y los tres compartían el deseo de un país libre.
José, economista de profesión, tenía empleo como asesor de ventas en una empresa de telecomunicaciones. Cristina, una adolescente de 17 años estaba inmersa en sus estudios de inglés y un emprendimiento de venta de rosa usada. Heyling estudiaba el cuarto año de la carrera de trabajo social en la filial en Matagalpa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN).
Cuando estallaron las protestas civiles en todo el país, en 2018, ellos se unieron a las manifestaciones en Matagalpa. Su compromiso con la justicia y la democracia los llevó ese mismo año a abandonar sus hogares, familias y amistades, y enfrentar la dura realidad del exilio en Costa Rica.
José: “He hecho de todo”
Desde que llegó a Costa Rica, dice José, “he hecho de todo. He sido ayudante de cocina y actualmente soy cajero en un supermercado y hago consultorías independientes en lo que respecta a mi carrera de economía”.
José menciona que, si bien en Costa Rica “hay respeto a los derechos humanos”, le ha tocado enfrentar episodios de xenofobia y a veces cumplir jornadas laborales de hasta 12 horas, para subsistir.
“Ha sido un gran reto adaptarme a la vida de acá, sin familia, sin amistades y vivir en un mundo completamente solo”, comenta el joven de Matagalpa, agregando que ahora “he aprendido a valorar las cosas que no valoraba antes… también he aprendido a no rendirme y seguir adelante”.
Heyling y Volcánicas
Heyling recuerda que, al salir de Nicaragua, en 2018, “pensé que llegaba a Costa Rica por tres meses, y bueno, el periodo se ha extendido a 6 años”.
Con trayectoria en el activismo feminista desde su etapa estudiantil, Heyling es cofundadora de Volcánicas, una organización feminista de mujeres migrantes, exiliadas y diversas que promueve y defiende los derechos y libertades de las mujeres nicaragüenses migrantes y exiliadas en Costa Rica.
Sin embargo, explica, al principio enfrentó el desempleo. Por su participación en las protestas de 2018, fue expulsada de la UNAN y sus registros académicos fueron borrados. Por esa causa no ha podido retomar sus estudios, aunque admite que ahora le atrae más la sicología, carrera que quiere estudiar en Costa Rica.
Heyling cree en la construcción colectiva de un nuevo país y visualiza su trabajo en Volcánicas apostando a mayores espacios. “Me veo logrando todos estos sueños o este nuevo plan de vida que me he construido”, afirma.
Cristina: “He crecido” en el exilio
Cristina ahora tiene 23 años y también ha hecho de todo para subsistir en Costa Rica. “Me he preparado en muchas cosas como asistente de pacientes o manicurista, y un diplomado en comunicación, cosas muy diversas… pero, todavía no he podido estudiar una carrera, aunque sí está en mis planes de mediano y corto plazo”, dice.
Uno de los principales desafíos que enfrentó Cristina fue el tema de la regularización en Costa Rica para conseguir empleo o para enviar o recibir remesas.
En sus casi seis años de exilio, sostiene Cristina, uno de sus mayores aprendizajes “ha sido conocerme a mi misma, encontrar en mí muchas fortalezas y también debilidades que no sabía que tenía”.
“Considero que crecido bastante. Obviamente, como toda joven, he tenido mis escapes, pero sí, creo que exiliarme a mis 17 años ha sido una oportunidad importante en mi vida para tener una perspectiva distinta…”, refiere Cristina.
Matagalpa en sus corazones
A pesar de las dificultades y los sacrificios, José, Cristina y Heyling mantienen viva la esperanza de una Nicaragua libre y democrática. Aunque están lejos de casa, siempre llevan a Matagalpa en sus corazones.
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