Monseñor Báez clama por más presión internacional al régimen Ortega Murillo

En un mensaje emitido este 30 de diciembre, el obispo auxiliar de Managua, exiliado en Estados Unidos, denunció la feroz persecución contra la Iglesia en Nicaragua por una dictadura que teme a la fuerza liberadora del Evangelio

Mosaico CSI
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Monseñor Silvio Báez, captura de video

En un mensaje fuerte, desgarrador, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, exiliado en Estados Unidos, ha denunciado este 30 de diciembre la difícil situación que vive la Iglesia en Nicaragua. El prelado se hizo eco del sentir de sacerdotes exiliados nicaragüenses y expresó su profunda preocupación por la arbitraria e ilegal decisión de la “dictadura sandinista” de mantener encarcelados a dos obispos y secuestrar a varios sacerdotes en pocos días.

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Monseñor Báez destacó en su mensaje el desprecio flagrante de la dictadura hacia los derechos humanos, la falta de respeto a la libertad religiosa y el persistente odio hacia la Iglesia. Afirmó que este odio refleja el miedo de la dictadura ante la fuerza liberadora del Evangelio, la verdad de Jesús y el poder de la oración.

El obispo auxiliar de Managua se solidarizó con las familias y comunidades de los sacerdotes secuestrados, instándoles a no sentirse solos y recordándoles las palabras reconfortantes de Jesús. Además, denunció la detención arbitraria e ilegal de estos sacerdotes como un acto de maldad e irracionalidad por parte de “los tiranos que dominan el país”.

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Monseñor Báez resaltó la importancia de la fe y la resistencia pacífica en estos momentos difíciles, asegurando que la Iglesia continuará su misión de denunciar las injusticias y estar al lado de los más vulnerables, a pesar de la persecución.

El obispo también llamó a la comunidad internacional para que intensifique la presión contra la dictadura sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo, exigiendo la liberación de todos los presos políticos y la restauración del orden democrático en el país.

Asimismo, solicitó a la Iglesia mundial que dirija su atención hacia Nicaragua, ofreciendo su oración por el pueblo oprimido y alzando su voz profética en favor de la Iglesia perseguida.

Monseñor Báez concluyó el mensaje con un llamado a enfrentar el nuevo año con fortaleza y esperanza, volviendo los ojos a la Virgen María para encontrar consuelo y protección en estos momentos de adversidad.

Este es el mensaje íntegro de monseñor Báez:

Queridos hermanos y hermanas, en este momento aciago que vive la iglesia de Nicaragua, me dirijo a ustedes como Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, haciéndome eco también del sentir de una gran mayoría de sacerdotes exiliados nicaragüenses que me han animado a escribir este mensaje.

Deseamos manifestarles nuestra cercanía fraterna y unirnos en oración a ustedes en este momento tan doloroso. La decisión arbitraria e ilegal de la dictadura sandinista en Nicaragua, de mantener a dos obispos encarcelados y de secuestrar a varios sacerdotes en pocos días, evidencia una vez más su desprecio flagrante hacia los derechos humanos, su falta absoluta de respeto hacia la libertad religiosa y su inquebrantable y permanente odio hacia la iglesia.

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Este odio de la dictadura sandinista hacia la iglesia es un reflejo de su miedo ante la fuerza liberadora del Evangelio, la luz de la verdad de Jesús y el poder de la oración.

Los tiranos son conscientes de que el pueblo nicaragüense ama a su iglesia y a sus pastores, y les aterra la existencia de un pueblo consciente y movilizado por la fe cristiana, porque es un pueblo crítico, libre y sujeto de su propia historia.

Puedo imaginar la impotencia y la tristeza que viven los familiares de estos sacerdotes secuestrados, y también las parroquias y comunidades que han sido privadas de sus pastores. Yo también me siento abatido y triste ante semejante injusticia. Todos sabemos que estos sacerdotes son hombres íntegros, pastores buenos y amados por sus comunidades, defensores de la verdad y de la justicia, su detención arbitraria e ilegal no es a causa de ningún delito que hayan cometido, sino una consecuencia de la maldad y la irracionalidad que han oscurecido la mente y el corazón de los tiranos que dominan nuestro país.

Por eso mi primera palabra es para las familias y las comunidades de estos queridos sacerdotes: no se sientan solos, pues el cariño, la comunión en la fe y la oración de todo el pueblo de Dios está con ustedes, no se sientan angustiados, pues, como prometió Jesús, hablando de sus discípulos, a ellos nadie los arrebatará de su mano, tampoco se dejen vencer por la tristeza, pues Jesús nos asegura que son dichosos aquellos a quienes insultan, persiguen, y mintiendo dicen toda clase de mal contra ellos por su causa, del mismo modo persiguieron a los antiguos profetas.

Con la fuerza de Dios, un día nuestros obispos y sacerdotes serán liberados y volverán a ejercer con entrega y generosidad su ministerio al servicio del Evangelio. La iglesia seguirá viviendo y celebrando, seguirá denunciando las injusticias y agachándose como buen samaritano para auxiliar a las víctimas de los poderes inhumanos; seguirá al lado de los últimos, como Jesús, llevando luz a la mente y consuelo a los corazones. Por más que los injustos y violentos le hagan la guerra a la iglesia, a sus ministros, y a todo el pueblo de Dios, ella continuará su misión hasta el final de los tiempos, según la palabra de Jesús, los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.

El momento de la persecución, hermanos, es también el momento del testimonio y de la fe. Jesús sabía que sus discípulos, como testigos de la verdad, del amor, de la paz, y de la justicia, serían víctimas de los poderes despóticos, autoritarios y corruptos. Son palabras de Jesús: “los detendrán, los perseguirán, y los encarcelarán a causa de mi nombre. Esto les sucederá para que den testimonio de mí”.

La persecución no es un signo de debilidad de la iglesia, sino de su autenticidad, su vitalidad, y su fidelidad a Jesús. Cuando nos tomamos en serio el anuncio de la palabra de Dios, cuando llamamos a las cosas por su nombre, en ese momento, tarde o temprano nos volvemos incómodos y corremos el riesgo de ser rechazados o perseguidos por los poderes malvados de este mundo. Por eso, queridos hermanos, este no es momento para desanimarse, tener miedo, callarse o esconderse. Es momento para ser fiel a Jesús y confiar en Él, para expresar y celebrar la fe, y para denunciar todo lo que se oponga al proyecto de Dios. Los malvados podrán hacer alarde de fuerza bruta en medio de la noche para secuestrar a nuestros sacerdotes, podrán torturarlos y maltratarlos en sus calabozos, podrán interrogarlos para humillarlos, podrán incluso estar pensando en negociar con ellos, desterrarlos o desnacionalizarlos como han hecho con muchos de nosotros; sin embargo, con dignidad y valentía, y diciendo la verdad sin temor, ellos ya están dando testimonio de Jesús, y lo seguirán haciendo, porque ellos no son reos ni delincuentes, sino hombres de Dios, son testigos del bien, de la verdad, de la justicia, testigos de Jesús. Estamos orgullosos de ellos y estaremos siempre junto a ellos con nuestra oración, hasta conseguir su libertad y la de todos los presos políticos.

Queridos hermanos, de igual modo, el resto de la iglesia de Nicaragua, nuestras parroquias y comunidades también deben ser fuertes en el Señor en este momento, poner su confianza en Él, redoblar su oración por los obispos y sacerdotes presos, ofrecer el Rosario a la Purísima, rezar el Rosario de la Misericordia, practicar el exorcismo de San Miguel, y sobre todo participar con devoción en la Eucaristía siempre que sea posible, en modo especial les recomiendo a todos, sacerdotes y laicos, dedicar tiempo a la adoración en presencia de Jesús sacramentado, la adoración de rodillas ante Jesús hará que no nos arrodillemos, Él nos dará fuerzas para no arrodillarnos ante ningún poderoso de este mundo. Quien adora a Dios en la oración, en la vida no adorará los ídolos de muerte que nos quieren doblegar, y lo que a nosotros nos toca hermanos, como cristianos, a pesar de lo duro del momento, es responder siempre con la fuerza de la verdad, renunciando a todo tipo de violencia y enfrentando el mal con el bien. Como dice San Pablo, no devuelvan a nadie mal por mal, no se dejen vencer por el mal, sino venzan al mal a fuerza de bien. Finalmente, le pedimos a la comunidad internacional que sea más eficaz en la presión contra la dictadura sandinista de Ortega, que exija la libertad de todos los presos políticos y la restauración del orden democrático en el país, y a la iglesia del mundo entero les rogamos, les pedimos que vuelvan los ojos hacia Nicaragua, no nos dejen solo, ofrezcan su oración por nuestro pueblo oprimido y alcen su voz profética en favor de esta iglesia perseguida.

Finalmente, queridos hermanos, aún sintiéndonos embargados por el dolor del secuestro de tantos ministros de Dios en este momento de parte de la dictadura, animados por la fuerza del amor salvador de Dios, afrontemos el nuevo año que está por empezar con fortaleza y esperanza. Volvamos los ojos a la Virgen María, La Purísima, la madre de Dios y madre de Nicaragua, para que ella nos consuele con su ternura maternal y nos acompañe con su intercesión.

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