El obispo de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, “es víctima de tortuta”, afirmó este martes 5 de diciembre el abogado Juan Carlos Arce, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, durante la presentación del informe actualizado sobre «Ataques a la libertad religiosa con énfasis en las agresiones a la comunidad católica de Nicaragua».
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Este informe destaca, además, las detenciones y expulsiones de religiosos y laicos.
Para el abogado Arce, la reciente presentación de un video y fotografías del obispo de Matagalpa en supuestas condiciones “preferenciales”, es un inento del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo -ante una alta presión internacional- de presentar una imagen “absolutamente distorsionada de la realidad”.
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“La misma imagen del obispo Rolando Álvarez deteriorado, delgado, te demuestra que es víctima de tortura. Y la tortura tiene su expresión, tenía su expresión en el rostro, la expresión (de la tortura) la tenía en su cuerpo. Su cuerpo es la prueba de la violación a todas las convenciones, a todos los protocolos existentes en materia de trato de a las personas privadas de libertad. De tal manera que ellos pretendían demostrar que el obispo está bien, pero lo que quedó claro es que el obispo no está bien, está siendo víctima de tortura”, afirmó Arce.
Destacó que el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más ha documentado, hasta ahora, 171 casos de tortura. La tortura es un patrón sistemático que se comete contra todas las personas presas políticas en Nicaragua, incluyendo al obispo Rolando Álvarez”.
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Por su parte, Yáder Valdivia, también del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, recordó que hubo sacerdotes en el grupo de 222 nicaragüenses desterrados y enviados a Estados Unidos por el régimen Ortega Murillo el 9 de febrero de este año, además de los 12 sacerdotes desterrados y enviados a El Vaticano en octubre.
También mencionó casos de sacerdotes forzados a la desnudez como un mecanismo de tortura “doblemente humillante”, sobretodo para una persona que durante toda su vida ha sido formada para respetar su cuerpo como un templo del Espíritu Santo.
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