Mantener en prisión al obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, cuya liberación estaba siendo mediada por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, así como la ofensiva del régimen de Daniel Ortega contra la Iglesia Católica en Nicaragua, ha marcado mayor distancia entre el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y el dictador nicaragüense, publica Folha de S.Paulo, el segundo diario de mayor circulación en Brasil.
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Históricamente, el PT había sido un aliado de Ortega, en el poder ininterrumpidamente desde 2007. Sin embargo, la cercanía con un gobernante que ha promovido un giro autoritario y la persecución de entidades católicas se ha convertido en un punto de desgaste para Lula, especialmente durante la campaña electoral, cuando su rival, el expresidente Jair Bolsonaro, destacó este tema, refiere la publicación de este 4 de noviembre recién pasado.
Explica que la relación entre Lula y Ortega se ha ido enfriando progresivamente en los últimos meses hasta el punto de que, según un diplomático, está prácticamente «congelada». El proceso de distanciamiento también ha estado marcado por mensajes entre bastidores.
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El caso de monseñor Álvarez, ha sido un detonante. En junio, Lula se reunió con el Papa Francisco y señaló que hablaría con Ortega “para que le puedan dar la libertad porque es necesario aprender a pedir perdón (…) y reconocer este error”.
Pero, hubo un estancamiento que coincidió con una denuncia de Lula contra Nicaragua en la cumbre Unión Europea-Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), donde se quejó de que un solo país (Nicaragua) se oponía a la declaración final de la reunión, señala Folha.
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En un discurso posterior en el Foro de São Paulo, una alianza de partidos de izquierda en América Latina, Lula envió mensajes dirigidos a Ortega, enfatizando la necesidad de la comunicación personal en lugar de las críticas públicas, detalla el periódico brasileño.
El gobierno brasileño también ha adoptado una postura más crítica en foros multilaterales, de acuerdo con la información proporcionada por Folha. En junio, Brasil firmó una resolución de la Organización de los Estados Americanos (OEA) pidiendo democracia en Nicaragua, aunque suavizó algunos términos en el texto.
A pesar de la tensión en la relación, los asesores de Lula enfatizan, según Folha, que Brasil mantiene un diálogo abierto y no tiene la intención de romper relaciones con Nicaragua. Sin embargo, el distanciamiento entre Lula y Ortega sigue siendo evidente, y el tema del obispo y la persecución de la Iglesia católica continúa siendo un punto de conflicto.
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