Nada fue normal en los festejos por el 25 aniversario de la declaratoria de la Virgen de la Merced como patrona de toda la Diócesis de Matagalpa, cuyo obispo, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, está preso. Monseñor Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, presidió las solemnidades religiosas. Su homilía en la misa concelebrada con la mayor parte del clero matagalpino fue omitida –por presuntos problemas técnicos– de la transmisión de TV Merced, a través de redes sociales.
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La catedral San Pedro Apóstol, en el centro histórico de Matagalpa, estuvo llena de fieles. Afuera, el orteguismo mantuvo el bullicio de la feria del maíz, como parte de sus sistemáticos ataques a la Iglesia Católica.
“… presidir esta Eucaristía, en honor de Nuestra Señora de la Merced, ha sido para mí un gozo y sentirme cercano a ustedes y a ustedes con nosotros”, dijo el obispo de Jinotega al final de ceremonia religiosa, agregando que, en nombre de “los hermanos obispos” de la CEN, “estamos siempre orando por ustedes, verdad, (por) monseñor Rolando. Que siempre unidos en la oración, el Señor nos conforte y nos consuele, siempre esperando lo mejor, lo que Dios quiera, pero, siempre orando con la esperanza de que el futuro será mejor para todos nosotros”.
“Encomendémonos pues a la Virgen”, dijo el obispo de Jinotega, prosiguiendo con el Avemaría.
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Monseñor Álvarez está en cautiverio desde el 4 de agosto de 2022. Ese día el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo forzó a un encierro de 15 días en la Residencia Episcopal de Matagalpa, junto a otros sacerdotes y laicos de la Diócesis. El 19 de agosto lo trasladaron a Managua, donde estuvo aislado en su casa, hasta que el 9 de febrero de 2023 fue llevado a la cárcel La Modelo. Un día después fue sentenciado arbitrariamente, sin juicio alguno, a 26 años y 4 meses de prisión.
Después de la misa, la imagen de la Virgen de la Merced fue llevada en procesión hasta el atrio del principal templo católico de los matagalpinos, que es Patrimonio Histórico y Cultural de la Nación.
La Policía, cuya delegación departamental está a menos de 200 metros de la catedral, estaba lista para desplegar su furia, si la procesión avanzaba más allá del atrio. La imagen fue retornada al interior del templo.
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