Moisés Leiva tiene 26 años de los que casi cinco años estuvo preso por razones políticas: tras las protestas de 2018 pasó 9 meses en la cárcel, lo liberaron y, poco después, en 2019 volvió a ser encarcelado durante 3 años y 4 meses, hasta que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo desterró a Estados Unidos junto a otros 221 presos políticos, el 9 de febrero de este año. Todos fueron despojados de la nacionalidad nicaragüense y están en el exilio forzado.
Le puede interesar: ACNUDH pide poner fin a la represión en Nicaragua
A casi 4 meses de su destierro y lejos de su patria, Leiva asegura que siente que sigue preso.
“Hay gente que cree que es ‘tuani’ que te destierren y te manden a Estados Unidos, lo más triste es que te quiten la nacionalidad, no podés ver a tu familia, porque por video llamada no es lo mismo, no puedo abrazarlos, el exilio también es prisión, el exilio tiene barrotes, es como estar preso, no conoce nada ni a nadie”, dice Leiva.
España, Chile y otros países han ofrecido la nacionalidad a los nicaragüenses desterrados por el régimen.
También puede leer: Qué se hizo la designada alcaldesa de Darío
Para Leiva, lo que el régimen busca es apagar el espíritu de lucha para seguir perpetuándose en el poder.
“Lo único que quiero es llegar a mi casa, yo quiero mi nacionalidad nica. Por el país que peleo es por Nicaragua, yo no peleé por la nacionalidad española o chilena. Allá (en Nicaragua) estuve bajo lluvia, bajo sol, aguantando humo, bombas de contacto, ‘cachimbeadas’ (golpizas) en El Chipote para que Nicaragua fuera libre, yo no quiero otra nacionalidad”, dice Leiva, quien tiene a su hermana en la cárcel acusada de tráfico de drogas, pero él insiste en la inocencia de ella, aunque los organismos no la han reconocido como presa política.
“Estar en Estados Unidos no es libertad, lo único que nos ha venido después del destierro es no tener donde vivir, sin trabajo, sin familia, eso es lo que viene (…) para nosotros los excarcelados de Matagalpa que nadie nos conoce, que no tenemos influencia. Saben que venimos en el avión, pero luego que nos repartieron de Estado a Estado cada quien ‘picha’ su juego”, dice Leiva quien trabaja en el área de construcción.
Para Leiva, el proceso de adaptación ha sido difícil, pero lo que más lo ha afectado es la muerte de su hermano en 2018.
“No la supero, no me saco el recuerdo de verlo caído en el suelo con un balazo en la frente, es como que hubiera sido ayer, sueño con él. Todo esto es triste, la dictadura arruinó nuestra vida, nos han matado lo sueños”, dice.
Unidad para sacar al dictador
María Esperanza Sánchez también es de Matagalpa, iba en el mismo avión que Leiva y fue hasta que llegaron a Estados Unidos que se enteraron de que el régimen los había despojado de la nacionalidad, ahora lo que más anhela es reencontrarse con sus hijas, ya que hasta ahora solo lo ha podido hacer con su hijo varón.
Ella estuvo en la cárcel arbitrariamente por más de tres años. Cuando fue apresada solo padecía de asma, pero se le agudizó por las condiciones en que estaba y ahora también tiene problemas renales, inflamación en el hígado, una lesión en la columna y una pelota en la frente, producto de las torturas a las que fue sometida en prisión.
Por las noches tiene pesadillas, dice Sánchez.
Agrega que ella no quería salir de su tierra y menos en las circunstancias en las que ocurrieron los hechos. No quiere solicitar otra nacionalidad en otro país.
“No pienso irme más lejos de Estados Unidos, lo que pido a Dios es que me de salud para trabajar y salir adelante, yo sé que puedo traerme a mis hijas y seguir en la lucha, lo más importante es sacar al dictador para regresar a nuestra tierra, no porque nos desterró ya no es nuestra tierra, sigue siendo mi tierra, vamos a regresar a celebrar la huida del dictador, por eso apelo a la unidad, el dictador nos tiene miedo cuando estamos unidos”, señala.
Sánchez dice que Matagalpa es uno de los pueblos más aguerridos de Nicaragua y aunque ahora hay mucho temor, es comprensible, pero a pesar de todo siguen resistiendo “por eso apelo a la unidad, porque sé que esperan mucho de nosotros, andar huyendo eso es horrible, les digo tengan prudencia, pero no podemos callar, yo le digo a Nicaragua que hay esperanza y que todos juntos vamos a liberar nuestro país para no ser una segunda Cuba”.
Quiere retomar estudios
Otro de los desterrados de Matagalpa es John Cerna. Él era estudiante de ingeniería civil y pasó casi tres años encarcelado arbitrariamente. Después del destierro dice que lo primero que está haciendo es ver por su salud, luego quiere retomar sus estudios y resolver su estatus migratorio, ya que el estatus que les ha dado Estados Unidos es temporal y está evaluando la posibilidad de solicitar la ciudadanía española.
Cerna no ha podido abrazar a su familia por más de 1,500 días. Antes los pudo ver detrás de un vidrio.
“¡Claro que voy a volver!”, enfatiza Cerna al responder a quienes le preguntan con frecuencia si desea volver a Nicaragua.
El día de las madres en Nicaragua, fue uno de esos días duros para Cerna y cuenta que en redes puso una foto muy personal y fue criticado por no publicar algo referido a la masacre del 30 de mayo, pero él sabe que no tiene que poner nada para rememorar ese día cuando vio morir a un niño de 15 años y todo lo que pasó.
Otro de sus días amargos después del destierro fue cuatro días después de haber sido llevado a Estados Unidos, ese día “murió mi abuelita, por la que inicié las protestas (…), estaba a 5 mil millas de distancia y no pude ni despedirme de ella”.
Hasta el 9 de febrero de 2023 había 245 presos políticos, de ellos 19 eran de Matagalpa y 13 de Jinotega.
Actualmente hay una persona encarcelada de Jinotega y cuatro personas de Matagalpa reconocidas por el Mecanismo para el reconocimiento de personas presas políticas, una de ellas es monseñor Rolando Álvarez Lagos, con quien el régimen se ha ensañado luego de que él se negó a ser desterrado en febrero de 2023.
Facebook Comments