Aunque 2022 fue un año nefasto por los ataques a la Iglesia Católica, la tendencia del 2023 es a empeorar, advirtió la abogada e investigadora Martha Patricia Molina, quien este 03 de mayo presentó la tercera parte de su estudio titulado Nicaragua: ¿Una iglesia perseguida?
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Uno de los hallazgos del estudio es que en el primer trimestre de cada uno de los años 2019, 2020, 2021 y 2022, los ataques a la Iglesia Católica nicaragüense de parte del régimen Ortega Murillo no superaban las 16 hostilidades. Sin embargo, entre enero y marzo de 2023 fueron registradas 90 agresiones, lo que significa 80 agresiones más, tomando como base el 2019.
Desde el 2018 hasta marzo de 2023, Molina ha documentado un total de 529 hostilidades, aunque explica que hay un subregistro debido a la escasa o inexistente denuncia por parte de las autoridades eclesiásticas, la baja presencia de los medios de comunicación independientes y de organismos de derechos humanos en el interior del país y el temor o prudencia de los laicos o miembros de los grupos religiosos al no documentar y exponer las hostilidades.
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“En 2018 se documentaron 84 hostilidades, en 2019 perpetraron 80, en 2020 y 2021, ejecutaron 59 y 55 respectivamente, siendo ambos años cuando menos hostilidades se cometieron. Sin embargo, el año 2022 tuvo un ascenso notable, el año más nefasto para la Iglesia Católica con 161 agresiones realizadas. En el primer trimestre de 2023 han acontecido 90 daños y si la dinámica de la Administración Pública continúa manteniendo estos valores constantes podría asegurarse que este año será igual o peor que el anterior”, dice el informe.
En el país existen 8 Diócesis y una sede arzobispal, pero entre las más atacadas están la Arquidiócesis de Managua con 193 hostilidades, seguida por la Diócesis de Matagalpa con 132 agresiones y la de Estelí con un total de 47 agresiones. Hay que recordar que monseñor Rolando Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí permanece encarcelado en el Sistema Penitenciario conocido como La Modelo, luego de que el régimen lo condenara a 26 años de cárcel sin un juicio, por negarse a ser desterrado en febrero pasado.
La investigadora explica que también se han dado ataques de manera generalizada en contra de todas las Diócesis y la Arquidiócesis de Managua, un ejemplo claro son los mensajes de odio generalizados para toda la Iglesia Católica nicaragüense, en este caso fueron 81 agresiones en total.
Molina explica que entre los ataques perpetrados contra la Iglesia Católica están las agresiones a templos, los cierres arbitrarios de Organizaciones sin fines de lucro (Universidades, medios de comunicación y proyectos), represiones a religiosos, pintas y mensajes de odio, hostilidades a la Santa Sede, represiones a actividades de laicos, prohibiciones de procesiones y actividades campales.
Hasta marzo que de este año el régimen ha cerrado un total de 13 medios de comunicación católicos y ha clausurado 10 organizaciones sin fines de lucro o las ha obligadas a cerrar por los impedimentos legales y técnicos ocasionados por las autoridades del Ministerio de Gobernación de Nicaragua, además 1 Instituto y 6 proyectos sociales fueron cerrados.
Los ataques directos contra los religiosos han obligado a exiliarse a 16 religiosos (1 obispo, 2 diáconos y 13 sacerdotes). Además, al menos 3 sacerdotes han sido expulsados del país, 8 religiosos fueron desterrados y despojados de su nacionalidad el pasado 9 de febrero, ellos se encontraban encarcelados bajo procesos penales ilegales y arbitrarios.
El informe indica que en total 9 sacerdotes y 2 obispos han sido despojados de su nacionalidad, aun cuando la Constitución Política de la República de Nicaragua establece en el artículo 20 que: “Ningún nacional puede ser privado de su nacionalidad”.
En el informe la investigadora explica que en Semana Santa de este año fueron impedidas 3,176 procesiones, dado que país existen 397 parroquias y cada una de ellas efectúa 8 procesiones para el tiempo cuaresmal, “entonces estadísticamente se prohibieron 3, 176 (tres mil ciento setenta y seis) expresiones de la religiosidad nicaragüense”.
Sin embargo las prohibiciones han sido notificadas de manera verbal a los clérigos por parte de los agentes de la policía, como ya es costumbre de la dictadura, por lo que oficialmente no dejan constancia de tal prohibición.
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