En la víspera del quinto aniversario de la lucha cívica de abril, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, en la homilía desde la parroquia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, llamó a ver hacia adelante y lamentó que, después de años de represión, la polarización aún sea muy grande.
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A la luz del Evangelio del día, monseñor Báez comentó que los discípulos estaban con las puertas cerradas por temor a los judíos, mientras el sepulcro de Jesús estaba abierto y vacío, y sin darse cuenta habían hecho de aquel lugar un sepulcro. “
También nosotros vivimos como en un sepulcro cuando nos domina el desánimo, el miedo y la desesperanza”, dijo.
El obispo Báez agregó que hoy más que nunca existe la necesidad del don de la paz del Señor Resucitado que transforma los corazones, sin embargo, lamentó que después de años dolorosos de represión, injusticia y muerte, “seguimos divididos y enfrentados, encerrados como en un sepulcro. La polarización es muy grande, pareciera que estamos condenados a no entendernos ni unirnos jamás”.
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Además, exhortó a los feligreses a pedir al Resucitado el don de la paz, para ser agentes de “entendimiento, unidad y concordia”, ya que “no hay paz social sin paz interior en las personas. Sin paz en el corazón viviremos siempre con un profundo vacío interior y solo irradiaremos sospecha, división y miedo. Es hora de ver hacia adelante. El enfrentamiento recíproco solo nos hace perder tiempo y energía que podríamos estar dedicando a construir juntos un futuro de justicia y de progreso para todos”.
En cuanto a las víctimas de abril del 2018 manifestó que hay que hacer memoria de ellas, pero no para odiar y pedir venganza, ni para reproducir los mecanismos criminales del opresor.
Según informes de organismos internacionales, fueron 355 los asesinados por el régimen Ortega-Murillo y han sido centenares los encarcelados de los cuales aún se encuentran 36 presos políticos incluyendo a monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, quien se negó a ser desterrado junto a 222 presos políticos el pasado 9 de febrero y en venganza fue recluido en el Sistema Penitenciario conocido como La Modelo y sentenciado sin juicio a 26 años y cuatro meses de cárcel.
“Recordamos a las víctimas para orar por ellas y sus familias, para no repetir las injusticias del pasado y honrar su memoria exigiendo justicia y comprometiéndonos por el ideal por el que ofrendaron su vida”, dijo monseñor Báez.
El religioso, quien se encuentra en el exilio y fue unos de las 316 personas despojadas de su nacionalidad, agregó que “creer en el Señor Resucitado es vivir con la certeza de que las llagas del pueblo no son para siempre. En la medida en que asumamos las llagas de la gente como propias y luchemos por curarlas, tocaremos en el pueblo la carne del Señor glorificado. En la medida en que permitamos que la indiferencia ceda el puesto a la solidaridad, iremos anticipando el futuro de vida, de paz y de justicia que ya ha iniciado con la resurrección de Jesús”.
Báez también llamó a no cansarse de dar lo mejor de nosotros mismos por un futuro mejor para todos, a no cansarse de luchar y de esperar. “La resurrección del Señor nos asegura que, a pesar de los miedos, los fracasos, la polarización y las amenazas, nunca se perderá ningún esfuerzo que hagamos por defender la vida, la libertad y la dignidad de los seres humanos”.
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