El escultor nicaragüense José Antonio González esculpió sobre piedra de marmolina de Santa Rosa del Peñón y por encargo del historiador Eddy Kühl Aráuz, una hermosa versión de la escultura en bronce «La Niña de los Gansos de Gänseliesel”, situada en Göttingen, Alemania.
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Dicha pieza emblemática, original estilo Art Nouveau que sirve de fuente decorativa situada frente al antiguo ayuntamiento de Göttingen, se ha popularizado y vuelto tradición, recuerda Eddy Kühl, dado que «los graduados de la Universidad le ponen flores y le dan un beso en la mejilla».
Retomando ese particular significado simbólico y romántico, Kühl decidió tener su propia versión, pero en su paradisíaco hotel de montañas Selva Negra, en parte alta y neblinosa del norte del país, Matagalpa, Nicaragua.
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Y se la encargó al talentoso escultor leonés José Antonio González quien la terminó de esculpir en marmolina blanca e instalar en ocasión del 40 aniversario de fundado el hotel, en 2016.
En la inauguración privada y en medio de turistas,recuerda Kühl estuvieron presentes Mausi Hayn de Kühl [cofundadora de selva negra con Eddy en 1975], y su hija Karen Kühl Hayn, graduada en turismo en la Universidad de Nueva York. También William Rizo quien diseñó el pedestal.
Para el próximo 15 de julio estarán celebrando 48 años de fundación el hotel, dice con orgullo Kühl.
La escultura del Gänseliese es de una niña pobre cuidando gansos, fue instalada en la fuente del mercado alemán en 1901, desde entonces es vista como un hermoso símbolo de la ciudad de Göttingen.
LA ROMÁNTICA HISTORIA DE LA NIÑA DE LOS GANSOS
Tomada de un cuento de los hermanos Grimm, de Alemania:
“Había una vez en el antiguo reinado de Bavaria una princesita que fue enviada en una carroza halada por caballos con su institutriz, a otro reinado invitado por el rey para que conociese a su hijo.
Pero la Institutriz era malvada y en el camino la amenazó diciendo que la mataría si no decía que ella, la institutriz, era la princesa.
Incluso la dejó a medio camino en una finca sola, y ella continuó con el carruaje y el cochero. La niña para sobrevivir buscó trabajo en esa finca cuidando gansos.
Al llegar al otro principado la Institutriz se presentó como la Princesa, pero el Rey la vio sospechosa. Una vez, mientras el Príncipe andaba recorriendo su tierra, vio a una bella joven lavándose el pelo en un río.
Al hablar con ella notó que tenía mucha educación y le preguntó quién era. La niña insistía de que era empleada de la finca, pero su aspecto y su buen lenguaje la delataban, entonces el Príncipe descubrió que era la Princesa.
Al darse de eso cuenta el Rey, desplazaron a la Institutriz y reconocieron a la verdadera Princesa, prepararon entonces la boda con el Príncipe para celebrarla en grande en ocasión que vinieran los parientes de la Niña.
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