Durante una emotiva misa que concelebraron este sábado 11 de febrero en la Parroquia San Marcos Evangelista en Maryland, Estados Unidos, sacerdotes que fueron desterrados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, pidieron continuar orando por el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, pero también por Nicaragua que “tiene hambre de Dios”.
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El padre Ramiro Reynaldo Tijerino Chávez presidió la celebración religiosa en la que pidió oraciones por los 222 presos políticos que fueron desterrados el reciente 9 de febrero. También ofreció la Eucaristía por las familias que quedaron en Nicaragua y por el obispo Álvarez, de quien dijo “el Señor le está dando esa fuerza y valentía para seguir proclamando el Evangelio allí, en esas circunstancias”.
Seis meses en cautiverio son notorios en la delgadez de los religiosos.
El padre Óscar Danilo Benavides Dávila, originario de San Isidro, Matagalpa, y párroco de la Parroquia Espíritu Santo en Mulukukú, Diócesis de Siuna, en el Caribe Norte, leyó el Evangelio. Mientras que la homilía la hizo el padre Sadiel Antonio Eugarrios Cano, segundo vicario de la catedral San Pedro Apóstol en la ciudad de Matagalpa.
“No hay que tener miedo. Hay que dar testimonio de nuestro bautismo”, dijo el padre Sadiel en la homilía, recordando la proclamación del salmista: “Tu eres Señor nuestro refugio”.
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“Los más de 200 nicaragüenses que hemos venido a este país, venimos con mucha incertidumbre, a buscar refugio en familias, gente buena que nos ha recibido con un corazón tan ensanchado, tan grande, buscando consuelo, porque lastimosamente el mal se ha apoderado de algunos corazones que necesitan conversión y debemos orar por la conversión y la salvación de las almas, no por la condenación”, señaló el padre Sadiel.
Ayuno eucarístico forzado
Mientras tanto, antes de la bendición, al final de la misa, el padre Ramiro contó a los asistentes que fue hasta el viernes 10 de febrero que pudieron ir a la capilla de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y celebrar una misa y “después de seis meses pudimos cortar ese ayuno forzado… estar con hambre es feo y más cuando el pan que se necesita es el pan de la Eucaristía”.
“Fortaleza teníamos, mis hermanos, allá en El Chipote”, relató el religioso, contando que tenían que hacer una comunión espiritual, ante la imposibilidad de hacerlo sacramentalmente y “el Señor nos alimentó”.
El padre Óscar fue apresado el 14 de agosto de 2022 en Mulukukú y llevado directamente a El Chipote.
Mientras que los sacerdotes Tijerino y Eugarrios, así como el padre José Luis Díaz, el diácono Raúl Vega, los seminaristas Darvin Leiva y Melkin Centeno, además del reportero gráfico Sergio Cardenas, fueron forzados a un encierro en la Residencia Episcopal de Matagalpa con monseñor Álvarez desde el 4 de agosto y el 19 fueron llevados a El Chipote.
Caer de rodillas
“Nos sacaron a la fuerza a las 3 de la mañana el día 19”, recordó el padre Ramiro, contando que una vez que fueron recluidos en las celdas “caer de rodillas”.
“El segundo día iba a interrogatorio y cuando ya me regresan a la celda, son unas literas de cemento, una losa, cuando entré me llamó la atención que había una bolsita de pan y un jugo. Dije yo, quién me habrá traído esto y pensé: ‘no puede ser otra persona más que mi madre (Mayra Chávez)’, y en ese momento me imaginé a mi madre, afuera, así como estaba cuando estaba también preso su nieto (Manuel) en el 2018. Y estábamos afuera, precisamente en El Chipote, con mi hermana. Ahí pasamos en el portón… me acompañaron sacerdotes y esa vez también llegó monseñor Rolando a celebrar una misa afuera de El Chipote. Entonces yo me imaginé a mi madre afuera y no pude contener las lágrimas. Caí de rodillas, lloré como lloraron pues mis hermanos…”, relató el padre Ramiro.
Agregó que por la celda donde estaba pasó una oficial de la Policía a la que pidió llevarle un trozo de pan a cada uno de los sacerdotes que estaban en celdas distintas en el mismo pabellón.
“No nos hablábamos porque es lo primerito que nos prohibieron, hablar entre nosotros, pero también porque uno está allí que no haya ni qué hacer”, prosiguió.
El padre Óscar, según el relato del padre Tijerino, estaba en “una celda oscura, fea”, en el mismo pabellón donde también estaba Dora María Téllez y esta los miraba pasar cuando los llevaban a interrogatorios.
Téllez pasó la voz de celda en celda y fue así como el padre Óscar supo que había otros sacerdotes presos.
“Reconocí a Tijerino, el gordito”, habría dicho Téllez. “Pero ya no estoy gordo, porque bajé 40 libras, pero estaba con 240 cuando llegué…”, contó el padre Ramiro.
Hambre en Nicaragua
A criterio del padre Ramiro, el pueblo de Nicaragua tiene hambre, no solo el hambre material o física, “porque cuando nos llegaban noticias nos decían que la canasta básica anda como por 19,000 pesos (córdobas), o sea que sí hay hambre física, pero también hay mucha hambre espiritual, muchos estómagos y corazones hambrientos de Dios, hambrientos de un alimento que solo Él puede dar, hambre de justicia, hambre de paz, hambre de consuelo…”.
En su mensaje, el padre Ramiro pidió continuar orando porque “esas oraciones son las que nos fortalecieron a nosotros, por eso yo les agradezco en nombre mis hermanos. Les agradezco por todas sus oraciones, no solo la de ustedes aquí, sino la de mucha gente”.
Regañar al santo
El padre Ramiro fue juez del Tribunal eclesiástico en la causa de canonización de Fray Odorico D’Andrea y recordó una anécdota que contaba el vicepostulador de la causa de canonización, fray Damián Muratori, referida a que el siervo de Dios decía que a veces tenía que “regañar al santo”.
Cuando compartió celda con los padres Sadiel y Óscar “me decían, padre, regañe ahora usted al Padre Odorico”.
“Sí nos escucha el Señor, lo que pasa que es, mis hermanos, cuando Él quiere, no cuando nosotros queremos. Y así va a ser…”, señaló el padre Ramiro, pidiendo a los fieles que continúen orando también por los que siguen presos.
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