La industria Café Pureza tiene más de 30 años produciendo café molido, lo que la convierte en una de las empresas más longevas en esta categoría la ciudad de Matagalpa, Nicaragua, fruto del empeño y constancia de la familia Salgado Sánchez.
Carlos José Salgado Matamoros fundó la empresa en su casa en el barrio Santa Teresita, al noroeste de la ciudad, en la década de 1990.
Él de joven había trabajado con una tía suya que tuvo una empresa de café molido en Matagalpa y allí aprendió todo sobre el proceso de tostado y molido del grano.
Karen Liseth Salgado Sánchez, hija de Salgado Matamoros y administradora del negocio, cuenta que sus padres empezaron con un crédito que les permitió comprar una máquina que tostaba 25 libras de café cada hora. Hoy, trabajan con capital propio y cuentan con maquinaria industrial con capacidad para el tostado de unos 300 quintales en un promedio de 40 minutos.
En un inicio solo vendían en la ciudad de Matagalpa, incluso distribuían a pie sus productos. Actualmente, se han ido extendiendo a varios municipios de Matagalpa y Chinandega y en algunos sectores de Managua y León.
Mantener la calidad
Juan Bautista Matamoros, hermano de Carlos Salgado y también empleado de la empresa desde hace 20 años, explica que una de las razones por las que este producto se ha mantenido en el mercado es la calidad.
Para mantener esos estándares de calidad, prueban el café que van a comprar, realizan cataciones del café de primera, explica la administradora Salgado Sánchez
“A veces les ha tocado parar la producción cuando no les traen café de calidad”, afirma Salgado Sánchez.
La familia echó el lomo
Esta empresa fue el resultado de la colaboración entre los miembros de la familia, dice Salgado Sánchez, contando que “todos mis hermanos saben utilizar las máquinas, ellos aprendieron a cargar estos quintales de café, ellos todos saben hacer”.
“Yo recuerdo que tuvimos una bolsita pequeña, se empacaba el café, sellaba y había que darle vuelta a la bolsita para meterle un papelito que llevaba el logo y decía Café Pureza, como mi manito era más chiquita, me ponían a darle vuelta”, recuerda Salgado Sánchez.
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