Desde las 6:30 de la mañana, cada día, comienzan a llegar los clientes al Comedor Santa Inés, allá en la comunidad Santa Lastenia en el kilómetro 151 de la carretera tradicional entre las ciudades de Matagalpa y Jinotega. Frijoles cocidos con tortillas recién hechas, crema, cuajada, huevos fritos y un humeante café es el menú apetecido por todos.
Le puede interesar: Catedral de Matagalpa embellecida con aporte de feligreses
Hace 22 años que Flor de María Brizuela abrió el negocio que hoy es uno de los más populares en el país, porque ir a Jinotega implica una “parada técnica” por este lugar donde muchos se asustan por el tamaño de la tortilla, más grande que un disco de acetato.
Flor de María Zeledón Brizuela, hija de Brizuela, recuerda que el negocio comenzó en una casita pequeña que “era donde vivíamos”. Para atender a los clientes había una mesa de madera que “con costo era para dos personas”.

“Con el tiempo fuimos ampliando un poco más, buscando personas que nos ayudaran porque ya no dábamos abasto mi mamá, mi hermana (Belkis Emilce Zeledón Brizuela) y yo”, comenta Zeledón Brizuela.
También puede leer: Jennifer, la recordada discoteca en Matagalpa
En la zona hay varios comedores con menús similares. En el kilómetro 153 está el comedor La Frijolada, perteneciente a María de Jesús Blandón Zeledón. Ella dice que el negocio lo emprendió hace 23 años y solo vendía tortillas con cuajada y café.
Pero, “la gente preguntaba por frijolitos cocidos, pues cocí poquito, una libra, dos libras, luego fui agrandando un poquito”, dice Blandón Zeledón, quien en un tiempo llegó a cocer y vender diariamente medio quintal de frijoles y “palmear” medio quintal de maíz para las tortillas. “Antes se vendía más que ahora”, enfatiza.
A estos locales llegan clientes de todo el país.

“Hemos intentado ofrecer otro tipo de comidas, por ejemplo, carnes, que de hecho sí ofrecemos carnes, a veces, y pues hemos tenido una aceptación bastante buena, pero claro, siempre los frijolitos tienen que ir ahí en todo. La gente no viene preguntando si tenemos carne, sino que ellos vienen directamente a pedir los frijoles, con la crema y los huevitos”, sostiene Zeledón Brizuela.
Para Zeledón Brizuela trabajar con su madre y su hermana es una grata experiencia porque, a pesar de las dificultades, “hemos trabajado bien como familia, nos complementamos en absolutamente todo y es esa unión lo que ha hecho que nosotros surjamos”.
Tanto en el comedor Santa Inés, como en La Frijolada, cada miembro de la familia tiene una función en específico.
Facebook Comments